Me propuse hace un tiempo volverme un ser más amoroso, cercano y simpático que lo que fui en mis orígenes. Algo así como un político en campaña electoral perpetua. Si tengo que faltar, falto; pero con elegancia, con ironía. Si tengo que ignorar, ignoro; todo sea por no darle pábulo a tres o cuatro mamarrachos con ganas de un poco de atención. Si tengo que bloquear, no lo hago, porque me gusta seguir pulsando el ambiente cada día para no alejarme de la cruda realidad. Esa realidad en la que hay mucho carroñero merodeando en los alrededores de los pabellones. Y de las redes.
Mucho carroñero o mucha rata. Repugnante roedor puesto de moda en nuestro panorama de un tiempo a esta parte. Y, en fin, que me he cansado de esa actitud impostada y nada sincera que me había autoimpuesto. Y aquí estoy, escribiendo esto dirigido a una rata en concreto. A una rata que ultimamente no para de roer el mismo queso podrido. Una rata que no cesa de escarbar el mismo agujero en la pared. Y una rata que, al final, volverá a caer en la misma trampa de siempre.
Porque esa rata eres tú. Tú, que sigues sin entender que en enero no se gana ningún título. Tú, que sigues sin comprender que los deportistas tienen rachas buenas y rachas malas. Tú, que no procesas que es imposible rendir a altísimo nivel cada partido en competiciones tan largas y tan exigentes como las que acostumbramos a visionar y comentar. Tú, que sigues queriendo encender todas las alarmas a las primeras de cambio en las que tu equipo no tiene una semana en condiciones. Tú, que defenestras a un jugador cuando falla los tiros que se supone que hasta Echenique metería. Lo siento, pero la culpa no es mía, ni de dónde tuiteo, ni de lo que ponía: la rata eres tú.
Y ahora, con la Copa de Málaga a la vuelta de la esquina, tienes una oportunidad de oro. Tienes el queso en la trampa esperando a que vayas a comértelo. Puedes ir y demostrar lo que eres o puedes bordearlo y madurar de una maldita vez. Aprender de los errores. Rectificar. No sé, evolucionar. Puedes animar a tu equipo y confiar en que todo va a ir bien o puedes sentarte en tu silla con el cuchillo entre los dientes dispuesto a escrudriñar lo que aseguras que tú harías mejor y a despellejar a todo el que consideres que no rinde como debería.
Ya está bien, hombre. Relájate y disfruta. Déjate llevar. Tenemos por delante un fin de semana tan apasionante como impredecible. No exijas imposibles. Ganará el que mejor lo haga y el que tenga ese puntito de suerte imprescindible en todo deporte. Las notas, como siempre, en junio. Y mientras tanto, camisetas a 17,90 en mi tienda virtual. Feliz Copa.