El baloncesto es mucho más que números. También tiene mucho de sensaciones. Aunque, a veces, el buen feeling va acompañado de estadísticas grandilocuentes. Díganselo a la España del debut en el Eurobasket, que presentaba esta casi perfecta hoja de servicios ya al descanso: 51 puntos (12/20 en tiros de dos, 4/7 en triples y 15/20 en tiros libres); mención especial para los 10 (18 finales) de un Willy Hernangómez poseído por Hakeem Olajuwon. 13 asistencias; la palma para un Sergio Rodríguez que, simplemente, fue él mismo, con su magia siempre a cuestas (acabó con 10 pases de canasta). Y para un Ricky Rubio que también aportó buena parte (cinco) de los nueve robos del equipo en la primera mitad. Tres pérdidas y cinco tapones (dos de Pau Gasol, otro que hizo muy bien de sí mismo, pero, y esta es la mejor noticia, sin ser imprescindible) completaron un festival de apertura harto complicado de asumir para Montenegro. Los hombres de Scariolo no ganaron: arrollaron, y de lo lindo [Narración y estadísticas: 99-60].
Ni el más optimista podría haber imaginado un estreno tan plácido para los nuestros en Rumanía. Después de los sustos de la primera jornada, a cargo de Finlandia (tumbó a Francia) y Georgia (acabó con Lituania), confianzas las justas. Una selección con jugadores de la talla de Vucevic, Dubljevic o Rice no parecía una maría precisamente. Pero, muy a su pesar, Montenegro fue un rival menor. Sólo el acierto exterior de los primeros minutos le dio algo de gloria. Toda la restante fue para una selección española cuyo baloncesto apenas encontró tacha en el estreno continental en Cluj-Napoca. Puestos en valor los números, llega el turno de las sensaciones: el aficionado puede sonreír, y mucho, al saber que 56 de los 99 puntos de España vinieron desde el banquillo. Hay presente, pero también futuro.
El presente lo ponen los sospechosos habituales, desde luego. Por Pau Gasol no pasan los años en los torneos FIBA. Haga lo que haga, brilla sobremanera. Anota, defiende y lidera. Su hermano Marc también está fino. En su caso, lo que se advierte es que parece que no hubiese causado baja en el equipo nacional los dos últimos veranos. Hasta Navarro, al que quizá muchos ya no esperasen, aportó lo suyo en los minutos en los que estuvo en pista; ya se le veía algo más atinado que últimamente en la preparación. Y qué decir de los minutos mágicos del Chacho desde el banco. Jugó e hizo jugar, mutó en fácil lo difícil y suyo fue el crédito de los highlights del encuentro. Si España está de Rodríguez, casi nada puede salir mal.
A la vera del canario, pero también por voluntad propia, Willy Hernangómez borró del mapa a los gigantes montenegrinos; apenas se supo de Vucevic, y menos de Dubljevic. El menor de la saga, Juancho, también dejó a la vista su buen momento de forma: puntos, rebotes y robos. Además, Álex Abrines, en los primeros compases, dejó claro que su protagonismo en el último amistoso ante Lituania puede no haber sido flor de un día. Porque suya fue la reacción más formidable en ese inicio que significó el momento más comprometido de todo el partido para España. Y también el único susto reseñable del duelo, en forma de posible lesión.
Todo parecía visto para sentencia tras una primera mitad de ensueño. Y así fue: los 20 minutos restantes no aportaron demasiado. A España le sobró plenitud hasta en la gestión de las faltas (apenas se cometieron). Montenegro se agarró a lo único que le dio algún rédito de interés, el triple, para intentar recuperarse de un bofetón tan rotundo como el de los dos primeros cuartos. Aun así, fue imposible recuperarse del mazazo, por mucha voluntad que le pusiese Pavlicevic. Los favoritos supieron seguir manejando el buen trabajo de la primera mitad con convicción y sin demasiados problemas.
Si las prestaciones fueron de sobresaliente en ataque, no se quedaron atrás en defensa. Los correteos juguetones tan bien dirigidos por Ricky Rubio y el Chacho no habrían sido posibles, con su cénit antes del descanso, sin enseñar músculo, también, atrás. Los bases tuvieron mucho que ver con sus robos, pero no se quedaron atrás los interiores, con de nuevo una labor fundamental de Willy (máximo reboteador del encuentro con nueve capturas). Qué mejor manera de celebrar los 200 partidos de Pau Gasol como internacional que un baño de confianza para iniciar un nuevo Eurobasket. Todo terminó como empezó: con triples. Aunque, esta vez, los anotó el defensor del título, cargado de nuevas reivindicaciones como las de San Emeterio o Sastre. De momento, lo viejo y lo nuevo no pueden combinar mejor en esta España. Que dure. Este sábado, República Checa.