Son malos tiempos para la paz en el mundo del baloncesto: la guerra entre la Euroliga y la FIBA reavivada por la aparición de los partidos de selecciones durante la temporada, la encrucijada de los ascensos y descensos, la masificación del calendario… Todo afecta, en primera y última instancia, a los jugadores. El sobresalto permanente en el que vive la canasta mundial apenas les da pie a respirar tranquilos. De hecho, son los más indignados por el hecho de que los problemas sean denominador común y no rara avis. Que se lo digan a Alfonso Reyes (Córdoba, 1971), presidente de una Asociación de Baloncestistas Profesionales española (ABP) harta. Los protagonistas de lo que ocurre en la cancha no son decisivos también fuera de ella, a la hora de fijar el rumbo que debe seguir su deporte. Una dinámica que, de mantenerse y según Reyes, puede resultar fatal.

Antes de nada, hágame una cronología rápida de los hechos que han conducido a la situación que condenan: la irrelevancia del jugador en la toma de decisiones.

Todo esto empieza con una propuesta del secretario de Estado para el Deporte de conseguir una reducción de la ACB a 16 equipos, con la oportunidad que ofrece la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia con el tema del canon. De su desaparición o, al menos, adaptación, hacerlo más asequible.

Pasan las tres primeras reuniones, en las que solicito en varias ocasiones nuestra presencia, porque consideramos que los jugadores son parte fundamental, sobre todo en temas que afectan a su futuro profesional. No acepta que estemos, porque considera que no son temas de relevancia para los jugadores, y, después de insistir, en la cuarta reunión nos dice que sí podemos estar, pero cuando ya está todo decidido.

Incluso en la quinta, nos dice también que las anteriores reuniones no han servido de nada, que ahora empieza de nuevo, cuando al poco tiempo nos enteramos de que ya hay un acuerdo entre la Federación y la ACB. Que no ha sido ratificado en todos sus términos, pero que ya está hecho.

Mientras que el presidente de la ACB dice que el acuerdo por el que se suavizan las condiciones económicas para ascender es “una buena noticia”, usted lo tilda de “pacto nefasto para todos”. Desarrolle esa idea.

En todo este proceso, tenemos que decir que el CSD le ha hecho el trabajo a una minoría, como son los equipos de Euroliga, y a una competición, como es la Euroliga, que está fuera de su ámbito de actuación. Se supone que el CSD debe velar y proteger al deporte y al baloncesto español. Lo que está haciendo es defender los intereses de una competición externa, y eso es recalcable.

Nos parece positivo que se hayan rebajado bastante las condiciones para el ascenso. Pero sigue estando ahí la espada de Damocles de una posible toma de nuevo de la negociación de esas condiciones que habían pactado ACB y FEB. A cambio de 500.000 euros, se acepta un solo ascenso cuando desde un principio la FEB dijo que era irrenunciable que no hubiese dos. Si las condiciones se validan, creo que sería el momento de que la Federación parase ahí y renunciar a seguir negociando. Ya se ha conseguido el objetivo de mantener los dos ascensos y, sobre todo, hacer que sean asequibles. Si en la próxima asamblea los clubes deciden ir a 18 equipos, ese sería un buen objetivo.

¿Sería el número ideal de equipos de la ACB para ustedes?

Queremos 18 equipos. Es evidente que el calendario está hipersaturado para los jugadores de Euroliga, pero aquí en ningún momento se ha planteado plantar cara a la Euroliga, que es la que ha ido imponiendo cada vez un calendario más apretado. No se va a quedar así, sino que el año que viene van a jugarla 18 equipos, por lo que vamos a pasar de 37 a 41 partidos. Por esa misma regla de tres, pueden subir a 20. Por lo tanto, deberíamos reducir también nuestra liga por esa misma lógica.

Alfonso Reyes, primero por la derecha, en un homenaje durante un partido de la selección. FEB

Ha declarado que el baloncesto español se ha vendido a la Euroliga, que ya no es independiente. Esto también pasa con otras ligas. ¿Qué solución hay para cambiar estas circunstancias?

En Francia son 18 equipos, en Italia van a pasar de 16 a 18… Esto tiene que pasar por plantar cara a la Euroliga. No puede ser que esta mande sobre las ligas nacionales. Sin ligas nacionales, se acaba el baloncesto. Lo tenemos muy claro. Esto no es un espaldarazo ni mucho menos a las ventanas FIBA, que creemos que son otro dislate y metedura de pata. Pero al no haber podido contrarrestar a la Euroliga una competición a la que se acceda por méritos deportivos y con peso... Eso hubiera sido lo ideal.

Ahora mismo, ¿el panorama le resulta tan negro como para pensar en la desaparición de las ligas nacionales y en la existencia de una NBA a la europea, que sería la Euroliga?

Creo que ese es el objetivo de muchos: dar más fuerza a las ligas privadas, incluso desde nuestro propio baloncesto, que es lo triste. Cuanto más fuerte sea la Euroliga, que es su intención… Podría haber una convivencia si su sistema de competición fuera mucho más racional, pero la Euroliga es descaradamente voraz y va a intentar comerse todo lo que se le ponga por encima. Por eso temo también que puedan usar el año que no haya selección para ocupar ese espacio. También quiero decir que hasta ahora sólo hemos oído la opinión de Breogán en cuanto a los equipos LEB. Habrá que ver qué opinión tienen respecto al preacuerdo que hubo para limitar los ascensos a uno: limitar a la mitad las capacidades de acceder a la máxima competición.

¿Cómo es posible que ante calendarios cada vez más apretados y situaciones que le afectan directamente, como los ascensos y descensos, el jugador no tenga ni voz ni voto?

Esa misma pregunta es la que nos hacemos todos y es por la que hemos iniciado todo esto. Tenemos una campaña con la etiqueta #NoSinLosDeportistas, que ha tenido bastante repercusión. Al final, a algunos se les llena la boca con que los deportistas son lo principal, razón de ser, prioridad, pero a la hora de la verdad nos damos cuenta de que es sólo palabrería.

#NoSinLosDeportistas

¿La salud de los jugadores importa entre poco y nada?

Sí, es evidente. Al final, parece que los jugadores son lo último, y por eso nos estamos reivindicando y haciendo todo esto que estamos haciendo para que tenga repercusión. Espero que dé frutos.

Hablaba de las ventanas FIBA. ¿Por qué había que preguntar a los jugadores si querían pasar a disputar partidos de selecciones durante la temporada?

Lo que se pasa es la responsabilidad, de nuevo, a los jugadores, cuando no debe ser así. Estamos de acuerdo en que los jugadores tienen el derecho a decidir si juegan con su selección, pero que haya ventanas y que Euroliga no pare son problemas añadidos ante una falta de seriedad. El jugador siempre es el perjudicado, y hasta aquí hemos llegado. En Europa sí que hay un sindicato, UDE. Estuvo unos años latente y lo hemos resucitado ahora con las asociaciones francesa, italiana, alemana, checa, lituana, suiza, israelí… Estamos dándole vida para que haya un trabajo conjunto con el resto de compañeros europeos.

¿Qué opina de que este año haya un problema muy serio en cuanto a las fechas de celebración de la Copa del Rey por culpa de la guerra entre Euroliga y FIBA?

Hacemos que nuestro baloncesto dependa de Euroliga y eso es perjudicial para nuestro deporte. El baloncesto español tiene que ser independiente. No puede ser que la Euroliga marque la hoja de ruta de nuestros equipos y nuestra competición.

¿Usted también tiene la conciencia de que ya van demasiados años en los que no hay prácticamente entendimiento entre los grandes dirigentes de la canasta?

Aquí hemos visto, sobre todo por parte del CSD, que aquellos que deben velar por la salud y el bienestar de nuestro deporte hacen exactamente lo contrario: se arrojan en brazos de la Euroliga. Tenemos la sensación de estar muy solos en la defensa de todo esto. Por eso, queremos que los demás también se mojen y den su opinión. Si están con nosotros, que lo digan también. Que no clamemos en el desierto.

¿Le duele que se les vea como disidentes cuando la pieza fundamental del baloncesto son ustedes, los jugadores?

Nosotros, ahora mismo, somos los parias. Bienvenida sea esa sensación, porque sabemos que estamos haciendo las cosas bien, tenemos muy claro lo que queremos (el bien del jugador y, por ende, del baloncesto) y de esa postura no nos va a sacar nada ni nadie. No como otros que van cambiando según las circunstancias.

¿El nivel del baloncesto y del jugador español está condenado a descender de forma dramática si la situación sigue así?

Sin duda. Quiero poner un granito de optimismo y pensar que, al final, los dirigentes recuperarán el sentido y verán que esto que ha ocurrido no ha sido bueno para el baloncesto. El problema es que en los últimos años sólo hay malas noticias, a pesar de tener una liga con cinco campeones. Eso debemos aprovecharlo. También hemos tenido la mejor selección, o de las mejores del mundo, durante 15 años. Me temo que no hemos sabido aprovechar, ni estamos aprovechando, ese capital.

¿Y el interés del aficionado?

Va a ir disminuyendo, por supuesto. Si lo único que ve son problemas y que aquellos que deben velar por la salud de nuestro baloncesto intentan acabar con él, lógicamente perderá interés. Si todos los estímulos que tú envías son negativos, eso repercute. Nosotros somos el Pepito Grillo: denunciamos y estamos en la situación más desagradable, pero tenemos que hacerlo. Es nuestra obligación. Para nosotros, lo fácil habría sido estar calladitos, pero eso no va con nosotros. Estamos aquí para trabajar por el jugador y hacerlo lo mejor posible.

Alfonso Reyes, primero por la derecha, en un homenaje a su hermano Felipe. Víctor Carretero ACB Photo

¿Cómo se aclara que los deportistas no son máquinas ni superhombres? ¿Plantándose hasta que haya conciencia de que todo tiene un límite?

No lo sé. La Euroliga ha sido la que ha introducido la distorsión. Hasta que no paremos a la Euroliga… Además, tienen muy claro que el año que viene se van a 18 equipos, y el siguiente pueden ir a 20. Hasta que no se planten los clubes que se tienen que plantar, los propietarios de la Euroliga, aquí vamos mal. Encima, que percibas que hacen las cosas sin sentido no ayuda.

En el caso concreto de España, ¿la situación podría desembocar en una huelga de jugadores antes o después?

No, ese no es el planteamiento. Lo es el denunciar lo que está pasando e intentar cambiar las cosas.

Las ligas FEB ya estaban desprotegidas, pero entiendo que ahora lo van a estar más.

Depende de sus clubes. Si aceptan esta situación, que se atengan a las consecuencias. Breogán ha marcado el camino. No entendería que los clubes aceptasen la reducción de sus capacidades para el ascenso a la mitad por 27.000 euros al año. Allá ellos. Nosotros pensamos que eso es absolutamente perjudicial para esos clubes, pero cada uno puede hacer lo que quiera.

José Ramón Lete le ha decepcionado. ¿Y Jorge Garbajosa?

El que se hayan suavizado en gran medida las condiciones de ascenso es una buena noticia. Pero el acuerdo debe quedarse ahí. Si la FEB no se compromete, una vez validadas las condiciones por la CNMC, a renunciar a seguir negociando un ascenso a cambio de contraprestación económica, contará con nuestra más firme oposición.

¿Qué le dicen los jugadores LEB y ACB con los que ha podido hablar?

Están anonadados, incrédulos. Aunque alguno ya se espera cualquier cosa. Hay estupefacción, como no puede ser de otra manera.

Según ustedes, hay otro elemento de clara desprotección hacia el jugador, en voga estos días: el derecho de tanteo. Con el caso de Jaime Fernández, por ejemplo.

Sí, el convenio lo dice muy claro: hay que igualar todas las condiciones del contrato, incluida la cláusula de rescisión. Independientemente del montante de esa cláusula. Si se incumple el convenio, ¿qué más podemos hacer? Habrá que denunciarlo y exigir que se cumpla.

Y del tema de los pasaportes ya ni hablamos.

Hasta ahora, tenemos problemas que no se van solucionando, sino que se van sumando otros más. Lamentable, sobre todo en el caso de los pasaportes falsos. Está ya en trámites judiciales y poco hay que decir, porque tiene que decidir el juez. Habría que perseguir a los inductores, patrocinadores y promotores de estas prácticas ilegales.

Alfonso Reyes en una entrevista radiofónica. Libertad Digital

El jugador volverá a ser respetado en el mundo del baloncesto, según ustedes, si…

Si tiene voz y voto en todas las decisiones que sean de su incumbencia. Eso pasa por estar en la comisión ejecutiva de la Federación. Todas las asociaciones están en sus respectivas comisiones menos nosotros. También pasa por que, en la próxima Ley del Deporte, el deportista sea, efectivamente y no de boquilla, clave y absolutamente necesario en esa toma de decisiones. Con autoridad y teniéndose en cuenta su opinión.

¿Cómo va a luchar la ABP para conseguir ese respeto hacia el jugador español?

Creo que lo estamos haciendo, y bien. Vamos a seguir quejándonos y denunciando las situaciones que consideramos que no son buenas para los jugadores. Y, por tanto, para el baloncesto. Aquí no se trata sólo de defender al jugador. Defendemos al jugador porque sabemos que esa defensa es buena para el baloncesto. Creemos que defender al jugador es defender al baloncesto.

Si dentro de un año repitiésemos esta entrevista, ¿qué le gustaría poder contarme?

Que hay una liga de 18 equipos en la ACB, que se han materializado los dos ascensos y descensos y que Euroliga ha recobrado la cordura porque los clubes se lo han impuesto. Que se ha vuelto a una liga europea con más equipos, pero con otro sistema de competición, de grupos por ejemplo. Que estamos dentro de los órganos ejecutivos de la Federación, que el Consejo Superior de Deportes también ha vuelto a recobrar el sentido y que estamos trabajando codo con codo con el resto de asociaciones y deportistas en la elaboración de la nueva Ley del Deporte. No es mucho pedir, ¿no? También me gustaría que el porcentaje de jugadores de formación subiese, que hubiera menos rotación de jugadores, que la afición volviera a engancharse al baloncesto… Muchas cosas, pero con eso vamos tirando (risas).

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