La tragedia es algo comúnmente asociado a Grecia y sus habitantes, como bien versaron Esquilo, Eurípides y Sófocles en la literatura. Su arraigo llega hasta nuestros días, traspasando los libros y llegando hasta las canchas de baloncesto. En el caso que nos ocupa, el heleno rodeado ahora de mala suerte es Stratos Perperoglou. Su lugar de nacimiento, Drama (1984), ya daba pie a una hipotética desgracia futura. No en el pasado (tres Euroligas y siete títulos griegos: cuatro ligas y tres copas), pero sí en el presente. Y no en piel propia, sino en la ajena. “Nunca había visto tantas lesiones antes durante mi carrera. Es duro ver caer a tus compañeros uno detrás de otro cada día”, cuenta el alero del Barça a EL ESPAÑOL. Una serie de catastróficas desdichas físicas unida al gran número de partidos del calendario (otro “problema” según el '33') o a la mala racha azulgrana desde el triple: 30.17% de acierto, tercer peor dato de la ACB.
Al menos, la defensa del equipo catalán sí sobresale, ya que es la segunda mejor de la competición española (73.4 puntos encajados de media). Ésa, y no otra, será la clave para intentar poner buena cara al mal tiempo en el Clásico liguero de este domingo frente al Real Madrid (18:30, #0). “Si hacemos un buen trabajo atrás, tenemos muchas posibilidades de ganar, porque ellos son un equipo muy talentoso en ataque. Hay que controlarles”, asevera en plural (Llull no está solo) Perperoglou.
En esta ocasión, aunque el gran duelo de la canasta española se dispute en el Palau Blaugrana, la pelota de la victoria parece recaer más en el tejado de color blanco. “Tenemos un montón de problemas, así que el Madrid puede decir que es favorito. De momento, ellos tienen un roster más completo. Intentaremos que no se note que tenemos muchos lesionados”. Una vez más, salta a la palestra el dique seco, con una enfermería repleta: Ribas, Lawal, Claver, Navarro, Doellman…
“Tenemos que hacerlo lo mejor que podamos mientras esperamos a que todos estén sanos”, se resigna Perperoglou. Ex de Ilysiakos, Panathinaikos y Olympiacos en Grecia, más el Efes Pilsen en Turquía, es una de las soluciones de este Barça en los últimos partidos: 11 puntos contra el Brose, 17 ante el Fuenlabrada y 9, Maccabi mediante, en Israel. Aunque empezó dubitativo la temporada y sus porcentajes de tiro se contagian del desacierto común, es una voz autorizada para exigir un “paso adelante” generalizado. “Todo el mundo tiene que hacer lo mismo que Vezenkov”, alaba al interior búlgaro (también nacionalizado griego), otro puntal reciente aprovechando el incremento de minutos dadas las bajas.
Pero el líder absoluto entre los hombres de Georgios Bartzokas (otro griego más) es Tyrese Rice. “Tiene mucho la pelota y crea un montón de juego desde el puesto de base tanto a un lado de la cancha como en el otro. Ojalá tenga un buen día el domingo”, espera Perperoglou. La dirección de juego les ha dado una alegría a él y a sus compañeros con la recuperación para la causa del finlandés Koponen. “Se está entrenando duro y es muy trabajador”, contaba el 'tres' griego horas antes de que otra parcela sensible, el juego interior, se reforzase con el fichaje del ala-pívot estadounidense Jonathan Holmes.
De buzzer-beaters, entrenadores y sirtakis
Con tantas preocupaciones deportivas y extradeportivas encima, Perperoglou apenas quiere recordar el que quizá sea su gran momento en Barcelona: la canasta sobre la bocina que supuso la última victoria liguera azulgrana (que no en partido oficial, 93-99 en la última Supercopa) contra el Madrid. Un 100-99 que aconteció en el primer partido de la pasada final de la ACB. “Ojalá no tengamos que ganar sobre la bocina. El curso pasado metí esa canasta, pero perdimos los tres partidos siguientes y la liga”, recuerda. Aún es más rotundo cuando se le menciona el dato de que la peor derrota del Barça ante el eterno rival madrileño llegó en noviembre de 1973, por 60 puntos de diferencia: “Eso no puede pasar esta vez”.
¿Que se podría perder? Por supuesto, y más cuando la estadística dice que el Barça ha ganado un sólo Clásico en noviembre en toda la historia de la ACB. Nada que no pudiera superar un tipo tan curtido como Perperoglou. Dirigido por técnicos de la enjundia del propio Bartzokas (“No ha cambiado más que para mejor” desde que coincidieron en el Olympiacos), Zeljko Obradovic y Dusan Ivkovic, sabe de qué va esto. “La clave es estar todos juntos durante toda la temporada, en la que habrá altos y bajos, victorias y derrotas. Así, cuando lleguen los partidos importantes se dará el cien por cien”, receta.
Otro antiguo maestro, Xavi Pascual, ha hecho el viaje inverso al suyo yéndose a entrenar al Panathinaikos. “Es un gran entrenador, me encanta. Creo que será duro para él porque no ha tenido mucho tiempo para adaptar su filosofía al nuevo equipo, pero irán mejorando con el paso de los días y los partidos. Será una etapa exitosa”, confía su exjugador.
Lo mismo desea Perperoglou para el Barça en el que milita por segundo año. “Esperamos que las cosas cambien, pero no sabemos si lo harán. No hay garantías de que vayamos a ganar, porque el resto de equipos también lo van a intentar lograr. No obstante, creemos en lo que estamos construyendo ahora mismo y espero que al final de la temporada seamos capaces de conseguir los tres títulos en juego”. Y, como caiga el entorchado europeo, quizá dance un sirtaki (baile popular griego) a imagen y semejanza del de su compatriota Spanoulis en el reciente spot de la Euroliga. “No soy buen bailarín, pero algo haremos”, ríe. Drama, por mucho que le persiga, el justo.