Ay, los besos y su simbolismo. Cuánta historia detrás de tantos de ellos. Como los que se daban Isiah Thomas y Magic Johnson antes de cada partido de las Finales NBA de 1988 entre Detroit Pistons y Los Angeles Lakers. Como el famoso 'piquito' entre los mandatarios Leónidas Breznev (Unión Soviética) y Erich Honecker (Alemania Oriental) en el 30 aniversario del nacimiento de la República Democrática Alemana en 1979. Y, también, como el de dos grandes amigos, Sergio Rodríguez, 'Chacho', y Andrés Nocioni, 'Chapu'. Su pasión se desató tras sentenciar el Real Madrid un nuevo y trepidante compromiso de Euroliga ante el Brose Baskets alemán (victoria blanca por 82-79).
El gesto de cariño entre base y alero sirvió para rebajar tensiones después de otro final no apto para cardíacos. Empiezan a ser costumbre en el periplo continental del equipo blanco, abonado a la zozobra permanente este curso. Los problemas, visibles para cualquier ducho en materia baloncestística, cobran mayor peso cuando una voz autorizada en el club, como puede ser la de Corbalán, los expresa en público: la falta de solvencia en el juego interior, la excesiva dependencia del perímetro y de un veterano como Felipe Reyes, la carencia de mentalidad o de regularidad y no de físico…
La idiosincrasia del Madrid actual convive con todas las variables señaladas por el ex base madridista en EL ESPAÑOL. Y, sin embargo, una de sus demandas pareció ser escuchada. Aquella que reclamaba mayor liderazgo de uno de los llamados a ser columnas vertebrales del equipo blanco: Sergio Rodríguez.
El canario, punto a favor sin discusión de la temporada blanca hasta la fecha aun con sus más y sus menos, iluminó el Palacio de los Deportes madrileño cuando más parecía estar sumido en la oscuridad. El recinto y el equipo, perdido casi sin remedio tras una primera parte calcada a las que ya supusieron derrotas europeas contra Khimki o Fenerbahçe. El abuso del triple sin éxito (1/15 de acierto en los dos primeros cuartos) y de la pasividad defensiva llevó al Brose Baskets a un punto de confort tal que la situación parecía abocada a la derrota.
Así lo indicaban otros guiones de encuentros previos del Madrid, en los que la lucidez no dio atisbos de aparecer en el perímetro y, de forma sangrante, en la zona. Los Wanamaker, Zisis, Radosevic, Strelnieks y Heckmann, entre otros, pecaban (y con razón) de gula ofensiva en las filas del campeón alemán. Carroll parecía el único estilete ofensivo blanco junto a Felipe Reyes, con el Chacho lastrado por las faltas. Hasta el repescado KC Rivers parecía contagiarse de la ansiedad de sus compañeros, incapaces de impedir la comodidad en la circulación de balón germana.
Entre tanto, Pablo Laso se desgañitaba en cada nuevo tiempo muerto. Los ojos le hacían chiribitas a cada nueva defensa frustrada de su equipo. “O somos sólidos uno por uno o estamos muertos. No hay más historia que ésta atrás”, reclamaba a sus pupilos. “Atrás el pívot, atrás el pívot”, gritaría todavía en uno de los últimos parones del encuentro.
Por lo menos, entonces ya se había obedecido uno de los preceptos ordenados antes de la segunda mitad por el técnico vitoriano: la mejoría ofensiva. Urgía lo suyo, puesto que el Madrid firmó su segunda peor anotación histórica en una primera parte de Euroliga (30 puntos frente a los 24 conseguidos ante la Cibona en 2004).
Llegó con magia. La del Chacho, capaz de anotar 14 puntos en el tercer cuarto para desentrañar el misterio de la caja de Pandora visitante, cuya distancia llegó a ser idéntica a la anotación del canario en el periodo. Con su dirección, se acabó el entumecimiento delante e incluso también atrás, aunque con menor incidencia. Aparecieron los habituales réditos del pick and roll con Ayón y hasta cierto espectáculo. No obstante, la defensa siguió propiciando que nada se decidiese hasta los instantes finales.
En ellos, apareció Nocioni. Quizá le llamó a la batalla la sangre del rasguño que el Chacho, inseparable suyo, se hizo en el codo. Fuera lo que fuese, sus puntos resultaron capitales para la victoria del Madrid, que se salvó por la campana a pesar de un lastre defensivo que sigue llegando demasiado lejos.
Quizá por ahí se explique la rumoreada ausencia de Trey Thompkins en el próximo encuentro liguero ante Baskonia, con la entrada del recuperado Rivers en su lugar. Una suerte de toque de atención para los nuevos americanos (una vez más, poco destacables) y puede que para todo el equipo. La piedra con la que se tropieza resulta evidente. Y las soluciones, aun con castigos (o casi) de por medio, todavía no acaban de llegar.
Ficha técnica
82 - Real Madrid (13+17+27+25): Rodríguez (22), Taylor (5), Maciulis (4), Ayón (10) y Thompkins (2) -cinco inicial-, Rivers (4), Ndour (-), Nocioni (9), Doncic (2), Reyes (11), Carroll (13),
79 - Brose Basket Bamberg (19+21+20+19): Wanamaker (17), Zisis (13), Miller (6), Melli (2) y Radosevic (12) -quinteto titular-, Nikolic (-), Theis (6), Strelnieks (13), Heckmann (8) e Idbihi (2).
Árbitros: Milivoje Jovcic (SER), Damir Javor (SLO) y Boris Shulga (UKR). Eliminaron a Zisis (minuto 36) y a Theis (minuto 40).
Incidencias: Partido de la primera jornada del Top 16 disputado en el Barclaycard Center ante 9.283 espectadores.