El final del invierno está siendo realmente frío en Chicago. En el United Center, centro de operaciones de los Bulls, se viven tiempos convulsos. La ilusión de reverdecer viejos laureles e incluso de aspirar al título de la NBA, renovada hace dos cursos, se ha ido apagando poco a poco. Tanto es así que el anillo ha dejado paso a la simple clasificación para la postemporada como objetivo prioritario del equipo.
Así lo ha determinado el periplo reciente de los Gasol, Rose, Butler y compañía por la mejor liga de baloncesto del mundo. Cada vez más atrapado en un pozo sin fondo, Chicago se ha convertido en una franquicia muy vulnerable.
Pequeños y grandes han empezado a coger el toro por los cuernos, colocando a los de Illinois ante su temporada más comprometida de los últimos años. Con la reconstrucción ya más probable que la redención a partir de abril, éstas son las cinco razones que explican la caída en desgracia de estos Bulls.
Una química espantosa
El vestuario de los Bulls lleva triste, como apunta la prensa local, todo el curso. Quién sabe si no se habrá dividido en bandos a raíz de las supuestas disputas (negadas por ambos) entre sus dos gallos por antonomasia: Derrick Rose y Jimmy Butler.
¿Le habrá sentado mal al primero el creciente protagonismo del otrora escudero? ¿El cacareado disgusto del segundo con la ética de trabajo de Rose habrá llegado demasiado lejos? ¿Butler habrá dado un golpe de Estado para hacerse dueño y señor de la caseta? Sea lo que sea, hace meses que las tensiones internas en Chicago no son un secreto para nadie.
También sobresalen los rumores de mosqueo de otros pesos pesados como Joakim Noah o Pau Gasol, que ha confirmado que será agente libre en verano (con Chicago como primera opción). Este polvorín considerable ha podido tener un gran influjo en los malos resultados de los Bulls.
Ahora mismo, son novenos de la Conferencia Este (balance de 32-32). Lo cual significa que están momentáneamente fuera de Playoffs (a una victoria de Detroit Pistons y a dos de Indiana Pacers). Además, entre finales de febrero y principios de marzo casi enlazaron dos rachas de cuatro y cinco derrotas consecutivas. Precisamente ahora acaban de perder dos encuentros seguidos ante equipos punteros: San Antonio Spurs y Miami Heat.
A pesar de contar con una plantilla digna de equipo grande, la conjunción entre las distintas piezas de Chicago ha resultado ser desastrosa. “El talento no te gana los partidos, no siempre. Hacen falta otras cosas: experiencia, unidad...”, dejaba caer Pau Gasol recientemente. "Nuestro margen de error... se ha acabado", estalló la pasada madrugada tras la nueva derrota ante los Heat (96-118).
“No hay camaradería ni química. Es un poco como 'Tú quédate en tu esquina y yo me quedaré en la mía'. No hay ningún traspaso ni nada que se pueda hacer para arreglar esto”, contaba a Fox Sports una fuente cercana a la situación el pasado diciembre.
Derrick Rose, tú antes molabas
El base ha dejado de ser el hijo que toda madre querría tener en Chicago, su ciudad natal, a generar más dudas que nunca e incluso a coquetear con el papel de villano. Las lesiones tienen mucha culpa de que el MVP más joven de la historia (2011) sea una sombra de lo que fue. El prestigio de Rose ha ido decreciendo poco a poco debido a sus constantes problemas físicos, siendo la actual su segunda peor temporada anotadora en la liga.
A sus 16.7 puntos de promedio por encuentro hay que añadirles 3.5 rebotes (quizá la faceta en la que menos desentona con respecto al pasado) y 4.9 asistencias. Ninguna de estas cifras sirve para tapar el que se antoja como problema número uno con Rose: sus compañeros no le soportan. E incluso puede que tampoco lo haga la gerencia de los Bulls, más dispuesta que nunca a romper su vínculo con el jugador, que continúa sumando bajas por lesión (11 este curso con la de la pasada madrugada).
Olvidado en la élite (cuatro años sin ser All-Star), lastrado por sus rodillas y con menos apoyos que nunca en Chicago, puede que Rose y los Bulls sean más felices por separado. El adiós gana enteros teniendo en cuenta que el jugador se convertirá en agente libre dentro de unos meses. Y ya se sabe que nada ni nadie es insustituible en la NBA.
Butler/Gasoldependencia
El descenso de Rose ha coincidido con el ascenso de Jimmy Butler. Después de confirmarse como valor al alza en 2015, el jugador natural de Houston ha desbancado a su “amigo” como cara más visible de los Bulls. Sus números anotadores (22.4 puntos de media) y pasadores (4.3) eran los mejores de su trayectoria… hasta antes de su lesión. Aunque volvió el pasado sábado precisamente ante el equipo de su ciudad, y a su nivel habitual, vuelve a causar baja por sus molestias en la rodilla.
En su ausencia, Pau Gasol se ha erigido en la máxima referencia de Chicago. El ala-pívot español empezó la temporada dubitativo con respecto a su nuevo rol en la franquicia, pero dejó atrás sus inquietudes para volver a firmar otra campaña notable. De momento, sus estadísticas son peores que el año pasado (17 puntos y 11.1 rebotes por 18.5-11.8), pero el '16' no ha perdido ni un ápice de determinación.
Gasol es el hombre que más está dando la cara últimamente en estos Bulls de capa caída. Consiguiendo incluso algún que otro triple-doble (dobles cifras anotadoras, reboteadoras y pasadoras en un encuentro), Chicago depende en demasía de él y de Butler. Sólo Rose y Nikola Mirotic (10.4) logran también más de diez puntos por encuentro, mientras que el curso pasado hubo hasta seis jugadores del equipo que lo consiguieron. Con tan pocos referentes, todo es más difícil.
Lesiones día sí y día también
Las bajas físicas han sido un problema recurrente en los Bulls desde que comenzó el año. Además, han afectado a un buen número de puntales: Gasol (problemas musculares), Taj Gibson (tobillo), Mike Dunleavy (espalda), Rose, cómo no (rodilla), Noah (hombro), Mirotic (apendicitis) y, por último, Butler (también la rodilla).
Con tantas ausencias, algunas de ellas de larga duración como las de Noah, Gibson o Dunleavy, ha resultado difícil mantener la competitividad y, lo más importante, la regularidad. Si a esto se le unen las constantes dolencias de Rose y la baja durante más de un mes de Jimmy Butler, los Bulls llevan bajo mínimos media temporada.
El juego interior se ha llevado la palma en cuanto a dolencias, con lo que el concurso de Chicago bajo los aros se ha resentido sobremanera. Uno de los principales motivos de haber pasado de ser el segundo equipo del Este tras Cleveland Cavaliers a pelear por acceder a la postemporada puede ser este.
Hoiberg no mejora lo presente
Llegó para acabar con la fama de equipo defensivo de los Bulls (mérito de Tom Thibodeau) y darle más empaque al ataque. Sin embargo, Fred Hoiberg ha superado mínimamente los números ofensivos de su antecesor y ha diluido las buenas prestaciones atrás.
En estos momentos, los números de Chicago en ataque se acercan a los de los 10 peores equipos de la NBA en este apartado (101.5 puntos por encuentro). En defensa, se encuentran a mitad de tabla (102.9 puntos encajados de media).
Las lecturas son las siguientes. Por un lado, estos Bulls atacan algo mejor que los últimos de 'Thibs' (promediaron 100.8 puntos al final de la campaña pasada). Por otro, han decaído de forma estrepitosa en tareas defensivas, las mismas que antes les situaban entre los diez mejores equipos de la liga (novenos con 97.8 puntos concedidos de media). En definitiva, los de Illinois están en tierra de nadie y no sobresalen en ninguno de los dos lados de la cancha. Por lo tanto, no hay identidad plausible.
Por si todo esto fuera poco, la comunión entre Hoiberg y sus jugadores dista mucho de ser idílica. Las críticas veladas hacia su gestión flotan en el ambiente, al igual que la sombra de su predecesor en el banquillo local del United Center. Ya lo demostró Jimmy Butler cuando exigió más mano dura (uno de los rasgos característicos de Thibodeau, por cierto) a su entrenador: “Cuando los chicos no hacen lo que se supone que tienen que hacer, tienes que estar encima de ellos, yo incluido”.
O cualquiera de sus compañeros cada vez que sale a colación el tema de la defensa. “No hay comunicación, no hay concentración. Si alguien va a una ayuda, nadie cubre su posición”, comentaba Pau Gasol en las últimas semanas. Mientras en otra plaza del Este como Boston Celtics celebran el fichaje de un técnico universitario como Brad Stevens, en Chicago todavía se preguntan si acertaron con Fred Hoiberg, ex de Iowa State.
Como también se cuestionan si realmente la fractura del grupo humano de estos Bulls era algo remediable. O si hicieron bien en no traspasar ni a un sólo jugador antes de que el plazo expirase en febrero. Si, en resumidas cuentas, pudieron evitar la crisis antes de que ésta se produjese o hicieron gala del “no hay más ciego que el que no quiere ver”.