Viernes 3 de febrero. El equipo de baloncesto masculino del Colegio Santa María del Pilar derrota al Colegio Obispo Perelló con contundencia (65-32) y se clasifica para la segunda ronda de la Copa Colegial de Madrid. Hasta ahí, todo normal. La sorpresa llega cuando, una semana después, la dirección de Santa María del Pilar lanza un comunicado en el que anuncia que retira a sus chicos de la competición. ¿El motivo? Los comentarios ofensivos de varios de sus jugadores hacia una componente del equipo femenino del Obispo Perelló y algunos integrantes del conjunto masculino a través de las redes sociales.
“Es una situación desagradable, pero el respeto es una raya roja para todos, tanto en el deporte como en lo que no lo es. Esto es como cuando se decide cerrar estadios por culpa de unos pocos, se sanciona a un equipo o baja de categoría, un club tiene que asumir las consecuencias de alguien que no lo ha hecho bien… Es una decisión coherente con lo que uno cree que tiene que ser el deporte escolar”, cuenta el director de Santa María del Pilar, Leoncio Fernández, a EL ESPAÑOL.
La medida ha contado con el apoyo unánime del otro centro, el Obispo Perelló, desde el principio. “Han actuado de una manera absolutamente ejemplar. Su director me dijo que se iban a retirar de la competición y que iban a proponer que nos dieran el partido a nosotros. Es un gesto muy de agradecer y nos parece que han reaccionado de la mejor manera posible”, afirma su director, Pedro Hernández.
Su colegio también ha resultado todo un ejemplo a nivel de valores al no aprovecharse de la renuncia de Santa María del Pilar para volver al cuadro de la Copa Colegial. “No queremos obtener un beneficio de esta cuestión. Lo que no ganamos en la cancha no lo queremos en el despacho”, apunta Hernández, reivindicando que “lo más importante son los valores y no los resultados”.
De hecho, ni siquiera la posibilidad de reverdecer viejos laureles en la competición (finalista en 2008) ha hecho menos implacable la determinación de Santa María del Pilar. Por mucho que se trate de uno de los centros clave en el proyecto de la Copa Colegial y que incluso haya estado presente en la Junta Directiva de su órgano rector, la ABC (Asociación del Baloncesto Colegial).
“Los chicos lo han vivido mal porque este año a lo mejor hasta nos podía ir bien deportivamente en la Copa Colegial. Hay un grupo de ellos dolorido por eso y, en el otro lado, los responsables de la falta de respeto, que también han entendido el doble daño que han hecho a los afectados del otro equipo y a su propio equipo”, explica Fernández.
Un daño bastante contundente en el caso de la alumna objeto de la mayor parte de las ofensas. “Lo ha pasado muy mal, la situación ha sido muy desagradable para ella. No entendía a cuento de qué venía todo esto. Poco a poco, va saliendo del tema. Me consta que los alumnos del otro centro han enviado una carta de disculpas”, reconoce el director del Obispo Perelló.
Mientras tanto, en la organización de la Copa Colegial no pueden estar más orgullosos de cómo se ha resuelto la situación. “Si yo tuviera hijos, viviese por el barrio y viese que hay un director que toma esta decisión, Santa María del Pilar sería uno de los posibles centros donde irían mis hijos. Ahí hay una persona que se toma la educación y el respeto como se la tiene que tomar un director”, confiesa Pablo Martínez-Arroyo, exjugador de Estudiantes y miembro destacado de la cúpula del baloncesto colegial.
Todas las partes implicadas coinciden en que este caso debe servir como ejemplo de lo que no se debe hacer en las redes sociales. “Faltar al respeto a los demás, encima de una forma pública, es algo que no lleva a ningún sitio bueno. Los chicos que luego van a querer encontrar trabajo de mayores e integrarse en una sociedad que les va a demandar una serie de valores y niveles de profesionalidad tendrían que tener mucho cuidado con esto que están haciendo”, reflexiona Martínez-Arroyo.
“Esto es un buen ejemplo de las consecuencias que pueden llegar a tener las redes sociales. Estamos hablando de una menor de edad. Se ha jugado con su imagen y honorabilidad. El daño causado es evidente. Entiendo que ha sido producto de unos alumnos lo suficientemente arrepentidos como para darse cuenta de que esto no puede volver a suceder y de que las redes sociales son muy positivas pero también tienen un cierto riesgo”, le sigue Pedro Hernández desde el Obispo Perelló.
“Como las redes sociales son un lugar donde uno puede verter lo peor de sí mismo y creer que eso lo ampara una especie de anonimato, que no pasa nada y no tiene consecuencias… Pues no, si uno hace una ofensa a personas concretas del otro equipo deportivo contra el que se jugaba la Copa Colegial, aunque sea en redes sociales, hay que ser contundente”, sentencia Leoncio Fernández, el director de un colegio, Santa María del Pilar, consecuente no sólo con lo que sus jugadores hacen dentro de las canchas, sino también fuera de ellas.