Willy Hernangómez: “Si estoy en la NBA es gracias al Real Madrid”
EL ESPAÑOL habla con el pívot de los New York Knicks horas antes de debutar en la NBA durante el primer partido de la temporada.
25 octubre, 2016 00:08Noticias relacionadas
Un año y cuatro meses después de ser elegido en el puesto 35 del Draft, Willy Hernangómez (Madrid, 1994) se estrenará en un partido oficial de la NBA. Lo hará en las filas de los New York Knicks, el equipo al que los Philadelphia 76ers traspasaron sus derechos el pasado verano y uno de los más icónicos del universo baloncestístico. Una pretemporada ilusionante (5.3 puntos y 5 rebotes de promedio en 15.8 minutos) le obliga a seguir respondiendo ya en competición. Será en el partido inaugural de la temporada, que no empieza precisamente contra un cualquiera, sino contra el vigente campeón del mundo: los Cleveland Cavaliers de LeBron James (madrugada del martes al miércoles, 01:30).
¿Cómo no soñar con el preciado anillo de campeón teniendo unos cuantos delante de las narices nada más empezar el curso en The Q? “Siempre hay que luchar por conseguir el objetivo máximo”, reconoce Willy en conversación con EL ESPAÑOL. Aunque la temporada es muy larga, en la Gran Manzana ansían, por lo menos, volver a los playoffs después de tres campañas sin disputarlos. El primero en ser optimista es el mismísimo jugador franquicia de los Knicks, Carmelo Anthony. “Si hay un año para ser fan del equipo, es éste”, declaró sin tapujos en septiembre.
Hernangómez ríe al mencionarle esta frase de 'Melo': “Si lo dice él, será verdad, ¿no?”. A ambos les costó entablar conversación en los pasados Juegos Olímpicos de Río, con la USA de Carmelo privando de la final a la España de Willy. Sin embargo, acabaron haciéndolo, con sorpresa incluida para el interior madrileño. “¿Qué pasa, por qué no me saludas?”, se acercó a decirle la estrella de la NBA a modo de primer contacto. El novato, que creía posible que el líder de su nuevo equipo no le conociera, alucinó.
“Carmelo impone por quién es, por lo que significa y por lo gran jugador que es. Más que vergüenza, lo que sentía era admiración”, cuenta Willy recordando cuánto tardó en darse esa charla inicial. También tocó pasar cierto mal trago a la hora de conocer en persona al presidente de los Knicks, nada más y nada menos que uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos: Phil Jackson, el hombre que llevó a la gloria a Jordan, Pippen, Rodman, Bryant, O'Neal y un largo etcétera de leyendas.
“No negaré que impone y mucho, pero es una persona muy cercana”, revela Willy tras quedarse “helado” al tener enfrente a Jackson por primera vez. Lo que no le asusta de ninguna manera es cumplir las altas expectativas que 'Mr. Zen' y su entrenador, Jeff Hornacek, tienen depositadas en él. “Más bien me motiva”, declara convencido, con el “orgullo y sueño cumplido” de ser un ocupante habitual de la cancha del Madison Square Garden siempre presente.
¿Cómo no tener hambre de victoria individual y colectiva después de pasar por un equipo como el Real Madrid, donde cada triunfo vale su peso en oro? “He aprendido y mejorado mucho en Europa, y si hoy estoy aquí, en Nueva York, es también gracias al Madrid”, se sincera Willy. Para él, no existe “el momento perfecto” para dar el salto a Estados Unidos. Lo importante es “darlo todo, aprender mucho y disfrutar de la experiencia”.
Una que Sergio Rodríguez (7.4 puntos, 1.4 rebotes y 3.4 asistencias de promedio en la segunda mitad del curso 2009-2010) y José Manuel Calderón (8.1 puntos, 3.1 rebotes y 4.4 asistencias de media en las dos últimas temporadas) ya vivieron en Nueva York. Ambos aconsejaron al tercer 'knickerbocker' español, “sobre todo en cuanto a dónde vivir”. No fueron los únicos, ya que el resto de jugadores de nuestro país con cierta trayectoria en la NBA también le hablaron de la liga. “Eso ayuda, claro”, afirma el propio interesado.
Maestros y apoyos en una nueva vida
Si hay un referente por encima de los demás, ése es Pau Gasol, un año más joven que Willy cuando llegó a los Memphis Grizzlies en otoño de 2001. “Creo que todos los deportistas españoles tenemos que fijarnos en Pau. No sólo por su salto a la NBA, sino porque es un referente en el deporte mundial. Por su juego y sobre todo por su forma de ser, de comportarse. A mí, en concreto, me ha ayudado mucho”, agradece.
Otro espejo en el que mirarse se encuentra en su propio equipo. Se trata del letón Kristaps Porzingis, compañero en la pintura de Hernangómez y uno de sus mejores amigos desde que coincidieron en Sevilla. También es uno de los jóvenes más prometedores de la liga estadounidense tras cuajar una primera temporada de ensueño cerca de las estrellas. “¡Igualar a Kris es imposible!”, dice Willy, por mucho que los uno contra uno y las partidas a la Play se le den especialmente bien contra su “hermano” en las pistas.
El apoyo de un excompañero en el Madrid de vuelta en Estados Unidos, Maurice Ndour, y el de otro europeo recién llegado, Mindaugas Kuzminskas, también son importantes para Hernangómez. Y, cómo no, el de su hermano de sangre, Juancho, un año más pequeño. Separados por miles de kilómetros de distancia, él intentará cumplir el sueño americano en la Costa Oeste, de la mano de los Denver Nuggets. Sus perspectivas, como las de Willy, rebosan optimismo.
“Hay muchas ganas de vernos jugando partido oficial. Será algo especial”, apunta el hermano mayor. El mismo que se desenvuelve bien en inglés y que resiste los cantos de sirena de la comida basura a base de dieta mediterránea. Asevera que, por muy jugador de baloncesto que seas, vivir en Nueva York, incluso en las afueras de la ciudad, es caro. También que echará de menos al Chacho, por mucho que Derrick Rose y Brandon Jennings puedan lograr que el cambio no se note demasiado en los pick and rolls.
Joakim Noah será otro maestro a tener en cuenta para Willy en el juego interior de los Knicks. Y quién sabe si el alumno no acabará superándole. Aun así, todavía ve el legado de los Gasol muy alejado del que pueden construir él y Juancho: los Hernangómez.
Echará de menos a la familia, aunque a su madre, Wonny, la tiene recorriéndose Estados Unidos de punta a punta, desviviéndose por sus hijos. Al fin y al cabo, Guillermo es un chaval de 22 años que se conforma con “trabajar mucho y tratar de aprovechar al máximo todos los minutos que tenga” en su año 'rookie'.