No es de extrañar que una de las series favoritas de Augusto César Lima (Río de Janeiro, Brasil, 1991) sea “La que se avecina”. ¿Cómo no va a serlo cuando uno de sus personajes, Amador Rivas, repite constantemente la expresión “Merengue, merengue”? Por no hablar del mote que comparte el vecino de Mirador de Montepinar con el capitán del Real Madrid, Felipe Reyes: 'Espartaco'. Sin embargo, Lima admite entre risas que no quiere ser “un cornudo de España”. No ha llegado a la capital con actitud de huevón, sino para soltarse su melena de león y volver a rugir en la cancha, como ya lo hizo en Murcia. Esta Copa del Rey es una buena ocasión para demostrar su valía, con las semifinales ya a la vuelta de la esquina.
“Es un torneo bastante duro. Todos los equipos pueden ser campeones. Hay que ir con mucha humildad y respeto, partido a partido”, reconoce el pívot brasileño. Sabe de sobra lo duro que es el camino hacia el éxito. Málaga (filial incluido), Granada y Murcia le han visto crecer en el baloncesto español desde que aterrizó en nuestro país hace casi ocho años. Durante los mismos, ha tenido que trabajar a diario, con mucho sudor de por medio, para llegar hasta su particular cumbre: el Real Madrid. “¿A quién no le gustaría venir aquí? Estamos hablando del mejor equipo del mundo. Era la mejor decisión que podía tomar”, afirma convencido Lima.
Y eso que ya era todo un ídolo asentado en el sur. Como se lo demostró la afición murciana, volcada con él en su despedida, cuando las especulaciones sobre su fichaje por el club blanco, latentes desde el pasado octubre, se materializaron en enero.
“Todo el mundo sabe que Murcia es mi ciudad. La gente me ha ayudado mucho allí, me han tratado como a uno más, y yo estaba muy a gusto. De hecho, renové, pero siempre tuve el sueño de venir a Madrid y se ha realizado. Cuando tienes un sueño, hay que apostar por él. Se portaron bien conmigo y creo que yo también lo hice con el club y con la afición”, cuenta el nuevo jugador madridista.
Y Lima luchó por que sus deseos se cumpliesen, aunque intentando mantener los cinco sentidos puestos en el UCAM Murcia hasta su adiós. Lo logró en buena medida, ya que el camino hacia su nueva realidad no estuvo exento de dificultades. “Son cosas que pasan en la carrera de un deportista. Tienes que saber que tienes altos y bajos y hay que intentar que eso no te pase mucho”, asume. Con la seriedad y el trabajo por delante, cualidades con las que el propio Augusto se define, su concentración acabó siendo la propia de un auténtico líder.
El jugador brasileño sabe que ese papel estelar le corresponde a otros en el Madrid. Al menos, por el momento. Su reto está en demostrar, y en demostrarse a sí mismo, que puede triunfar en un equipo grande. Le tocará lograrlo de la misma manera que hasta ahora: con mucho esfuerzo.
Eso no será un problema para un hombre que considera que lo bonito de su nuevo club es “saber que no puedes bajar los brazos nunca”. De hecho, Lima espera que Pablo Laso, su cicerone desde el banquillo madridista, le pida “cada día más”. “Siempre que uno tiene exigencia de su entrenador significa que él quiere lo mejor para ti y para el equipo”, aduce.
Una integración llevadera
Augusto llega con la lección bien aprendida a la capital. Un viejo conocido de su nuevo entorno, Facundo Campazzo, le advirtió de todo lo que está viendo en cada entrenamiento y partido. Sus compañeros “son gente súper trabajadora y amable, con ganas de ganar siempre” y le ayudan “muchísimo”.
Uno de sus mejores maestros cuando aún no lleva ni un mes con el '22' del Madrid a la espalda es Gustavo Ayón, compañero de batallas en la pintura. “Me está haciendo el camino más fácil y me ayuda cada día”, admite Lima poco antes de ratificar la “inmejorable” acogida del vestuario en pleno.
Al último compatriota suyo que pisó con asiduidad el parqué del Palacio de los Deportes, Rafael Hettsheimeir, no le fue muy bien. Pero Augusto marca distancias con él desde el minuto uno. “Somos jugadores totalmente diferentes. No tuvo suerte y es una pena, porque es una gran persona y un grandísimo jugador. Yo espero crear mi propia historia, ser muy feliz aquí y darlo todo por este club”, expone el séptimo pívot del actual Real Madrid con total respeto por su antecesor.
A Lima no le costará adaptarse a su nueva vida. Lleva tanto tiempo en España que, bromea, “a veces me sale la vena andaluza”. Algo tendrán que ver también sus años en el sur del país para explicar un carácter tan risueño como el suyo. Ir de compras (“Siempre miro por el aspecto”) y sacar a pasear a sus dos perros (hará buenas migas a estos efectos con Rudy Fernández y los Sergios) son sus grandes aficiones. A la par que estar con sus amigos. Cómo no, “de risas”.
Augusto, un hombre evidentemente feliz, va de sueño en sueño. El siguiente ya aparece en la lista de espera de su almohada: disputar los Juegos Olímpicos en su ciudad con Brasil. Y llevarse una medalla, claro. “Espero estar entre los 12 seleccionados y dar mucha guerra. Nuestra generación es bastante buena, con jugadores de muchos galones. Estamos todos mentalizados para ir a por todas. Ser el anfitrión es un factor a favor”, opina al respecto.
Será un reto tan divertido como el que afrontará estos meses en el Madrid. No parece descabellado imaginarle marcándose una samba ante el resto de la plantilla si los hombres de Laso repiten éxitos este curso. Lima, con la carcajada por bandera, no lo descarta. “Cuando te pones contento con esas cosas, haces lo primero que se te ocurre”, revela. Pero antes de celebrar nada, a trabajar se ha dicho, como le aconsejaría Reinaldo De Sousa. O, si lo prefieren, Emilio Aragón.