Tomas Hampl: el MVP de la EBA que pudo convertirse en Sabonis
El pívot checo, ex del Bilbao Basket, consiguió la valoración más alta de la temporada en la canasta nacional con 60, a seis puntos del récord del mito lituano. EL ESPAÑOL habla con él sobre sus 12 años en nuestro país y su próximo objetivo: llevar a la élite al Igualatorio Cantabria Estela.
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Sábado 6 de enero de 2018. Al Igualatorio Cantabria Estela de Santander le ha venido a visitar el mejor Rey Mago posible en Mondragón: Tomas Hampl (Hradec Králové, República Checa, 1988). El pívot checo, 'techo' de la EBA gracias a sus 2,15 metros de altura, acaba de resultar fundamental para que los cántabros ganen en tierras vascas por 76-84. ¿Cuál ha sido su regalo? 38 puntos (15/15 en tiros de campo y 8/13 desde el tiro libre), 16 rebotes, dos asistencias, dos robos y 14 faltas recibidas. O, lo que es lo mismo, 60 de valoración. La más alta de la temporada en el baloncesto español (Fernando San Emeterio hizo 42 en ACB, por ejemplo).
Una cifra simbólica al quedarse cerca de récords históricos como el 66 de Arvydas Sabonis (tope ACB) y Pablo Ibáñez (EBA). También se atisba no muy lejano el 65 de Darrell Washington (LEB Oro), el 62 de Aleksander Marcius (LEB Plata) y Gisela Vega (Liga Femenina 2) y el 61 de Amaya Valdemoro (Liga Femenina). Por supuesto, Hampl fue el mejor jugador (MVP) de la decimoquinta jornada de la cuarta competición de nuestra canasta. Aunque, en un primer momento, ni él mismo se tomase en serio su gesta.
“Alguien me dijo que había hecho 60 de valoración, pero pensaba que me estaba gastando una broma. No me lo creía. Cuando me empezaron a dar la enhorabuena, vi que era verdad”, desvela Hampl a EL ESPAÑOL. “Casi no me lo creo ni yo. Nunca en mi vida me había pasado algo parecido, ni cuando era júnior en la República Checa”, reconoce también.
No para de dejar claro que aquel encuentro fue uno más. Por mucho que, en cierta medida, no lo fuese. “Sabíamos que iba a ser un partido muy difícil. Jugamos en casa del Mondragón, en una cancha muy fría. Además, después de dos semanas de vacaciones. Intenté estar muy concentrado y hacer todo lo posible para facilitar las cosas al equipo. Empezamos bien, luego ellos se despertaron y empezaron a jugar. Nos costó mucho ganar”, recuerda.
A pesar de su actuación, Hampl antepone el éxito colectivo a su hazaña individual. “Fue todo muy igualado y gracias a mis compañeros pude conseguir estos números. Pero al final es sólo un partido, no significa nada. Queremos ganar la liga o estar lo más alto posible en la tabla. Si hago esos números y no ganamos, no sirven para nada”, puntualiza. De hecho, el Estela es mucho más que su líder checo: ahí está la tabla (primeros de la conferencia A-A de la EBA) para demostrarlo.
“Tenemos todo tipo de jugadores. Hay gente que defiende muy bien, que sabe tirar de fuera, que juega muy bien dentro… Juntas todo eso y no hay sólo un jugador que meta 20 puntos. Tenemos cinco que son capaces de meter muchos puntos. Es muy difícil defendernos. Hay varios jugadores importantes, con calidad. Hasta en el banquillo”, analiza Hampl. Normal que su récord sea una anécdota más que otra cosa: “Si antes del partido me dices que voy a meter cinco puntos y a coger cinco rebotes, y que ganamos, te lo compro”.
Bilbao, el quid de la cuestión
El checo, que se enteró del hito de Sabonis después de protagonizar el suyo, ya lleva 12 años en España. El Bilbao Basket apostó por él y, mientras se fogueaba en el Santurtzi (EBA y LEB Plata), llegó a gozar de minutos en la cima de nuestro baloncesto. Y en la del europeo. “Estuve con jugadores como Álex Mumbrú, Axel Hervelle, Raúl López y muchos más. Fueron cinco años en los que entré en el baloncesto profesional serio de verdad. Aprendí mucho de deporte y de vida. Nunca se me va a olvidar. Ni me imaginaba que iba a jugar la ACB, la Euroliga o la Eurocup. Que iba a llegar tan lejos”, vuelve sobre esa etapa.
Una que, por cierto, ha sido clave para aterrizar en Cantabria. Después de un paso muy digno por la LEB Oro (ayudó a devolver a la Liga Endesa al Andorra, ganó la Copa Príncipe con el Palencia y llegó hasta las semifinales ligueras con el Coruña; también jugó en Lleida), decidió bajar al barro. Una llamada del entrenador Rafa Pueyo, con el que coincidió en el Botxo, le convenció para llegar a Santander. También influyeron su novia (“había que pensar un poco en la vida familiar”) y un proyecto, el del Estela, con visos de futuro.
“Están intentando ascender y crear, entre comillas, un club nuevo. En Cantabria no hay ningún club grande. Hace años estaba el Lobos y funcionaba todo. El baloncesto tiene historia aquí. Me llamaba mucho la atención estar en un proyecto que quiere crecer. Me gustaría ver hasta dónde vamos a llegar”, se muestra curioso Hampl. El equipo ya se quedó al borde del éxito en su primera temporada en él.
“En la Final Four, en el último partido que decidía si ascendíamos o no, perdimos. A veces, me parece que, con el sistema que hay, es más difícil ascender de EBA a LEB Plata que ganar la Euroliga”, se lamenta el interior. Lo bueno es que aún está a tiempo de subir este año. Si eso ocurre, quién sabe si Hampl no podría conseguir lo único que le falta en España: ascender de LEB Plata a LEB Oro.
Entre canasta y canasta, muchas visitas a los montes cántabros, siempre provisto de una cámara de fotos. La naturaleza le gusta casi tanto como entrenar. Porque Tomas ya lleva un año y medio en el equipo benjamín del Colegio San Agustín santanderino, y no le ha ido mal: ellos también jugaron su particular Final Four y quedaron terceros a nivel autonómico. No le importaría ser entrenador de cantera en un futuro. O chófer, porque los coches también le apasionan.
La verdad es que Hampl no echa demasiado de menos su tierra. Ni la selección checa, a la que accedió con 16 años hasta llegar a ser internacional absoluto. Vio crecer a Jan Vesely (“sabía que iba a ser uno de los mejores jugadores del país”) y confía en el buen hacer de Tomas Satoransky y otros jugadores jóvenes que vienen pisando fuerte. Tampoco le quita el sueño volver (o no) a la ACB.
“El problema es que yo siempre cuento como jugador extranjero. Por dos o tres meses, perdí la posibilidad de contar como español. Cuando llegué a Bilbao, jugué directamente con los séniors. Por eso cuento como europeo. Muchas veces, era uno de los últimos fichajes del equipo. Tenía que esperar hasta el final del verano para saber si me cogían o no. No es muy cómodo. No sabes si te quedas en la calle o vas a entrar en la plantilla”, asevera.
Si la élite vuelve a llamar a la puerta de Tomas Hampl, que sea en Santander, la ciudad que le ha hecho tan feliz en la cancha y fuera de ella. Él no puede tenerlo más claro: “Estuve en Bilbao cuando el equipo llegó desde la parte baja de la ACB hasta la Euroliga. ¿Por qué no podría hacer algo parecido con el Estela, subiendo poquito a poquito? No digo hasta Euroliga o ACB, pero paso a paso”.