"I'm back" ("He vuelto"). Con esta escueta frase, Michael Jordan paralizaba las rotativas un 18 de marzo de 1995. Acababa de anunciar su regreso al baloncesto de la mano de los Chicago Bulls, la franquicia con la que se había convertido en el rey indiscutible de la canasta desde 1984.
Uno de los deportistas más grandes de todos los tiempos había aparcado sus tres anillos de campeón de la NBA y sus dos oros olímpicos con USA, entre otros logros, en octubre de 1993. El fallecimiento de su padre tuvo tanto que ver en su decisión que la honra a la figura paterna le motivó a iniciar una nueva aventura deportiva en el béisbol.
Pero aquello no funcionó. MJ echaba demasiado de menos el juego de la pelotita naranja, aquél que llegó a no disfrutar tanto como antes. Por eso, el '23' decidió volver a calzarse sus Air Jordan una temporada y media después de marcharse. Con idéntico resultado que antes de su primer adiós al baloncesto: tres campeonatos y tanta o más gloria sobre la cancha.
Justamente otro 18 de marzo, pero de 2001, un futuro NBA empezaba a cimentar su leyenda de mejor jugador de la historia del baloncesto español. Con el marco de la Copa del Rey de Málaga como mejor escaparate posible, Pau Gasol deslumbraba al mundo con la camiseta del FC Barcelona.
Sus 25 puntos, seis rebotes, tres asistencias, tres robos y ocho faltas recibidas, para un 39 de valoración, fueron capitales para el 80-77 con el que el conjunto azulgrana se impuso al Real Madrid en la final. El mayor de los Gasol fue galardonado con el premio al Jugador Mejor Valorado (MVP) de la competición, ratificando su estrellato baloncestístico.
Poco después, sería elegido en el número tres del Draft de la mejor liga del mundo por Atlanta Hawks. Traspaso a los Memphis Grizzlies mediante, acabaría la temporada como Novato del Año (primer jugador europeo en conseguir la distinción). Ese curso y el siguiente coincidiría en la liga con, curiosamente, Michael Jordan, que cambió los despachos por las pistas en sus entonces Washington Wizards.
El destino de ambos hombres, uno el mejor de todos los tiempos y otro el más sobresaliente de los jugadores de baloncesto españoles, quedó unido para siempre un 18 de marzo. Veintiún años después del primer regreso de Jordan y quince después de la explosión de Pau Gasol, el aura de ambos permanece intacta. Y sólo amenaza con crecer aún más en grandeza.