Entre los espectadores que seguirán con atención el segundo partido de los playoffs de la Euroliga entre Panathinaikos y Real Madrid (este jueves a las 20:15, Movistar Deportes 1), habrá uno más ilustre que ninguno. Alguien que sufrirá como nadie mientras ve el encuentro por televisión: Sergio Llull. Es posible que, tras la contundente derrota de los blancos en el primer duelo, el jugador franquicia se lamente en silencio al no haber podido viajar a Atenas junto a sus compañeros. Seguro que mataría por ser capaz de ayudarles. Aunque puede que aún esté a tiempo de hacerlo.
Desde que se lesionó de gravedad el pasado verano, Llull no ha perdido el tiempo. Ha trabajado muy duro desde el minuto uno para poder volver a las canchas tal y como se fue: al mejor nivel de su carrera. Y, en los pasos finales de su recuperación, ya parece listo para la guerra. ¿Incluidas las que posiblemente sean las batallas más difíciles de la temporada?
Prima el secretismo, pero lo que está claro es que la posibilidad de que 'El Increíble' vuelva en plena eliminatoria contra los griegos ha dejado de ser una utopía. Sobre todo, desde que Facundo Campazzo causó baja (y parece que durante lo que resta de curso). Porque, sí o sí, un porcentaje crucial de la serie pasa por el Palacio de los Deportes madrileño. El hábitat natural de la bestia. Sin embargo, queda en el aire si regresar ahora sería lo más conveniente. Aquí argumentamos lo positivo y lo negativo de una decisión más que peliaguda.
Sí
Llull quiere jugar. De hecho, Pablo Laso reconoció a principios de mes que el propio Sergio le dijo que ya estaba listo para volver… ¡en diciembre! Tras casi ocho meses de inactividad, él mismo ha admitido que su reaparición está al caer. Algo que ratifican sus entrenamientos junto al resto del equipo (ya se ha producido alguno) o, como ha podido saber EL ESPAÑOL, el reconocimiento médico previsto para esta misma semana.
Sin ACB de por medio estos días, el compromiso ante el Estudiantes del domingo 29 de abril sería el siguiente partido liguero en el que podría tener minutos. No obstante, las urgencias causadas por los cuartos de final europeos ante el Panathinaikos serían un motivo de peso para verle antes en la pista. Haya un 1-1 en vigor tras dejar Grecia (el Madrid podría sentenciar en casa) o un 2-0 favorable a Xavi Pascual y sus hombres (tocaría forzar un quinto partido... en el OAKA), el futuro de la eliminatoria se va a decidir en Goya. Y puede que el carácter de Llull sea el mejor acicate en busca de la remontada.
No hay jugador madridista que conecte más con la grada que él en partidos trascendentales. Y, desde luego, se trata de la persona más capaz para motivar al resto del equipo. Parece listo en lo mental y en lo físico: ¿por qué no contar con él desde el tercer partido de la serie? Es una de esas estrellas cuya sola presencia puede cambiar dinámicas. Y, además, el puesto de base necesita un revulsivo de verdad. Sin Campazzo, las soluciones en forma de parches (Doncic, Randle, Causeur o Rudy: ninguno en su posición natural) no han funcionado nada bien hasta ahora.
Eso sí, esa hipotética entrada en acción de Llull debería producirse (si lo hace) con matices. Y, sobre todo, mucha cabeza. No se le debería exigir vaciarse por completo desde ya. Tampoco disputar 30 o 40 minutos nada más llegar. Habría que ir poco a poco con él, mediante una buena dosificación, para evitar males mayores. Si hay que elegir entre clasificarse para la Final Four europea o preservar la salud de tu mejor exponente, la opción a escoger está clara.
No
Si hay algo que va a marcar la serie contra el Panathinaikos, eso va a ser la defensa. Y, sobre todo, una intensidad descomunal en el plano físico. Además, hay dos 'bajitos' que pasaron por encima del Madrid en el primer partido y que acaparan el foco del equipo griego: Mike James y Nick Calathes. Si Llull vuelve, tendría que medirse a uno de ellos o a los dos en algún momento. Y, como quedó claro el martes, ninguno es precisamente fácil de anular.
Pero esa es una de las tareas que se les van a exigir a los blancos desde el salto inicial del segundo encuentro. Y que, por ende, sería aplicable a Llull en el caso de que volviese para los compromisos a disputar en el WiZink Center. El desgaste que podría suponerle la tarea de intentar frenar a la pareja de grandes referentes del PAO sería considerable. Añadido, claro, al que podría sufrir si el peso ofensivo del equipo de Laso recae sobre sus hombros. Aunque sea de forma parcial.
El Madrid necesita parar a James o Calathes (e incluso a los dos) y mostrar mucha más soltura en ataque para competir con garantías en lo que queda de serie. ¿Sería conveniente pedir a Llull que fuese determinante en ambas áreas meses después de romperse la rodilla? ¿Y justo nada más empezar a disputar partidos al más alto nivel? Arriesgado.
Que Llull se presentase en el momento cumbre de lo que va de temporada, con un posible billete para Belgrado en el horizonte, podría volverle irrefrenable. Le gusta tanto la adrenalina que quizá sería harto complicado pararle los pies en este escenario. A lo que habría que añadirle la impaciencia típica de este momento del año. La que podría llevar a algunos a pensar que el '23' tendría que ser el héroe que fue (en este caso contra el Panathinaikos) sí o sí. Sin tiempo que perder y nada más poner un pie en la cancha.
Lleva el mismo dorsal que él, pero el menorquín no es Jordan. Ni ningún dios invulnerable. De baja casi todo el curso, que la responsabilidad absoluta del éxito o el fracaso de este Real Madrid recayese sobre sus hombros (juegue más o menos, regrese mejor o peor) sería muy injusto. Y hasta peligroso de cara a una posible recaída. Por eso, quizá la paciencia debería imperar con Llull: debut en ACB, con mucha menos presión, y, por encima de todo lo demás, cuando el jugador y su entorno se sientan preparados al cien por cien. Sin forzar.
Se decida lo que se decida, la encrucijada llega en el peor momento posible de la campaña. El debate está encima de la mesa y no es precisamente irrelevante. ¿Jugará Llull o no lo hará? Habrá que esperar hasta la próxima semana para salir de dudas. Con cinco largos días de reflexión antes de que el Madrid se la juegue ante su público.
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