A Estudiantes no hay quien lo salve: el abismo de un descenso histórico tras tres milagros
Ganar al campeón de la Champions League sin apenas efectivos en la plantilla. Es el reto de un histórico Estudiantes que se juega la categoría.
21 mayo, 2021 00:12Noticias relacionadas
El Estudiantes se juega la vida en Liga Endesa en un solo partido. El equipo madrileño, después de años repletos de altibajos y miedos al descenso, está cerca de consumar la desgracia deportiva. Ahora con Jota Cuspinera en el banquillo -tras sustituir a Zamora en febrero-, tienen una final por delante para pelear por su permanencia. Sin embargo, la atmósfera que se ha ido conformando en estos últimos días complica el optimismo hasta de los más fieles.
El conjunto estudiantil es antepenúltimo de la clasificación liguera -empatado con Bilbao, pero ganando el average-. Solo el GBC, que ya ha perdido la categoría, tiene peores números que ellos en el cómputo global. Nueve victorias y 26 derrotas en lo que va de temporada les otorgan un puesto en la zona de descenso. Sus opciones para quedarse en la élite son sencillas de entender, pero muy complicadas de lograr por todo lo que les rodea. El Estu tiene que ganar a San Pablo Burgos en su último partido liguero y será de ACB. El equipo de Peñarroya, actual campeón de la Champions y peleando por el sexto puesto, también tiene cosas en juego y no lo pondrá fácil.
Su rival en la clasificación es el Bilbao Basket, que dependía de sí mismo para salvarse -ganando sus dos partidos-, pero que perdió contra el Real Madrid este mismo jueves. Ahora, el cuadro vasco tiene que esperar la derrota del Estudiantes el viernes y ganar después ante el Joventut, aunque jugando como locales en Miribilla. El escenario para los de Mumbrú tampoco es fácil. Sin embargo, ¿por qué el Estudiantes parece el condenado al descenso? Por la mala fortuna en este tramo final.
La plantilla estudiantil se jugará el todo o nada con un equipo repleto de bajas. La de los dos positivos por la Covid-19 -que por el momento no se ha extendido a más jugadores, según las pruebas de este mismo jueves-, y la de jugadores de gran valor anotador como Giedraitis, Edwin Jackson y Roberson. La única buena noticia que han recibido es que Vicedo, peso pesado del equipo, podría estar disponible aunque no al 100%. Un equipo lastrado frente a otro en racha. Un equipo con los ánimos por las nubes y otro que, además, no tendrá a un jugador diferencial como Barea. Solo queda el orgullo.
La espantada de Barea
El 23 de enero de 2021 se confirmaba el fichaje estrella del Movistar Estudiantes. Pese a la delicada situación económica de la mayoría de clubes, el conjunto madrileño se reforzaba de la mejor manera posible. JJ Barea, campeón NBA y base de renombre, se sumaba al equipo estudiantil con el objetivo de mantener en la élite a la entidad. Su llegada no pasó desapercibida. Suponía todo un impulso tanto para el propio Estudiantes como para la competición en general, que veía cómo un jugador con trayectoria NBA se incorporaba a la mejor liga nacional de Europa.
La promoción de su fichaje fue total. Y no era para menos. Barea mostró su adaptación a Madrid, aplaudió la gestión del club y hasta pasó por programas de televisión como La Resistencia, donde dejó ver la cara más humana del jugador profesional de baloncesto.
Desde entonces, el jugador de 36 años ha sumado 18 partidos con el Estudiantes para acumular una media de 12,6 puntos y 4,7 asistencias. Sin terminar de romper, Barea cumplió en parte con el papel que se le atribuía. No fue suficiente para que el Estu abandonara la zona de descenso, pero al menos sí para llegar con opciones a las últimas jornadas. Pese a todo, no serviría de nada. Su contrato acababa el 14 de mayo. El Estudiantes, tras una modificación del calendario provocada por la Covid-19, tenía que disputar su último encuentro de la temporada el día 21. Ahí se jugaría todo.
Y Barea, lejos de quedarse dos semanas más, optó por abandonar el equipo. La noticia pilló por sorpresa por la situación del club. Especialmente a los aficionados, que veían como la estrella que tantos halagos se había ganado daba la espantada en el momento más crítico. El capitán que abandonaba el barco cuando se iba a pique y que todavía podía reflotar, aunque Barea se quedó muy lejos de esa imagen de capitán.
"Debido a compromisos familiares, no podré participar en el último partido de la temporada que originalmente estaba programado para el 13 de mayo. Mi compromiso era hasta el 14 de mayo, fecha en la que se terminaba la temporada", reconoció en redes sociales el propio Barea. "Quiero agradecerle a la gran fanaticada estudiantil por la gran acogida y atenciones que tuvieron conmigo. Mi experiencia en el Club Movistar Estudiantes fue una muy buena y nunca los olvidaré. Lamento que no pudimos obtener los resultados que esperábamos pero estoy seguro que los integrantes del equipo dimos el máximo esfuerzo en cada juego", sentenciaba ante la incredulidad de una hinchada que se veía -y se ve- al borde del desastre.
"La última vez que vi a mi esposa y mis hijos fue en Puerto Rico (en febrero) en la ventana. Ha sido fuerte. No tener a los hijos y a mi esposa por acá ha sido bien fuerte y ya estoy desesperaíto. Ya no aguanto más", destalló en una entrevista para El Vocero, medio de su país. "Las puertas quedaron abiertas", llegó a reconocer. Sin embargo, y tras negar que tenía alguna oferta de otro equipo, el 17 de mayo anunció su incorporación a Cangrejeros, equipo de Puerto Rico.
Tres descensos a medias
La historia reciente del Movistar Estudiantes ha estado ligada a la pelea por la permanencia. El equipo madrileño no ha terminado de encontrar estabilidad y los resultados en el parqué tampoco han ayudado. Sin embargo, hasta el momento habían contado con la fortuna justa para permanecer en la élite pese a que los datos deportivos no acompañaban. Hasta en tres ocasiones el Estudiantes descendió desde el 2011, pero en ninguna de estas pérdidas de categoría acabó 'muriendo'. Algo que esta temporada puede llegar a su fin.
El primer gran golpe llegó en la 2011/2012. El Estudiantes, un club de referencia en el baloncesto español, descendía a la LEB Oro. Durante más de un mes, de hecho, vivió como equipo de la segunda división nacional. Pero la suerte de los despachos le dio una nueva oportunidad al Estudiantes. Iberostar Canarias, que había logrado el ascenso desde LEB Oro, no logró pagar el canon de la ACB y su cambio de categoría se esfumó. El Estudiantes recibía la mejor noticia posible y se mantenía en la élite un año más.
Lo que pareció simple fortuna o casualidad, con el transcurso de los años y con la sempiterna crisis económica en el sector, acabó transformándose en un recurso extra para el club madrileño. Tras la temporada 2015/2016, el cuadro estudiantil quedaba penúltimo de la ACB y perdía la categoría. San Sebastián, como en esta ocasión, le acompañaba en la zona roja de la tabla. Pero la falta de recursos económicos de Palencia y Melilla frenaron el descenso del Estu.
Las dos temporadas siguientes, el conjunto madrileño logró acabar en la zona media de la clasificación. El corazón de la hinchada daba un respiro. Sin embargo, en la 2018/2019 tuvieron que esperar hasta el final salvándose por una sola distancia de diferencia. Hasta que la temporada pasada, con la Covid-19 como protagonista, terminó como último clasificado de la Liga Endesa. La competición se paralizó por la pandemia y la organización creó unos playoffs exprés. Pero, pese a que por arriba sí había cosas en juego, se suspendieron los descensos y el Estudiantes evitó perder la categoría.
La polémica no fue baladí y desde la Federación se defendió el ascenso de los clubes de LEB Oro que peleaban para ello. Finalmente, el entendimiento regresó a las élites del baloncesto español y las categorías se mantuvieron intactas. Tres descensos que por razones distintas no se consumaron y que, en el caso de esta campaña, necesita del mismo cóctel de fortuna y de una heroicidad en las pistas que podría suponer todo un refuerzo mental para su proyecto. Si no, el baloncesto español perderá de la máxima competición un club histórico.
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