Se despide el chico al que nadie conocía en el colegio. El que siempre andaba de aquí para allá, de mudanza en mudanza. El que no bebía y al que su técnico de la universidad le acusó de no entregarse a fondo por sudar poco en un entrenamiento. El que tenía modales de blanco y era carne de banquillo. El que llegó a la NBA y se midió a sus héroes: Clyde Drexler y Michael Jordan. El que metió más de 26.000 tiros en su carrera (2.973 triples). El que nunca jugaba a las cartas con sus compañeros de equipo. El que apareció en el dentista a las 8 de la mañana al día siguiente de proclamarse campeón con los Miami Heat. El que una vez fue llamado Jesus Shuttlesworth y, el resto de su vida, simplemente Ray Allen. El que se retira del baloncesto con 41 años y dos anillos, resolviendo con un 'no' la incógnita de si volvería a las canchas tres temporadas después de abandonarlas.
Allen no es sólo el triplista más productivo que jamás se haya visto en la mejor liga del mundo. Es un nómada absoluto desde que nació un 20 de julio de 1975 en Merced, California. Tercero de cinco hermanos (idéntico número al de los hijos del ya exjugador), apenas se casó con algo o con alguien más allá del baloncesto. La dedicación militar de su padre no daba pie al arraigo, por mínimo que fuese. Pasó su infancia yendo y viniendo: del norte de California a Alemania para después vivir en Oklahoma, Inglaterra y de nuevo las tierras californianas. Aunque, en esta ocasión, se fue al sur. A los 13 años, llegó el primer contacto con el balón naranja y la canasta. El flechazo fue instantáneo, llevándose el título estatal con su instituto de Dalzell (Hillcrest) a las primeras de cambio.
La Universidad de Connecticut sería el próximo destino del escolta. Allí, además de iniciar su idilio con los triples (115 de récord en su última temporada), fue jugador del año según USA Basketball en 1995. La nominación como All-American, además de ser el mejor de la conferencia Big East, le llegó en 1996, el mismo año en el que fue elegido número cinco del Draft de la NBA. Los Minnesota Timberwolves traspasaron sus derechos a unos Milwaukee Bucks donde mantendría su idilio con el tres.
Fue el número de hitos de una temporada 2000-2001 inolvidable: campeón del concurso de tiros de larga distancia en el All-Star de 2001; primer 'Big Three' del que formó parte junto a Sam Cassell y Glenn Robinson (finalistas en el Este) y presencia en el tercer mejor equipo de la liga. Antes, le dio tiempo a coprotagonizar una película de Spike Lee junto a Denzel Washington (“He Got Game”) y a ganar el oro olímpico de 2000 con la selección estadounidense.
A mitad del curso 2002-2003, el destino llevó a Allen a los Seattle Supersonics. Dos años después de su llegada, él y Rashard Lewis condujeron al equipo hasta las semifinales de la Conferencia Oeste, pique con Kobe Bryant mediante. La mejor temporada anotadora de su carrera llegaría en el curso 2006-2007: 26.4 puntos de media (a los Utah Jazz les metió 54 el 12 de enero de 2007), además de 4.5 rebotes y 4.1 asistencias. Unos números así (integrante del segundo mejor equipo NBA en 2005) llamaron la atención de los Boston Celtics, adonde llegó en verano de 2007 para marcar una época junto a Paul Pierce y Kevin Garnett.
El anillo de 2008 no fue su único hito como orgulloso verde: 14 puntos en dos minutos y medio para darle la victoria al Este en el All-Star de 2008 (10 presencias en la cita), récord de triples en unas finales (en un partido, en una mitad y en un cuarto) y, sobre todo, el culmen triplista absoluto: sobrepasar a Reggie Miller, hasta entonces líder de la estadística de triples anotados en la NBA, un 10 de febrero de 2011. Era el momento preciso para, al verano siguiente, llegar a los Miami Heat de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. El sello de Ray Allen quedará asociado de forma inapelable al anillo que conquistó el equipo de Florida en 2013. Todo gracias al triple con el que forzó la prórroga y posterior victoria contra los San Antonio Spurs en el sexto partido de aquellas finales, cuando los tejanos estaban a punto de proclamarse campeones.
Fue su último gran momento de gloria en las canchas. Después de que los Spurs consumasen su venganza en la lucha por el título en 2014 (Allen también perdió otras finales con los Celtics en 2010), el gran tirador pasó a un segundo plano. Convertido en agente libre, no volvió a recalar en ningún equipo más, por mucho interés de los Celtics, los Bucks e incluso los Cleveland Cavaliers del retornado LeBron en repescarle para la causa baloncestística. Ray Allen fue el único dueño de su destino hasta el final. Lo más importante para él fue el viaje, y no los logros conseguidos durante el mismo. Dice que se va en paz consigo mismo, pero al triple, por muy buenos herederos que vengan, le costará recuperarse del mazazo.