La guerra anticipada en la previa se quedó, finalmente, en una batallita. Fue el primer partido de la temporada en el que quedó claro de verdad que Real Madrid y Andorra pertenecen a dos mundos muy distintos. Y eso que los blancos tampoco hicieron el partido del año ni de su vida. Aun así, sacaron varios cuerpos de distancia a un conjunto visitante con mucha menos alma que en los precedentes. Nada de Llulldependencia esta vez: lo que hubo fue Shermadinidependencia. Anulados los refuerzos para el gigante, se acabó la fiereza de los del Principado. Casi sin despeinarse, el Madrid consiguió que 10 de sus 12 jugadores ya hubiesen anotado antes del descanso (Draper fue el único que terminó el partido sin puntos al no jugar). Volvió el sentimiento colectivo que se echó de menos en la Final Four y, con él, el 1-0 en estos cuartos de final de los playoffs de la ACB [Narración y estadísticas: 107-76].
El Andorra deseaba que la Fuerza galáctica de Star Wars le acompañase, pero los midiclorianos flaquearon más que nunca esta temporada ante el Madrid. La igualdad apenas duró unos minutos del primer cuarto, con asalto del marcador por parte visitante incluido. Los locales querían redimirse de su decepción europea y lo consiguieron desde bien temprano. Con dos buenas noticias de por medio. Primero, la recuperación del protagonismo de los secundarios: la aparición de Jeff Taylor y Maciulis en ciertas fases del duelo, la intendencia de Hunter, la muñeca de Carroll… Y, en segundo lugar, otro regreso: el del carácter. ¿Y quiénes lo ejemplifican mejor que nadie en el equipo de Laso? Felipe Reyes y Andrés Nocioni.
A ver si va a resultar que la guerra, como decíamos, fue batallita por culpa de la mera presencia de ambos veteranos. Porque lo más seguro es que así sea. Parece que el Madrid es más Madrid cuando Reyes y el Chapu están. Con una canasta bien trabajada por dentro y sus rebotes de rigor, Felipe es capaz de reactivar a sus compañeros. Y lo mismo sucede con los triples de Nocioni. Su trabajo incansable y su buena actitud hace que la pregunta de rigor vuelva a salir a la palestra: ¿las cosas habrían sido distintas contra el Fenerbahçe con ellos en pista?
Quién sabe. Lo que está claro es que se habría visto una semifinal europea muy distinta si Anthony Randolph y Gustavo Ayón hubiesen rendido a su mejor nivel. Otro buen síntoma para el Madrid: a ambos se les vio recuperados este miércoles. El mexicano tuvo sus minutos de gloria en la primera parte, mientras que el norteamericano los disfrutó en la segunda. Pasa por ellos, sobre todo, recuperar esa fortaleza interior que se ha esperado del conjunto madridista, y que también se le ha exigido, durante toda la temporada. Y sobreponerse a Shermadini no era tarea sencilla.
Apenas hubo pinceladas de Antetokounmpo, Stevic y Jelinek para acompañar los destellos del georgiano. Hasta Rudy Fernández metió un par de triples, cosa que era habitual no hace demasiado tiempo y ya no lo es en absoluto. ¡Ay si su espalda no le hubiese dado tantos quebraderos de cabeza! Estremece pensar lo que podría ser (y, de momento, ya no puede ser) el mallorquín si no estuviese tan lastrado por su físico. ¿Y qué hay de Llull? Clave, pero en el trabajo sucio. Por inusual que resulte, fue mucho más importante en la dirección de juego (15 asistencias, récord de cualquier jugador en la postemporada española) que en la anotación. Por cierto, ni siquiera hizo falta que se supiese de Doncic.
Quizá había demasiadas expectativas puestas en el Andorra. Defraudaron, sí, pero no lo olvidemos: el segundo partido es en su territorio. Allí donde solo han perdido dos encuentros esta temporada: contra Baskonia y precisamente el Madrid. A los blancos les tocará repetir la victoria de hace unos días y de este primer duelo de playoffs para rematar la serie y evitar que la batallita todavía pueda transformarse en guerra.