Anna Montañana, primera entrenadora ACB: "Alguno siempre dirá: 'Ya tenemos quien friegue'"
EL ESPAÑOL entrevista a la nueva asistente del Fuenlabrada antes de debutar en la Copa del Rey: “No me tratan diferente por ser una chica, y eso ya es un gran paso adelante” / “Las barreras nunca me han impedido ir a por lo que soñaba” / “Sé dónde me encuentro en mi plenitud, y es en el banquillo”.
16 febrero, 2018 03:14Noticias relacionadas
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Una Euroliga, dos Ligas Femeninas, tres Copas de la Reina, cinco Supercopas de España, una Supercopa de Europa, una Liga y una Copa en República Checa a nivel de clubes. Cuatro bronces, una plata, un oro (sub18) y un diploma olímpico con la selección española. Militancia en equipos de tanta solera como el Perfumerías Avenida, el Ros Casares, el USK Praga e incluso las Minnesota Lynx de la NBA femenina. Está claro: Anna Montañana (Alboraya, Valencia, 1980) es una de las grandes exponentes históricas del baloncesto femenino español.
Y, sin embargo, la tercera pata de esa foto para el recuerdo de nuestra canasta junto a Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar (la de la primera medalla, un bronce, en un Mundial: 2010) desprende la normalidad más absoluta. La misma que quiere insuflar al hecho de convertirse en la primera mujer que entra en el cuerpo técnico de un equipo de la ACB a todos los efectos. No en cualquier lugar, sino en uno donde sobra la gente humilde y con valores: el Fuenlabrada del 'Che' García y sus fuerzas combatientes.
La revolución de la que habla una de las pancartas que saltan a la vista en las gradas del Polideportivo Fernando Martín cobra aún más sentido con la nueva integrante de la guerrilla local. Llegó justo antes de la Copa del Rey (cuartos de final ante el Gran Canaria este viernes a las 19:00, #0 de Movistar+). Un gran momento para una Montañana no menos grande y ejemplar que quienes han apostado por ella. Para nada de cara a la galería.
Si le llegan a decir hace unos años que iba a ser entrenadora asistente en un equipo masculino, ¿qué habría pensado?
Creo que hubiera pensado que sí que podía pasar, que se me podía cumplir el sueño. Desde hace tiempo, lo pienso. Sí que lo soñaba.
De hecho, lleva desde los 28 años (es decir, nueve) preparándose para una oportunidad así.
Sí. Siempre he consumido mucho baloncesto. Lo he visto todo: NBA, NCAA, Euroliga… Me gusta mucho ver basket. Sabía que quería ser entrenadora. Me empecé a preparar cuando era jugadora. Tengo sólo un poco de experiencia en los banquillos, no vamos a negar esto. Hay que seguir preparándose y estoy en el mejor entorno para poder hacerlo.
¿Qué tal se siente tras el primer partido en la banda (de liga), con pancartas incluidas?
[Risas] Tengo sentimientos encontrados. Al final, no ganamos. Para mí es lo más importante, independientemente de que sea la primera mujer en los banquillos. Todo eso es secundario porque un banquillo es un banquillo, el basket es el basket y ayer (por el pasado domingo ante el Gran Canaria) perdimos. Lo que más importa para este club es intentar ganar.
De la noche a la mañana, ha pasado de trabajar en el departamento de marketing del Valencia Basket a entrar en un cuerpo técnico ACB. ¿Cómo se gestó su fichaje?
José Quintana, el presidente del Fuenlabrada, y Néstor García, su entrenador, me llamaron. También hablaron con Amaya (Valdemoro). Querían incorporar a una entrenadora al cuerpo técnico. Amaya dio mi nombre. Ella y yo habíamos hablado de esto. Me conoce desde que tenemos 14 años. Hablé mucho con Néstor desde entonces y hubo una química baloncestística y personal. Creímos que encajábamos y tiramos para adelante.
Fue asistente del equipo femenino taronja y también de la selección española sub16. ¿Un anticipo de lo que estaba por venir?
Sí. También llevé a un cadete, la dirección técnica del Godella (del que era presidenta)… Yo sabía que quería entrenar. Pero cuando volví a Valencia empecé a trabajar en el departamento de marketing del Valencia Basket y fui cogiendo las cosas según surgían. Quedamos campeonas de Europa sub16 hace dos años. Sé dónde me encuentro en mi plenitud, y es en el banquillo.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido o llamado la atención de trabajar con los chicos en estos primeros días?
Sinceramente, la normalidad con la que ellos lo han asumido y con la que el cuerpo técnico me ha dado la bienvenida. Ha sido todo muy normal. Yo ya había trabajado con chicos. Eso no me venía de nuevas. Todo el mundo ha reaccionado con mucha normalidad. Todavía no están demasiado sueltos, pero seguro que en el vestuario han hecho alguna broma. Eso entra dentro del pack.
¿Ya le ha dado tiempo a aprender de un jefe tan pasional como el suyo?
Sí. Con Néstor, desde el primer día que empecé a hablar con él, he aprendido de forma continua. No sólo en el baloncesto, sino en muchos aspectos de la vida. Me encanta hablar con él. Hemos congeniado mucho. Me gusta mucho cómo trata al jugador y lo que exterioriza el equipo. Lo han ido haciendo durante cinco meses y en los entrenamientos. Es una atmósfera muy buena para trabajar. Y creo que esto lo ha conseguido él.
Ser la primera mujer entrenadora en la liga a nivel oficial le convierte en una pionera. ¿Qué hace falta para que siente precedente más allá de lo anecdótico y a usted le sigan muchas más?
Lo que tengo que hacer es demostrar que valgo. Es una responsabilidad muy grande. No sólo tengo que estar aquí porque podría ser buena. Como cualquier otro, tengo que demostrar que valgo. Con esto sólo hemos quitado barreras: que la mujer entrenadora piense que puede llegar y que el hombre que decide fichar también piense que se puede fichar a una mujer.
Hay otras dos mujeres entrenadoras de las que muchos se están acordando gracias a usted. Las conoce muy bien: Carme Lluveras y Becky Hammon. Si pudiese quedarse con algo de cada una, ¿qué cogería?
Con Becky jugué en el Ros Casares y nos hemos enfrentado muchas veces. Ella tiene nacionalidad rusa y jugaba con Rusia. La verdad es que nos machacaba bastante. Tuve mucha química con ella en el campo. Se le notaba enseguida que podía ser una gran entrenadora. Su tipo de juego lo demostraba y lo ha seguido demostrando.
Hammon lleva con un hombre como Popovich cuatro o cinco años, por lo que mala no debe ser. Y no debe estar ahí por rellenar un cupo. Uno de los mejores entrenadores de la historia del baloncesto hizo un movimiento pionero y hay que agradecerlo. Para que todo el mundo lo vea con más normalidad. Creo que Lluveras también es una mujer que quería aprender de los mejores. Se fue a Málaga a aprender de Scariolo y a escucharle. También es muy competitiva y siempre lo ha demostrado.
En su momento, Lluveras dijo que le hicieron sentirse como un bicho raro, ver que ser mujer era un hándicap. ¿Usted ha tenido esa sensación alguna vez?
No. También es verdad que yo tengo una carrera deportiva. Eso cambia mucho la relación con los jugadores y los entrenadores. He jugado al máximo nivel y he competido en todas las competiciones posibles. Eso ayuda a que tengas el camino más abierto y a que, desde el primer minuto, la gente crea que puedes aportar. Eso lo tenemos ganado los exjugadores y exjugadoras. Aparte, yo soy una persona que siempre ha soñado alto. Cuando tenía 11 años, le dije a mi madre que quería ser jugadora profesional y que lo iba a ser. Ahora quiero ser entrenadora y lo estoy buscando. Las barreras nunca me han impedido ir a por lo que soñaba.
Lluveras también comentó que mucha gente no estaba preparada para ver presencia femenina en un cuerpo técnico masculino. Años después, ¿cree que la situación ha ido a mejor o que seguimos igual?
Pasito a pasito, seguirá mejorando. Estamos tan distantes en la comparativa que cualquier cambio es pequeño con respecto a lo que se pueda llegar a hacer. Ahora se va a ver cada vez con más normalidad y nosotras tenemos que estar preparadas y en posición para que puedan existir esas oportunidades.
Resulta chocante que ni siquiera hay demasiadas mujeres en sus propias competiciones. En nuestra Liga Femenina de baloncesto, por ejemplo, sólo contamos con dos entrenadoras y tres asistentes. ¿Por qué?
Siempre ha habido cierta dificultad para conseguir esos puestos. Incluso en el deporte femenino. No sólo pasa en el baloncesto femenino. Cada vez hay más entrenadoras en formación, en clubes pequeños… Eso va a ir creciendo. Creo que la mentalidad de los que toman las decisiones también va a ir cambiando. Lo que nosotras tenemos que hacer es perseguir los sueños: estar ahí, querer ser entrenadora, directiva, médico, fisio… Querer cambiar esa dinámica.
El contraste es digno de mención. Sobre todo, por la cada vez mayor pujanza del deporte femenino. Sólo hay que ver el caso de España en los dos últimos Juegos Olímpicos.
Claro. La realidad es que el deporte femenino en España, en todos los ámbitos, trae casi más éxitos que el masculino. Siempre que traemos un éxito, se evapora bastante rápido. Y creo que las mujeres, en el deporte español, hemos demostrado que valemos, que trabajamos igual y que hay que crear esas oportunidades. Cada vez tiene que haber más número de mujeres que estudien el Curso Nacional, entrenadoras, que tomen la iniciativa.
Vamos, que en base a su propia experiencia la igualdad en todos los ámbitos es posible.
Claro. Si no, no iríamos a por ella. Lo que pasa es que es un largo recorrido. Está claro que, aunque se esté empujando, esto no se va a construir ni en un año ni en dos. A lo mejor, dentro de 20 años lo vemos con más normalidad. Pero esto viene de largo. Es social. Hay que cambiarlo muy poco a poco.
Hay cosas con demasiado componente masculino dentro del propio deporte femenino. Como el sorteo del Mundial de baloncesto que se juega este año en Tenerife…
Creo que la foto que ha salido en las redes sociales fue bastante torpe. Sé que hay mujeres detrás de ese Mundial y que esos hombres también están empujando para que se haga un Mundial de calidad en España. Para que ese Mundial cambie muchas cosas y para que se exponga el baloncesto femenino. Me sabe mal que la foto fuera así porque realmente se tiran un poco para atrás los cambios reales que sí que están existiendo.
En nuestro baloncesto se están dando pasos, desde luego: usted, la árbitra Esperanza Mendoza, la presidenta del Gipuzkoa Basket, Elisa Aguilar en la FEB, Amaya Valdemoro en televisión, unas cuantas periodistas…
Amaya, Elisa y yo hemos sido muy buenas amigas. Hemos jugado y competido mucho. Para mí, somos tres personas que siempre hemos sido muy inconformistas. No me sorprende nada que Amaya haya hecho carrera en una cadena como Movistar y que haya sido también pionera en España. Tampoco me sorprende que Elisa esté gestionando todas las ligas de la Federación española. Seguramente ellas tampoco se sorprenden de que yo haya sido la primera en estar en un banquillo ACB. Las tres teníamos muchas ganas de cambiar todo y aportar nuestra visión.
¿Cómo considera que se puede lograr que casos como el suyo no sean la excepción a la regla, sino algo natural?
Ahora mismo, es una excepción. Hasta que no haya más… Igual que pasa con las árbitras y presidentas. Se puede cambiar. Pero como vamos uno a uno, el cambio es más… Tiene que haber más mujeres que se quieran quedar o preparar. Y después, que el hombre, porque es él el 99% de las veces, realmente vea a la mujer preparada. Esperemos que con gente como Amaya, Elisa, yo misma y otras personas podamos ir quitando esas barreras.
Ahora que está tan en voga, ¿qué opinión le merece el feminismo?
Creo en la igualdad de oportunidades. La oportunidad es igual: puede ir hacia una mujer o hacia un hombre. Ahora mismo, obviamente no tenemos igualdad de oportunidades. No creo que haya que tener cupos. La mujer que esté preparada tiene que estar. O el hombre que esté preparado tiene que estar. Creo que el mejor tiene que estar. Sobre todo, igualdad de oportunidades.
¿Qué le respondería a Matt Walsh, el exjugador que declaró: “No escucharía una sola palabra de lo que una mujer entrenadora me dijera”?
Creo que a esas cosas no hay que responder. Siempre va a haber uno o dos. Ese hombre que diga 'ya tenéis a alguien para fregar', 'ya tenéis a alguien para plancharos las camisas'. Creo que hay que ignorar eso. Como al energúmeno que dice que diferentes razas son inferiores. No hay nada que responder. Lo mejor es ignorarlo y seguir el camino.
Todavía hay más: Walsh dijo que el baloncesto masculino y el femenino eran deportes distintos y que si la entrenadora fuese guapa fingiría escucharla…
Imagínese la atención que le tenemos que prestar a ese hombre [risas].
Al haber sido jugadora, la plantilla del Fuenlabrada puede aprender del ejemplo de su gran carrera.
Ya lo he notado en cuanto a cómo me han recibido, sus preguntas… He notado respeto. No me tratan diferente por ser una chica, y eso ya es un gran paso adelante.
¿Y quiénes son sus referentes como entrenadores?
Me inspiro en muchos. Sobre todo, me gusta mucho ver cómo el entrenador habla con los jugadores, les gestiona a ellos y los cambios… Creo que el nivel psicológico que utiliza el técnico es un peso muy grande a la hora de cómo va a responder el equipo. Después, por supuesto, viene la táctica, la preparación y el día a día. Pero me fijo mucho en ese trato del líder, el entrenador, con el equipo. Desde que me retiré, he visto mucho a Pedro Martínez, al haber estado en Valencia. He cogido muchas cosas de él. Me ha gustado mucho su gestión. Podría ser, por haber pasado más tiempo allí, un referente.
Tiene tres Copas de la Reina en su palmarés. ¿Qué le recomienda a su Fuenla para intentar levantar esta Copa del Rey?
Ir día a día. Para mí, son 40 minutos. Si hay algún síndrome de inferioridad, hay que quitárselo. Jugada a jugada: cada minuto y balón cuentan. En estos torneos es muy importante cuidar la pelota, el rebote ofensivo… Tomar el partido de igual. Ya hemos perdido dos veces contra el Gran Canaria y tenemos que trabajar para no sentirnos inferiores. Estos jugadores han conseguido muchas victorias al final de los partidos y han demostrado tener esa valentía. Hay que ir allí como el Fuenlabrada cabeza de serie de la Copa.
Con la gran repercusión que ha tenido su fichaje, ¿cuál ha sido el mensaje o el consejo que más le ha animado a ir a por todas en esta nueva etapa?
Lo que más me ha alucinado es cuánta gente me ha dicho 'me has alegrado el día', 'esto ha sido un subidón', 'tengo más ganas de luchar, 'tengo más ganas de aprender'… Creo que, en general, el 99% de los mensajes han sido muy positivos y de apoyo. No sólo del baloncesto, sino de la sociedad.
Para terminar, ¿se ve repitiendo esta entrevista como entrenadora jefe?
Buah [risas]. Muy lejos, muy lejos. Lo que tengo que hacer ahora es aportar, estar e ir poco a poco y día a día. Tener una carrera. Estoy a años luz de esos entrenadores jefe y tengo mucho que aprender.