Antes, Siria solía ser el segundo país más seguro del mundo. Todo era genial: el deporte, la vida, la gente era encantadora, podías dejar el coche abierto, si se te caía algo por la calle siempre había alguien que te avisaba y te lo devolvía… Ahora, todo el mundo tiene miedo, está escondido, hay oscuridad en las calles. La imagen que yo tenía de mi país desapareció. Es realmente triste y feo que hayamos perdido todo lo que construimos durante tanto tiempo. La guerra es realmente desagradable. Cada familia ha perdido a alguien. Por muertes, porque se han marchado del país... Es un desastre. No le deseo esto a nadie.
Quien habla es Kobe. Su apellido no es Bryant, pero le han llamado así toda la vida. Tantas y tantas veces que incluso ha llegado a odiar el mote, por mucho que sea su jugador de baloncesto favorito. Sin embargo, a Hozaifa Al Maleh (Damasco, Siria, 1986) le ha acabado viniendo bien que le comparasen día sí y día también con la estrella de la canasta mundial. De hecho, lo que más admira del ya ex '24' de Los Angeles Lakers es su mentalidad. Quizá porque Hozaifa, como Kobe, siempre tuvo muy claro que quería hacer historia. Y nada ni nadie iba a apartarle de su meta.
Es muy duro tener que marcharte de tu país para poder seguir haciendo lo que te apasiona. Aún lo es más pasar dos años enteros sin ver a tu familia. Tampoco es fácil tener que empezar de cero en un nuevo país o en varios. Pero Hozaifa lo ha hecho. Obligado por las circunstancias de una guerra, la de Siria, que ya cumple su quinto aniversario. También por una cabezonería persistente en busca de un sueño: ser el primer jugador sirio en alcanzar la Tierra Prometida, la NBA. Esta es la historia del baloncestista que escapó de la guerra.
Los años de paz
Como tantos y tantos otros niños, el primer amor deportivo de Hozaifa Al Maleh fue el fútbol, deporte rey también en Siria. Sus pinitos con los goles, breves, no pasaron de anecdóticos, ya que el padre de Hozaifa aconsejó a su hijo que se centrase en el baloncesto. ¿Por qué? Por su altura, como suele pasar. “Empecé a entrenar con un equipo júnior un verano. El deporte me gustó desde el principio, siempre me había llamado la atención. Quizá empecé un poco tarde (11-12 años), pero ahí comenzó todo”, recuerda Al Maleh a EL ESPAÑOL. Gracias a su padre, 'Kobe' descubrió su amor por la pelota naranja.
Sin embargo, nadie dijo que las cosas fuesen a resultar fáciles. “Cuando fui a aquel campus de verano, no conocía a nadie. Tenía muchas ganas de aprender a jugar. Era alto, pero había gente más mayor que yo, que ya jugaba desde hacía más tiempo, yo venía del fútbol… De hecho, los primeros días me decían que no iba a poder seguir el ritmo de los demás”, cuenta Hozaifa.
Cuando otros hubieran tirado la toalla, el pequeño Al Maleh decidió aceptar el reto. “Empecé a hacer mucho trabajo por mi cuenta, a fijarme en jugadores más mayores. Veía lo que hacían, intentaba imitarles, veía vídeos… Después de ese trabajo, vieron que había mejorado y me quedé en el equipo júnior toda la temporada”.
Los años pasaron y, poco a poco, Hozaifa fue desenvolviéndose cada vez mejor en las posiciones de base y escolta. Incluso empezó a ser convocado por las categorías inferiores de la selección nacional siria. Su primer torneo internacional, un Campeonato de Asia, fue el primer gran punto de inflexión de su carrera. “En aquel momento, oí un montón de cosas buenas sobre mí por parte de los entrenadores y los expertos en el juego. Hasta entonces, el baloncesto había sido una diversión para mí. A partir de ahí, empecé a plantearme ser profesional. Tenía 16 años”.
Y vaya si lo fue. Sus años como jugador en Siria los pasó entre el Al-Jaish (reciente campeón de la liga, que se sigue disputando a pesar de la guerra) y el Al-Wahde. Además, en plena época dorada de la competición. “Teníamos un montón de exjugadores americanos de la NBA (3-4 en el mejor momento), que añadían más experiencia a los equipos y mejoraban el juego. Vino Samaki Walker, ex de los Lakers, por ejemplo. Hice un montón de amigos de USA y aprendí inglés”, apunta Hozaifa.
Incluso en los banquillos había un nivel más que aceptable. “Fui afortunado de tener muy buenos entrenadores de diferentes países (Serbia, Canadá, Rusia…), y tuve la oportunidad de aprender de diferentes escuelas baloncestísticas. Los entrenadores sirios también eran realmente buenos. En esos años, desarrollé buena parte de mi juego”. Era una época, en definitiva, feliz. Y complementada con los buenos momentos vividos representando a la selección siria.
Entre todos ellos, Hozaifa se queda con uno bastante especial. Sucedió en un Torneo Internacional de Dubai, en el que se medían entre sí conjuntos de Europa, Asia u Oriente Medio. La calidad de los participantes era incluso digna de la NBA. Al Maleh, uno de los jugadores más jóvenes de la selección siria, salía en el quinteto titular. Su gran momento llegó en un partido contra un equipo de El Líbano.
“Perdíamos de siete puntos y entré a la cancha. Logré un par de robos y nos pusimos a tres. Entonces, me pasaron la pelota y tenía delante a un jugador del equipo libanés realmente grande. Tiré y metí un triple que sirvió para empatar el encuentro. La gente se volvió loca, había más de 7.000 personas en el pabellón”. 'Kobe' hacía honor a su apelativo. Aunque, finalmente, Siria acabó perdiendo aquel encuentro.
Ese tropiezo marcó para siempre a Al Maleh. Sobre todo, por la llamada que recibió tras el partido, que le reafirmó en que, cada vez que cayese, tocaba levantarse de nuevo. “Mi padre vio el partido por televisión en Siria. Después, me llamó y me dijo que, aunque era joven y acababa de empezar mi carrera, aquel era el camino para llegar lejos. Le encantó cómo jugué. Nunca olvidaré aquel momento”.
Cambio de rumbo
Hozaifa siempre miraba más allá de sus fronteras. Quería probar en Europa e, incluso, buscar el asalto a la NBA. Por eso, cuando las cosas empezaron a complicarse en Siria en 2011, no se lo pensó dos veces y decidió probar suerte en otros baloncestos. Su primera parada fue Ecuador, donde vivía un primo suyo. Allí probó con varios conjuntos hasta que localizó el sitio idóneo en Quito, la capital. Se trataba del equipo de baloncesto de UTE, una de las grandes universidades del país.
“Habían ganado el campeonato muchas veces, eran uno de los mejores equipos de Ecuador. Me encantó todo. Tuve algunas dificultades con el español, pero después aprendí el idioma. Siempre había querido aprenderlo, pero nunca me acababa de decidir hasta que tuve la oportunidad de hacerlo en Ecuador. Tuve una muy buena relación con todos los jugadores. Todo el mundo decía 'Guau, tenemos a un jugador profesional de Siria en el equipo' ”, rememora Hozaifa.
Su mejor amigo durante aquel tiempo fue Michael, el capitán de UTE. “Me enseñó el país, me ayudó con el idioma… Seguimos en contacto ahora, me pregunta cómo me va y qué tal está mi familia”, cuenta Al Maleh. Tan bien le fue que incluso quisieron darle la nacionalidad ecuatoriana para poder disputar la Copa América con la selección del país. No obstante, “como había jugado con Siria, no podía competir con otro equipo nacional”, confiesa Hozaifa. Tocaba volver a su país para estar con los suyos y decidir qué hacer la próxima temporada.
Pero el base-escolta no tuvo más remedio que volver a hacer las maletas poco después de regresar a casa, ya que la guerra empezaba a afectar con crudeza a Siria. Todo era totalmente diferente allí. “Algunos dicen que el gobierno es malo, otros que lo son los miembros de la oposición… Yo digo simplemente que la guerra es horrible. Me ha hecho ver un montón de cosas terribles: madres que pierden a sus hijos, que no saben nada de ellos o no vuelven a verlos, niños perdidos…”. La decisión de dejar atrás su país fue definitiva cuando uno de sus excompañeros fue asesinado en un tiroteo.
“Entonces, decidí que tenía que buscar otro sitio para empezar de nuevo. Después de estar en Turquía con un amigo durante un tiempo para intentar decidir qué iba a hacer, me fui a Boston”. De nuevo, uno de los primos de 'Kobe' volvía a ser capital en su historia. Esta vez, para hacerse un nombre en la tierra de las oportunidades. “Mi primo me acogió en su casa durante seis meses, me enseñó Estados Unidos y la vida que había allí. Estuve 18 meses en Boston, jugué en un pequeño torneo que se organizó en la ciudad. Me vino bien para ponerme en forma. Me dijeron que tenía que buscar algo profesional por allí”. Entonces, Chicago apareció en el camino de Hozaifa.
El sueño, más cerca que nunca
Cuando ya empezaba a pensar más en construir una vida para él y su familia que en el baloncesto, el destino volvió a sonreír a 'Kobe'. “Un amigo me llamó desde Chicago. Allí había una liga de verano pequeña para todo tipo de jugadores profesionales de por allí, la Chy-League. La esponsorizan Nike y Jordan. Es algo realmente importante para la gente de la ciudad. Todos los jugadores de Chicago que vuelven allí en verano la disputan”, explica.
Fue en aquel momento cuando la NBA, aquella liga por la que Hozaifa pasaba noches en vela en Damasco viendo partidos, se hizo de carne y hueso. En el instituto donde estudió el presidente Barack Obama, Al Maleh vio de cerca por primera vez a las estrellas de la mejor liga del mundo. E incluso les trató de tú a tú. “Coincidí con Iman Shumpert, Will Bynum, Jabari Parker, Anthony Davis, Derrick Rose… Fue realmente especial jugar y entrenar con ellos”, cuenta emocionado.
Poco después, los Windy City Groove, su actual equipo, aparecieron en escena. Hozaifa probó con ellos y acabó mudándose definitivamente a Chicago para disputar la Midwest Professional Basketball Association, una liga profesional de segundo nivel. “Al principio fue duro, porque era una forma de jugar diferente para mí, pero la experiencia me ha servido para aprender a desenvolverme en el baloncesto estadounidense”. También para darse cuenta de que “en Estados Unidos, aparte de la NBA, hay muy buena oferta de baloncesto”.
“Los jugadores que no están en la NBA juegan en equipos como el mío para ser vistos, para estar expuestos a tener esa oportunidad. El sueldo no es muy bueno del todo, pero yo busco nuevas experiencias, no el dinero. Busco mi próximo contrato y quiero aprender a jugar aquí, el baloncesto de aquí, encontrar mi camino hasta la NBA. Es duro, pero a la vez algo muy bonito”, asevera Al Maleh.
De hecho, 'Kobe' no puede estar más a gusto en la Ciudad del Viento. “Me encanta Chicago, aunque haga mucho frío en invierno”, ríe. “Suelo ir al United Center a ver la estatua de Michael Jordan. Le veía jugar en la tele, como a Rose. Quién me iba a decir que hablaría y trabajaría con él, que el sueño iba a hacerse realidad y que estaría aquí jugando, con amigos, cerca de la NBA… Es una ciudad muy bonita. Ahora conozco cada rincón. Aquí nadie me mira diferente ni intenta llevarme por el mal camino”.
Siria en el recuerdo
Aunque Hozaifa sea feliz en Estados Unidos, pasar dos años sin ver a su familia es un recuerdo imborrable. Por mucho que hable con ellos todo lo que puede. “No sé cuándo volveré a verles. Es una pregunta que me hago todos los días. Si sabes que vas a verles en dos semanas, un mes o dos, no pasa nada. Pero cuando no tienes respuesta para esta pregunta, es realmente duro. Hablo con ellos por FaceTime o Skype en vacaciones, cumpleaños, ocasiones especiales…”.
Su padre le dice que se mantenga centrado en alcanzar su meta. Su madre, que quiere verle en la NBA. “Siempre ha sido mi fan número uno, y más emocional con respecto a mi sueño. Me dice que reza por mí todos los días, que sabe que me verá jugar en la NBA. Nunca había visto un partido y se sentaba conmigo a verlos, a ver a Kobe Bryant, Kevin Garnett... Cada vez que hablamos, llora”, revela Hozaifa.
Ha acabado siguiendo los pasos de su padre, hombre de negocios en Siria, y ha creado su propia empresa. “Tengo una compañía de importaciones y exportaciones en Chicago, que trabaja con Milwaukee, Kansas, Indiana, Saint Louis… Todo el Medio Este. Es duro combinarlo con el baloncesto. Me perdí unos cuantos partidos con los Groove, incluso algunos de la final de la liga, porque tenía que viajar por el trabajo. Pero en el equipo entendieron mi situación, la relación con ellos es fantástica", cuenta Hozaifa.
"Así es la vida. No tengo otra opción, porque cuando la temporada de baloncesto acaba sólo me queda mi negocio. Tengo que seguir peleando por mis sueños y por estar pendiente del negocio a la vez”, asume Al Maleh.
Siguiendo el consejo de su madre, no ha dejado de creer que el sueño de jugar en la NBA aún puede hacerse realidad. “Todo lo que me ha sucedido ha pasado por alguna razón. Cuando estás tan cerca de tu sueño, a un paso, quieres que suceda. Es una sensación increíble, pero que a la vez te da miedo. Yo sigo creyendo que puede pasar, e incluso creo más en mi sueño ahora que antes. Estoy trabajando todo lo que puedo, así que al menos habré dado todo lo posible para lograrlo”.
Incluso ha empezado a trabajar para que los deseos de otros también se cumplan en la academia de baloncesto de Chicago. “Me encantan los niños. Creo que debo transmitirles todo el conocimiento que he recopilado durante mi carrera y mi vida, porque ellos tienen un montón de preguntas, como me pasaba a mí: cómo mejorar, sobre el juego, cómo aprender, cómo construir su futuro. Educación, baloncesto y niños es una gran combinación. Llevo poco con esto, pero ya le estoy dando vueltas a tener mi propia academia de baloncesto o una agencia”, revela a EL ESPAÑOL.
Ahora, la vida de Hozaifa está en Estados Unidos, donde ha pedido una solicitud de asilo como refugiado. “Mi caso se está estudiando. No puedo volver a Siria porque estaría en peligro”. Incluso está intentando que su familia pueda mudarse a Chicago con él en un futuro no muy lejano. “Ahora mismo, es la única manera que tengo de volver a verles”, sentencia al respecto, confiando en “la humanidad personificada” de Obama y su gobierno para lograr este objetivo.
Eso sí, 'Kobe' reconoce que le encantaría volver a jugar con la selección de su país: “Es un gran honor representar a 25 millones de habitantes allá donde vas”. De ahí que tilde de “genial” la posibilidad de que “un chico que creció en Siria cumpla sus sueños y se convierta en el primer jugador del país en la NBA”.
También desea que la guerra deje de causar estragos. “Cada vez que veo vídeos o imágenes de lo que está pasando en Siria, se me saltan las lágrimas pensando qué pueden hacer los niños. Deberían crecer teniendo unos sueños que cumplir o pensando en su futuro y lo hacen pensando en sobrevivir”. Por eso, a Hozaifa le gustaría “ayudar a transmitir una buena imagen” de su país “a través del baloncesto”.
“Lo único que quiero es que haya paz, y así lo diré allí donde vaya. Que no importe ser blanco o negro ni la religión. Que no importe quién se haya equivocado, sino estar juntos”, afirma convencido. Para después añadir que espera poder volver a Siria para “transferir todo lo aprendido en Estados Unidos, todas las cosas positivas en cuanto a la comunidad y el baloncesto”.
“Me gustaría transferirlo todo para ayudar a reconstruir mi país”, se despide. No, Hozaifa Al Maleh no es Kobe Bryant, pero seguirá intentando ser el mejor tanto en la vida como en la cancha hasta el final de sus días. Como su ídolo. Como las leyendas. En definitiva, como las buenas personas.