Cuando Ioannis Bourousis ya soñaba con la oportunidad de poder revalidar la Euroliga conquistada con el Real Madrid el año pasado, tuvo que ser un compatriota, Kostas Sloukas, quien le pellizcara para despertarle. A él y al Baskonia en pleno. Los hombres de Perasovic pasaron del todo a la nada, de la alegría digna de fiesta interminable a la tristeza que no te deja ni dormir, en tan sólo cinco minutos. Los que duró una prórroga ante el Fenerbahçe que se volvió totalmente en contra de los vascos (88-77), previamente con hasta siete puntos de ventaja en el zurrón durante el último cuarto. La tragedia, cómo no, llevó nombre y apellidos griegos. Pero, ante todo y sobre todo, la firma del entrenador más laureado de la historia de la Euroliga: Zeljko Obradovic.
Pero nadie dijo que fuese a ser sencillo regresar a la final de la máxima competición europea de clubes. El 13-0 de salida que sirvió de carta de presentación turca en el O2 de Berlín tan sólo fue un espejismo. Sí, los factores clave en la eliminatoria ante el Real Madrid volvieron a aparecer: tiro exterior, defensa y poderío interior. Sin embargo, el Baskonia no tardó en ratificar el carácter intrínseco en su ADN baloncestístico. Donde otros quizá habrían bajado los brazos, los vitorianos no hicieron sino subirlos. Redujeron sus pérdidas de balón, aumentaron la presión defensiva y, como tanto les aconsejaron en la previa, disfrutaron.
Kim Tillie fue el primero en irrumpir en escena. No tardaron en seguirle Bourousis y Darius Adams. O lo que es lo mismo, el secundario de lujo en el último campeón de Europa y el jugador que se vendía a través de Linkedin para encontrar equipo. Ahora, uno es el líder indiscutible de las huestes vitorianas. El otro, su factor más desequilibrante. Aunque parezca difícil de creer, y en el fondo, son las mismas personas que hace un año. Y también el mejor resumen para los 25 puntos con sello vasco en el segundo cuarto, que hicieron olvidar de un plumazo el 13-0 de salida del Fenerbahçe. Un único punto sostenía su favoritismo en el electrónico, por mucho que el concurso del recuperado Jan Vesely por encima del aro resultase excelso.
Mientras el checo se desquiciaba con su gran punto flaco, los tiros libres, Adams veía el aro cada vez más y más grande. Y se atrevía a asaltarlo cada vez más y más lejos. Pero nadie dijo que el Baskonia fuese a tenerlo sencillo para darle la vuelta a los pronósticos. Por mucho que el ímpetu de los de Perasovic no parase de crecer, Obradovic y sus chicos aún no habían dicho su última palabra. Demasiadas estrellas como para hacerlo de antemano, y alguna tenía que reaparecer. O varias, porque lo hicieron Datome, Bogdanovic, Udoh, Antic y Vesely, que para nada perdonó bajo tableros.
Poco a poco, el desgaste mental y físico fue haciendo mella en el Baskonia. En su mejor momento del partido y cuando el equipo incluso pudo verse y sentirse finalista, el Fenerbahçe le propinó el peor de los castigos: una prórroga tras un triple errado por Adams que lo habría significado todo y que quedará como anecdótico '¿Y si...?'. Con posibles viejos fantasmas arbitrales saliendo a relucir en la misma. Donde en 2001 hubo una canasta fuera de tiempo de Dikoudis, esta vez la hubo por parte de Udoh. ¿Influyó o no en el resultado final? ¿Christodoulou hizo de Brazauskas ocho años después de la última Final Four baskonista? La opinión sobre las cuestiones del silbato se la dejo a usted, querido lector.
En el terreno de lo objetivo, que es el que atañe a un servidor, resultó evidente que el Baskonia quedó empequeñecido a la hora de la verdad. Porque Bourousis se acordó de las molestias que le llevaron al banco en la primera parte, el tiro de Adams demostró no ser infalible y el equipo, en general, cayó en la precipitación. El Fenerbahçe, para nada dispuesto a repetir eliminación en semifinales por segundo curso consecutivo, construyó su posterior gloria a partir de esos fallos.
Pero no se equivoquen. Esta noche, Celedón y los habitantes de Vitoria no sólo lloran de pena, sino también de alegría. Porque, tanto tiempo después, el equipo de una ciudad pequeña de tamaño pero inmensa de corazón regresa al lugar de donde nunca debió marcharse. Tanta pasión por y para el baloncesto merece su recompensa. Y el Baskonia, ganase o perdiese esta semifinal, iba a acabar teniéndola.
Porque tres aviones no se fletan solos. Porque la historia del Leicester ya se había contado antes en el Buesa Arena trasladada a una cancha de baloncesto. El mismo deporte que este viernes, en Berlín, deja el pabellón español bien alto. Mañana será otro día para dar la murga con la economía, señora Merkel. Por ahora, déjenos tranquilos. Sobre todo, a los vitorianos. Bien lo merece su sufrimiento, aun disfrutado.
Ficha Técnica
88. Fenerbahçe (23+18+14+17+16): Dixon (3), B. Bogdanovic (18), Datome (15), Udoh(14), Antic(8)-cinco inicial-, Hickman (3), Sloukas (13), Vesely (14), Kalinic (0).
77. Laboral Kutxa (15+25+17+15+5): Adams (19), Hanga (10), Bertans (2), Tillie (13), Planinic (0)-cinco inicial-, Bourousis (22), M.James (6), Causeur (0), Blazic (5), I. Diop (0).
Árbitros: Christodoulou (GRE), Ryzhyk (UKR), Latisevs (LAT). Eliminaron a Ekpe Udoh (min. 45).
Incidencias: segunda semifinal de la Final Four de Euroliga disputado en el Mercedes Benz de Berlín ante alrededor de 11.200 espectadores.