Cada vez que se conoce un relato de este tipo surge la amarga duda de por qué personajes como Claudio García consiguen llegar a algo en el mundo del deporte. El calvario que tuvo que sufrir la jugadora portuguesa Sara Djassi durante su estancia en el Ciudad de los Adelantados, ahora Ciudad de La Laguna Tenerife, fue absolutamente insoportable.
Sara juega actualmente en el Manchester Mystics de la WBBL, aunque no ha olvidado la pesadilla que vivió en el Clarinos, equipo de la Liga Femenina 2, cuando su entrenador tuvo un trato vejatorio con ella durante toda la temporada. Han pasado ya cuatro años, pero Djassi no ha olvidado ni las palabras que le decía ni sola que se llegó a sentir cuando nadie le apoyó o cuando nadie intentó defenderla.
Por eso, y tras haber reunido fuerzas tras escuchar el testimonio de una compañera, ha decidido escribir una carta donde relata, de forma perfecta y detallada, como era la convivencia de su entrenador y qué trato recibía, además de todas las complicaciones que tuvo para escapar de aquello. La carta ha sido publicada por Columna Cero.
Mi nombre es Sara Djassi, soy de Portugal y he estado jugando baloncesto profesional desde 2015. En la temporada 2015/16 jugué para un equipo llamado Ciudad de los Adelantados en Tenerife (actualmente, se llama Ciudad de La Laguna Tenerife) que estaba compitiendo en la Liga Femenina 2.
Cuando vi la entrevista realizada en Columna Cero a mi compañera Laura Chahrour (en la que admitió que el peor momento de su trayectoria deportiva fue en este equipo por no tener entendimiento con el entrenador, Claudio García) me dio fuerzas para hablar públicamente y compartir mi propia experiencia en el Clarinos.
Durante mi etapa en el club tuve la peor experiencia de mi vida. Mi relación con Claudio García, el actual entrenador, nunca fue saludable desde el principio. Incluso, a veces, hacía comentarios inapropiados hacia mi persona que me hicieron sentir realmente incómoda. Por ejemplo, 'Tú, portuguesa, tienes un buen culo'.
A partir de ese momento me convertí en una especie de autoproducto sobre la vestimenta que usaría. No quería usar la ropa que me proporcionada el club porque los pantalones cortos eran demasiado ajustados.
Además de esto, solía preguntarme varias veces si tenía novio y quería saber si él estaba en Tenerife. Incluso me dijo que, si tuviera uno en la isla, lo descubriría porque conoce a todo el mundo. Desde ese momento me sentí impotente. Aunque hice mi trabajo en la cancha, mi comportamiento cambió.
Evitaba hablarle o incluso mirarle. Sé que no fue la mejor conducta... Pensé que me castigaban porque siempre era la última persona a la que le pagaban, unos 15 días después de la fecha de vencimiento. Yo sabía a ciencia cierta que a mis compañeras de equipo se les pagaba a tiempo.
En este contexto, me encontré infeliz y pensé en no regresar después de las vacaciones de Navidad. Así que mi exagente se puso en contacto con Claudio sobre mi intención de dejar el club. Tuvimos una reunión donde se disculpó por su comportamiento abusivo, dijo que estaba dispuesto a cambiar. Él quería que siguiera formando parte del equipo porque era una buena jugadora y tenía todo para mejorar mi nivel de baloncesto. Sin embargo, nada cambió después de esa reunión y cuando volví continuó comportándose exactamente de la misma manera.
Los comentarios más ofensivos
Hubo momentos durante las sesiones de entrenamiento que gritaba en voz alta '¡Chúpame los huevos!' y '¡Me cago en mi puta madre!'. Esto es solo para que se hagan una idea... Como nadie reaccionó, pensé que era un comportamiento aceptable desde que lo noté desde el comienzo de la temporada.
La primera vez que traté de abordar su comportamiento hacia nosotras, me echaron del entrenamiento. Nunca tuve el apoyo o la protección de los demás miembros de la entidad. Además, Claudio dejó claro que nadie estaba por encima de él y que no importaba lo que yo dijese, porque no me creerían.
Todavía recuerdo que durante un partido contra Cáceres, estaba agresivo y tan enfadado con las jugadoras que nos llamó 'putas'. Estaba tan enfadado específicamente conmigo que, después del partido, compró comida para todo el equipo excepto para mí. Yo pensaba que era por la relación distante que teníamos.
El 29 de enero de 2016, le envié un mensaje al fisioterapeuta y a Claudio indicando que mi rodilla estaba hinchada y necesitaba recibir algún tipo de tratamiento. Pero el fisioterapeuta me mandó un mensaje diciendo que no podía ir esa semana porque estaba muy ocupado. En este contexto, le envié un mensaje al entrenador diciéndole que me dolía la rodilla, pero lo ignoró. Cuando llegué al entrenamiento, me obligó a ejercitarme.
Lo intenté, pero no pude correr debido al dolor que sentía. Entonces, empezó a gritarme y a decir que ya no me pagarían. Cuando decidí abandonar el gimnasio por su comportamiento agresivo. Claudio García cerró la puerta y me dijo que no saldrá de allí. El entrenador se paró frente a la puerta y me empujó duramente tres veces con su cuerpo.
Como esto pasó al comienzo del entrenamiento, los demás entrenadores estaban allí y no hicieron nada para detenerlo. Tampoco dijeron nada. "¡Tú misma! No vas a ir a ninguna parte. ¡Yo soy el presidente!", dijo García. La situación era tan ridícula e increíble que mi única vía de escape del gimnasio fue arrastrándome entre sus piernas. Mientras, él apretaba mi cintura para evitar que pudiera escapar.
Sin ayuda
Lo triste es que intenté contactar con Roberto Marrero (en aquel entonces, vicepresidente) y el presidente (Claudio García padre) del club para intentar evitar toda esta situación y explicar cómo me estaban tratando. Sin embargo, no quisieron hablar conmigo. Sé que una de las cosas que protegieron a Claudio fue una carta popularmente conocida como el Reglamento General, con procedimientos disciplinarios que usó en mi contra. Todas las jugadoras tuvieron que firmarlo antes del inicio de la temporada. Así que lo usó para castigarme con sanciones, como el del 100% de mi salario completo.
Llegados a este punto, solo quería estar a salvo y era consciente de que esto no era correcto. Fui a denunciar a la Policía en San Cristóbal de La Laguna, pero me dijeron que no podían hacer nada por faltas de pruebas. Después de esto, no quise representar más al equipo. Pero una vez más, Claudio complicó la situación: dijo que no podía liberarme porque supuestamente fui la responsable de desperfectos en la casa en la que residía (había una silla rota y una cerradura rota) y me hicieron tratamientos en las rodillas sin el consentimiento del equipo. Se me ocurrió la inteligente idea de sacar fotografías de la vivienda e imprimir todas las conversaciones al respecto, que todavía almaceno.
Una vez, me sentí muy impotente y enojada conmigo misma. ¡No podía creer que realmente me controlara! Entonces corrí a nuestro edificio y fui directamente a una especie de cuarto de lavandería donde solíamos lavar la ropa para él. ¡Por primera vez en mi vida pensé en desaparecer por un momento! Sentí que mi vida no valía la pena. ¡Nada sería más doloroso que lo que me estaba pasando!
Me siento culpable. Sentí que no podría haberme causado todo ese dolor porque podría haber dejado al equipo en diciembre, como hizo una de mis compañeras. Ella me animó, me dijo que podíamos irnos juntas y que todo estaría bien. Sin embargo, mi mayor preocupación era no ser capaz de mantener a mi madre financieramente, ya que ella estaba desempleada en ese momento.
En el final de este proceso, mi exagente contactó con la Federación Española de Baloncesto para liberar mi ficha. Pero no me ayudó a narrar mi experiencia en el Clarinos. No puedo olvidar que, aunque me ayudaron para liberarme del equipo, no hicieron nada para evitar que vuelva a ocurrir con futuras jugadoras. Sin embargo, entiendo que esto es una situación delicada y no sé si alguna vez se enfrentaron a una experiencia similar a la mía. Por eso, he venido a contarlo y compartir mi propia experiencia para crear conciencia.
Valórate y niégate a perder tu dignidad.
¡Gracias por leerme!
Con sinceridad, Sara Djassi".
[Más información: El calvario de Elena Delle Donne: la WNBA da la espalda a su MVP en el peor momento de su vida]