La irrupción de Donald Trump en la vida política norteamericana consternó a más de uno y más de dos. El magnate no está viviendo una etapa fácil como propietario de la Casa Blanca y eso que aún no ha cumplido dos años en el cargo y todavía tiene que enfrentarse a las elecciones de mitad de mandato que se celebran este 2018. Pero al líder del mundo libre no le importa lo que la gente piense de él. Es proclive a enfadar a colectivos con sus anquilosadas políticas.
Desde que las urnas decretarán que sería el sucesor de Barack Obama, Donald Trump no ha dejado de granjearse enemigos y sobre todo en el ámbito deportivo. A pesar de contar con el apoyo de grandes figuras de este ámbito en Estados Unidos como Tom Brady o dueños de equipos de la NFL, el Presidente ha conseguido poner de acuerdo a todos ellos debido a su capacidad para sacar la lengua a pasear. Pero también 'regala' los oídos de los jugadores de la NBA.
Trump contra LeBron
El presidente ha vuelto a la carga contra uno de los mejores embajadores de Estados Unidos. LeBron James recibe, una vez más, las iras de Donald Trump. Esta vez, el mandatario y magnate ha lanzado su dardo contra 'El Rey' tras unas declaraciones de este en una entrevista.
Después de que el flamante jugador de Los Ángeles Lakers inaugurara un colegio para los niños más desfavorecidos, habló ante los micrófonos de CNN donde repasó la actualidad de la NBA pero no perdió la oportunidad de criticar la gestión de Donald Trump. Aseguró que "utiliza el deporte para dividirnos y es algo que no puedo soportar".
La respuesta del presidente de Estados Unidos no se hizo esperar. A través de su perfil oficial de Twitter, el mandatario norteamericano declaró que al alero de Akron le ha entrevistado "el hombre más tonto de la televisión" - refiriéndose a Don Lemon -. "Ha hecho parecer a LeBron inteligente, algo que no es sencillo", concluía el 45º presidente norteamericano.
No es la primera vez que Donald Trump se mete en el fango y abandona su estatus de presidente para convertirse en un tuitero más. Ya respondió a Stephen Curry cuando los Golden State Warriors declinaron acudir a la Casa Blanca para ofrecer el título. Algo que no había ocurrido. El presidente aseguraba que ir a la Casa Blanca "es un honor para un equipo campeón" y señalaba al base de los de la Bahía al que acusaba de "dudar".
La NFL también le da la espalda
No contento con enfadar a gran parte de la NBA, el presidente Trump también tiró a dar a una de las ligas más importantes del mundo. El fútbol americano mueve en Estados Unidos millones de dólares y los jugadores son considerados dioses del Olimpo del deporte americano. Pero al bueno de Donald no le importa enfangarse. El racismo, de nuevo entraba en escena.
En un partido de la pretemporada de 2016, Colin Kaepernick, entonces quarterback de los San Francisco 49ers, hincó la rodilla en el suelo mientras retumbaban los acordes del himno de Estados Unidos en la megafonía del estadio. El jugador aseguró que no quería mostrar orgullo por un país que "oprime a la gente negra". Trump, por aquel entonces en la carrera por la presidencia, le instó a buscarse "un país al que se adaptara mejor".
Los jugadores de la NFL, tras esto, siguieron su ejemplo, cansados de los desaires de Donald Trump hacia los jugadores de la liga, a los que llegó a calificar como "hijos de puta". Desde entonces, la guerra entre la competición y la Casa Blanca no ha cesado. Esta batalla dialéctica que aún perdura le ha costado, a su vez, perder apoyos importantes al líder del mundo libre.
Uno de ellos fue el dueño de los Dallas Cowboys. Jerry Jones fue uno de los hombres que más confió en Trump. De hecho, el empresario donó dinero para la causa republicana y, posteriormente, se decantaría por el magnate en las presidenciales de 2016. Sin embargo, todo cambió cuando el presidente tocó a los suyos. Durante el himno, Jones se unió a sus jugadores, mostrándoles su apoyo ante las palabras del que fue su 'preferiti', e hincó la rodilla antes del inicio de un partido.
Los apoyos del presidente van menguando. Y es que ha pinchado en hueso con sus dardos hacia dos de las ligas más poderosas del mundo y que más ingresos generan. Dos enemigos a los que Trump no debería haberse enfrentado, pues son los ídolos de millones de personas y, por supuesto, de posibles votantes del presidente.
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