"Tengo fuerzas para seguir, pero también dudas". Raül López no hablará con los medios hasta la previa de la última jornada de la fase regular de la ACB, pero ya lo dijo todo antes de renovar un último año con el Dominion Bilbao Basket: "Sé que aún puedo seguir jugando, tengo fuerzas para seguir, pero cada temporada requiere un desgaste muy grande". El base de Vic se va, lo deja. No es el primero de los júniors de oro en retirarse, tampoco será el último, pero sin duda marca el punto de inflexión, el inicio del fin de la mejor generación del baloncesto español.
Rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Una lesión, una sentencia. Fue en su segunda temporada en el Real Madrid, justo después del oro mundial en Lisboa 1999 junto a los Gasol, Navarro, Reyes y compañía. Fue justo después de convertirse en el segundo fichaje más caro de la historia de la ACB hasta aquel momento (300 millones pagó el Real Madrid por él al Joventut). Y, aún así, fue justo antes de que Utah Jazz apostase por él en el draft de 2001.
Pocos recuerdan aquel sorteo de novatos más allá de la tercera posición en que los Atlanta Hawks seleccionaron a Pau Gasol antes de enviarle a Memphis. Menos aún retienen en la memoria el puesto 24 con que los Utah Jazz seleccionaron a Raül López. Y muchísimos menos se acuerdan que por detrás del base de Vic surgieron los nombres de Gerald Wallace (25), Tony Parker (29), Gilbert Arenas (31), Brian Scalabrine (35) o Mehmet Okur (39).
Raül López, que volvió a romperse la rodilla en un amistoso de la selección contra Rusia, la misma lesión, la misma condena, tardó un año en debutar con los Jazz, lo que no impidió que por momentos llegaran a considerarle como el sucesor natural de John Stockton. Palabras mayores para un talento a la altura del desafío, no para sus rodillas. Se rompió la otra, la buena. Y ahí se acabó todo.
Volvió a España, al Akasvayu Girona. Volvió al Real Madrid. Incluso a la selección, con la que consiguió una plata olímpica en Pekín 2008 tras ser elegido por Aíto García Reneses y junto a Ricky Rubio para cubrir las bajas por lesión de Sergio Rodríguez y Carlos Cabezas. Después vendrían el Khimki y Bilbao, donde finalmente encontró su sitio y donde vestirá de corto por última vez.
Júniors de oro
Félix Herráiz celebró el mundial de Lisboa como el que más, sin embargo, los problemas de espalda acabaron por retirarle apenas tres años después. Los mismos problemas de hernia discal que en 2010 pusieron fin a la carrera de Julio Alberto González, que nunca llegó a la ACB como tampoco lo hizo Fracesc Cabeza, que sólo disputó ocho partidos con el Bilbao Basket en la temporada 2005-2006 después de toda una vida en el filial del Barça.
De Souleimane Drame se recuerdan sus saltos, sus mates, una espectacularidad física que no se veía en España desde que Mike Smith jugase para la selección. Sin embargo, su paso por el Joventut en ACB no cuajó.
Ellos tres son los grandes olvidados de una selección que ha comenzado el declive, que pasa ya de los 35 y a la que el cansancio físico y las lesiones acercan a su fin. Mientras Carlos Cabezas, Berni Rodríguez, Felipe Reyes o Juan Carlos Navarro siguen jugando entre 18 y 25 minutos por partido en la ACB, Pau Gasol aún disputa una media de 32 minutos en cada uno de los 57 partidos que ha jugado esta temporada. Un máximo con el que Germán Gabriel ni sueña en Bilbao. Unos minutos que Antonio Bueno no disputa desde 2010 tras su extraña caída por la ventana de un tercer piso.
Se nos acaban los júniors de oro, por mucho que en Brasil sigamos soñando con lograr de su mano el esquivo oro olímpico. Un sueño que sin ellos jamás habría sido posible.