Era el protagonista. Las cámaras le buscaban. También sus compañeros. Todos miraban a Karim Benzema. Antes, durante y después. Era partido de Champions, su competición preferida. No era para menos, o salía por la puerta grande o quedaba ya finiquitada su etapa en el Real Madrid.
No había nadie que no hablara de él. Zidane, "contento por su gol pero con lo que hace en el campo en general, hace jugar mejor a los demás". Ramos, rendido ante su compañero: "Hace cosas que no hace el resto". Carvajal, sensato: "Puede dar este nivel o incluso más". Y Benzema, claro, reivindicativo: "Fue una gran noche, estoy muy orgullo de mi trabajo. Críticos siempre he tenido desde pequeño. No soy un delantero que siempre quiere marcar. Me gusta jugar para el equipo. Hoy lo pasé bien, marqué un gol, tuve mucho movimiento, muchas acciones...",
He ahí la clave. El 9 del Real Madrid no solo marcó (el 1-0 fue suyo, con un cabezazo tras pase de Carvajal). Luchó, se movió, corrió, llegó incluso a hacer esfuerzos defensivos y realizó un gran esfuerzo físico. También falló, porque además de su tanto, tuvo otras tres muy claras, que seguramente a un 9 haya que exigirle que sean gol. Pero en el deporte el error también existe. Nunca el Bernabéu le achacó el fallo, sino el pasotismo, la dejadez y/o la indiferencia.
A Benzema, y con ello al Madrid, le salió cara. Y fue así bien porque Benzema se transformó. Del jugador apático del último mes y medio al delantero total del partido ante el Nápoles, en el que fue el mejor y lideró al Madrid hacía la victoria final (3-1). El francés cambió por completo, quizá por escuchar ese himno de Champions con la que él es feliz. Benzema, y así lo confirmó el encuentro de este miércoles, es uno en partidos europeos y otros en partidos en España.
Parece difícil achacar a la casualidad el rol de Benzema. No es casual que sus participaciones en encuentros de Liga y Champions tengan tantas diferencias. Si en el torneo doméstico solo lleva cinco goles en 16 partidos jugados (seis tantos en 19 encuentros si se cuenta la Copa), en Champions lleva los mismos goles (cinco), en nueve partidos menos (siete). Si en España promedia un gol cada algo más de tres partidos, en Europa su coeficiente es de un gol cada 1,4 partidos. Son 39 goles ya en Champions con el Madrid en siete temporadas (y la presente octava), unas cifras muy superior de la media, dejando de lado los registros estratoféricos datos de Cristiano y Messi.
Tampoco es casualidad que la peor etapa histórica de Benzema en el Madrid haya sido justo los dos meses en los que no ha habido Champions, desde inicios de diciembre (último partido de primera fase, vs Borussia Dortmund) hasta mediados de febrero, con la aparición de los octavos. En Liga y Copa 'pasó', tocando fondo en Vigo, pero con partidos muy malos ante Málaga, Sevilla, Osasuna...
Al fin y al cabo, Benzema, en este sentido, podría ser la personificación del Real Madrid, un equipo que siempre ha tirado la Liga para ganar la Champions. No se puede criticar a Benzema una característica que la tiene el propio equipo. Son seis semifinales de Champions consecutivas, récord histórico del Madrid, tiempo en el que la fiabilidad en Europa no se quedaba en España: una Liga en esos seis años. La Champions siempre ha sido el torneo predilecto, pero que en muchos años ha entrado en conflicto con la Liga, como si ambos no se pudieran ganar a la vez.
Al final, se podría sacar la conclusión de que Benzema se ha estado reservando para la Champions, una hipótesis que sería grave, ya que el francés no es contratado solo para estos partidos. Lo que está claro es que, con actitud, el francés es una figura fundamental e imprescindible en el esquema del Madrid. Es el perfecto delantero para el estilo de Zidane, pero para ello debe querer el propio jugador. Querer y poder, porque aunque no sea el 9 clásico, fallar un mano a mano tampoco tiene explicación, que sí perdón.
¿Le merece la pena al Madrid tener un jugador que sobresalga en Champions y deje tantas dudas en Liga? Zidane contestará. Por ahora, sí. Y acabará siendo como todo en el fútbol. Si hay títulos, todo habrá sido un acierto. Si se acaba la temporada en blanco, el fin del mundo estará cerca. Y ahí se volverá a abrir el debate de Benzema, un delantero top en Champions, que es, guste o no, la competición que da más prestigio, más alegrías y más fama.
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