Al Real Madrid le toca luchar contra múltiples elementos cada vez que visita Turquía: equipos rocosos, pabellones muy calientes, arbitrajes polémicos, finales apretados y, en este caso, también la ausencia clave de Llull. La sombra de 'El Increíble' es muy alargada, a veces demasiado, pero el menorquín tiene bien enseñado a su alumno más aventajado. Con 17 años (y 17 puntos), lo de Luka Doncic sigue superando toda normalidad. ¿Seguro que no tiene 27? A nivel mental, desde luego. Difícil gobernar partidos con la normalidad que desprende el esloveno sin una cabeza tan bien amueblada como la suya. El chaval propuso la victoria del Madrid ante el Efes desde el triple y el veterano, en este caso Ayón, la dispuso con un tapón vital a cuatro segundos del bocinazo (Narración y estadísticas: 78-80).
El guión del último partido de los blancos en este 2016 fue el habitual en tierras otomanas: cuchillo entre los dientes desde el minuto uno hasta el 40. Los seis puntos de renta máxima de los que gozaron tanto uno como otro equipo fueron más que anecdóticos. El partido, como era previsible, se decidió en el barro. Quien pudo más en defensa tuvo mucho camino ganado. Así lo demostraron cuartos tan físicos como el segundo y el último, resultando el primero y el tercero bastante más reseñables en lo ofensivo.
Al Madrid le costó mucho encontrar un relevo anotador para Llull. Había más claridad de ideas en ataque por parte del Efes. Brandon Paul, Derrick Brown y Bryant Dunston se repartieron los minutos de gloria locales en ese sentido. Hablando de interiores, los vestidos de blanco pusieron bastante de su parte en el triunfo final visitante. Ayón y Reyes no defraudaron, ni tampoco Hunter. Eso sí, el que para nada tuvo su día fue Anthony Randolph, navegando entre los momentos altos y los bajos desde que aterrizó en la capital española.
Para asaltar Estambul, había que dar un paso adelante en el perímetro. Así lo entendió primero Rudy Fernández, al que la paternidad sigue sentándole de maravilla. Y, después, Doncic. Algún triple anotó la perla balcánica ya en el tercer cuarto, cuando acontecieron sin duda los mejores minutos del partido. El contraste con la primera parte, en la que los jugadores de ambos equipos llegaron a correr tras el balón sin mesura y como auténticos pollos descabezados en algunas fases, fue brutal. Llovieron los triples, parcela donde también cantaron 'bingo' Thompkins, Maciulis y Osman. De ahí que la brújula del duelo siguiese apuntando hacia Turquía.
Sí, el ritmo continuaba bajo el control de los hombres de Perasovic, pero el Madrid no se rendía. Salir airosos de dos antideportivas y dos técnicas nada más volver del descanso fue toda una prueba de fuego para el carácter de los de Laso. Superada con nota, llegaron vivos al desenlace del encuentro. Cuando Doncic, de corte más silencioso y estadístico hasta entonces (cómo domina también desde el rebote y el pase), decidió hacer ruido del bueno.
Así aconteció el apagón de los silbidos del público turco, banda sonora de casi todo el partido. Por si decidían volver, Ayón finiquitó el asunto con una canasta y el 'gorro' decisivo para acallar a Heurtel y a todo el Abdi Ipekci Arena. Así se finiquitó la maldición turca, en el mismo pabellón que albergó la última victoria del Madrid en esas tierras. Parece que Laso y sus hombres podrán tomarse tranquilos las 12 uvas. Después, nuevas curvas de la mano de Baskonia y CSKA para empezar con fuerza el 2017.