1978. Pretemporada de la NCAA. Los Fullerton Titans de California State se miden a los Spartans de Michigan State, en los que juega un chaval que a buen seguro les sonará: Earvin 'Magic' Johnson. Su equipo gana el amistoso por un punto, pero la futura leyenda del baloncesto sufre un tapón a manos de Calvin Roberts. Pasarán los años y aquella acción anecdótica formará parte del “mejor momento” de la carrera de ese ala-pívot de dos metros, que sólo completó dos de los cuatro años del ciclo universitario (15,8 puntos y 9,4 rebotes de media).
Puede que le recuerden en Lugo y Gran Canaria. Jugó en España entre 1988 y 1990, con 21,3 puntos y 11,3 rebotes de promedio. Antes, en Turquía (Fenerbahçe en dos etapas, Çukurova y Galatasaray), Canadá (Toronto Tornados) e Italia (Sabelli P.S.Giorgio). Después, en Israel (Hapoel Holon y Hapoel Tel-Aviv). También pasó por Francia y Austria. Pero nunca estuvo en los San Antonio Spurs, que le eligieron en el puesto 83 del Draft de la NBA (cuarta ronda) allá por 1980.
Una espinita clavada de la que Roberts, tanto tiempo después y ya con 61 años a las espaldas, quiere resarcirse. Cuando fue drafteado, probó con los propios Spurs, Los Angeles Clippers y los Atlanta Hawks, pero sin suerte. Tuvo que desarrollar sus 15 cursos como profesional fuera de Estados Unidos. Ahora, ya jubilado de las canchas, piensa mucho más en serio en hacerse un hueco en la mejor liga del mundo.
No le importa ser casi 40 años mayor que el jugador de más edad seleccionado en el pasado Draft. Tampoco superar en más de dos décadas (21 años) a Vince Carter, el más veterano de la NBA. Está decidido a “salir ahí fuera, ir contra los mejores y los más jóvenes”. “Me harán jugar mejor, y sólo hay una meta que tengo que alcanzar. No voy a dejar que nadie me aparte de mi camino para conseguirla”, reconoce.
Calvin tiene cinco hijos y dos nietos, pero quiere una segunda oportunidad en la cúspide de la canasta a toda costa. Durante el último año, escribió cartas hasta a ocho de los mejores equipos estadounidenses, incluidos los Spurs. Quería conseguir una invitación para disputar la liga de verano de Las Vegas que arranca este viernes, pero nadie le respondió (también intentó contactar sin éxito con la popular presentadora televisiva Ellen DeGeneres). La máxima veteranía que se ha permitido la franquicia que le eligió en su día en el Draft han sido los 29 años del novato Jeff Ledbetter. Da igual que Roberts lleve entrenando desde enero, con el gimnasio, las pesas, el running y la buena alimentación a la orden del día. Tanto como para intentar ponerse en “la mejor forma” de su vida.
Estaba convencido de que este era su año, porque se ha exigido al máximo, como no lo hizo hace 37 años. Mide 2,07 metros, pesa 111 kilos y estaría dispuesto a jugar en cualquier posición, “incluso de pívot”. Su instinto de “mantenerse tirando hacia adelante” es un ejemplo de superación para todos. También para su mujer, Noemi. “Tiene la voluntad, y cuando la tienes hay un camino”, admite, deseosa de poder ver jugar a Calvin por primera vez. Desde que se mudaron a Las Vegas en 2014 y Roberts vio a varios chavales que, a su juicio, tenían tanto talento como él, tuvo claro que iba a volver a tomarse muy en serio el baloncesto.
Claro que le gustaría militar en San Antonio. “Algo vieron en mí para draftearme. Es mi equipo por eso. No voy a renunciar a jugar allí. Son un gran equipo, y Popovich un gran entrenador, e inteligente. Nos podríamos entender porque ambos somos mayores. Él me inspiró”, ha contado Calvin. Tim Duncan ha sido otro de los espejos en los que mirarse: “Me enseñó que el deseo puede existir (a cualquier edad). Es el único que me hizo empezar con esto”.
Roberts estaría dispuesto a analizar a otros jugadores como Blake Griffin y Anthony Davis y a ver vídeos suyos “para que supiesen que estoy aquí”. Pero tampoco busca hacer historia si lograse la entelequia de jugar en la NBA a su edad. “Me perdí algo y mi corazón y mi alma todavía están puestos en esto. Después de empezar a entrenarme otra vez, algo en mí hizo 'click'. Me dije a mí mismo '¿Por qué no?'. Creo que puedo hacerlo […] Una vez que empiezo algo, nunca me rindo”, asevera.
Por eso, si Calvin sigue sin recibir la llamada que cambie su vida, que le devuelva al parqué tras la retirada, no cejará en su empeño. “Voy a comprar una entrada, me sentaré en mi asiento, estaré allí y haré que todo el mundo sepa que lo estoy [...] Sé que me estoy haciendo mayor, no digo que no piense en eso, pero siento, en mi cuerpo y en mi corazón, que todavía estoy en buena forma. Y mientras haya un equipo de la NBA ahí fuera que quizá esté interesado en mí, voy a seguir empujando. Voy a seguir intentando provocar una impresión en alguien que lleve a que quizá me den una oportunidad o me dejen ir a entrenar con ellos, pero no me voy a rendir”, sentencia.
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