Se podría decir, sin miedo a equivocarse, que hacía mucho tiempo que no se veían unos playoffs de la NBA tan lineales como los de este curso. Hasta se los puede tildar, perdón por el sacrilegio, de aburridos. La emoción, la igualdad e incluso las sorpresas de otros años han brillado lo suyo por su ausencia. Ni siquiera los más firmes abanderados de la rebeldía (San Antonio Spurs y Houston Rockets en el Oeste y Boston Celtics en el Este) han podido contra los cánones establecidos: por tercer año consecutivo, Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers se medirán en busca del anillo de campeón desde este jueves (03:00 horas del viernes en España, #0 de Movistar+).
¿Que las expectativas de la final de 2015 o el sorprendente cambio de tercio de las de 2016 difícilmente tendrán parangón ahora? Sí. ¿Que sólo los dos mejores equipos del mundo pueden revitalizar los últimos suspiros de la temporada? También. Por la posible revancha de los Warriors y el hipotético 'back-to-back' de los Cavs, la retahíla de jugones de ambas escuadras y, sobre todo, dos grandes oportunidades de seguir haciendo historia: la de Golden State en su conjunto y la de un LeBron James en plenitud.
El sueño de unos playoffs sin derrotas
El dominio inmisericorde de los Warriors en estas eliminatorias por el título queda aún más ratificado al fijarse en los marcadores finales de sus partidos. San Antonio fue el equipo que más cerca se quedó de la machada de la victoria: a dos puntos en el primer partido de la final de conferencia. Portland Trail Blazers, por su parte, estuvo a seis de tumbar a los de Oakland en el tercer encuentro de primera ronda. Pero no hubo manera. Golden State es el primer equipo de la historia que llega a las finales con 12 victorias y ni una sola derrota como bagaje previo.
Para encontrar algo similar, hay que viajar en el tiempo hasta Los Angeles Lakers de los cursos 1988-1989 y 2000-2001. Y ni siquiera esos dos equipos de la franquicia californiana llegaron con un 12-0 a las finales. Lo hicieron con un 11-0, ya que en su época todavía se disputaban cinco partidos como máximo (y no los siete actuales) en primera ronda. Son precisamente aquellos Lakers que juntaron a Shaquille O'Neal, Kobe Bryant, y Phil Jackson a principios de siglo los que atesoran el mejor récord histórico en playoffs: 15-1, con un sólo partido cedido, en plena disputa por el campeonato, ante los Philadelphia 76ers de Allen Iverson.
Es ese balance de leyenda, que nadie ha osado batir hasta nuestros días, el que los Warriors tienen entre ceja y ceja ahora. Incluso existe la posibilidad, aunque parece bastante remota, de que el campeón del Oeste acabe estos playoffs imbatido, con un 16-0 de escándalo (es decir, 4-0 en las finales). 16, ese número que también indica la diferencia media de puntos (16,3) por la que Golden State se ha impuesto a sus rivales en lo que va de playoffs. O el mejor ratio ofensivo-defensivo de toda la NBA, el suyo (16,8).
Hay aún más datos para atestiguar el poderío de Curry y compañía en la recta final de liga: mejor ataque de la postemporada (118,3 puntos por encuentro), segundo mejor equipo en rebotes (45,8 por partido), primero en asistencias (27,8 de media), segundo en tapones (6,8) y primero en robos (9,2). También estamos hablando del equipo con mejor ratio defensivo (99,1 puntos encajados por cada 100 posesiones) y con el segundo mejor ofensivo (115,8 puntos por cada 100 posesiones).
En el global del año, y fijándonos en su gran punto fuerte, el ataque, estos Warriors superan a los de 2015 (110 puntos por partido) y 2016 (114,9). Y mira que era difícil: 115,9 puntos de media. Traducido a ratios, la mejor producción ofensiva de la historia (115,6) junto a la de, otra vez, los Lakers, pero del curso 1986-1987. Con cuatro jugadores del equipo en dobles cifras anotadoras en estos playoffs (Curry, Durant, Thompson y Green), los Warriors más efectivos delante parecen preparados para recuperar el trono de la NBA.
Ojo, en especial, a la dupla Stephen Curry-Kevin Durant: más de 20 puntos por partido (28,6; 25,2) y unos porcentajes excepcionales (50% y 56% en tiros; 43% y 42% en triples). Sin olvidar a Draymond Green, cuya ausencia en el tramo decisivo de las pasadas finales supuso medio anillo de los Cavs: 13,9 puntos, 8,7 rebotes y 7,2 asistencias de media, con un 50% de acierto en tiros y un 47% en triples. ¿Asustan o no asustan los muchachos de la bahía?
A LeBron se le pone cara de Jordan
Otro 'coco', y de los buenos, es LeBron James. Sus mejores números anotadores en playoffs de los últimos ocho años (32,5 puntos de media, segunda marca personal en las eliminatorias, más ocho rebotes y siete asistencias) le han convertido en el máximo anotador histórico de la postemporada. Van 5.995 puntos, lo que supone dejar atrás a Larry Bird, Tony Parker, Jerry West, Karl Malone, Tim Duncan, Shaq, Kobe, Kareem Abdul-Jabbar y, sobre todo, Michael Jordan. La auténtica vara de medir de James prácticamente desde que empezó a ser conocido por sus aptitudes para el baloncesto.
A LeBron le han sobrado los 'haters' durante buena parte de su carrera precisamente por esa comparación continua con MJ: que era un perdedor en las finales (tres anillos frente a los seis de 'Air'), que no aparecía en los momentos decisivos, que se tuvo que juntar con otras estrellas de la NBA para ganar, que el Este presentaba más competencia en los 90 que ahora… Pero, poco a poco, el Rey ha ido ganando acólitos. Es más, hasta se puede decir que ya aparece en la típica conversación de aficionados de a pie sobre los mejores jugadores de siempre.
Sin duda, esa ha sido una guerra que le ha costado mucho ganar. Como llevarse los aplausos generalizados de la prensa. Aunque, ahora mismo, parece que hay unanimidad al respecto de la grandeza de James. Que se multiplicase como nunca antes para acabar con la maldición de Cleveland el año pasado hizo mucho en su favor. Ese tapón sobre Andre Iguodala en el séptimo partido supuso toda una pica en su carrera.
Una marcada a todas luces por las series en busca del anillo. Para muestra, un dato: la última vez que LeBron no llegó hasta la ronda decisiva de los playoffs, Pau Gasol ganó su segundo título, Curry acababa de disputar su primer año en la liga y Kyrie Irving todavía iba a la universidad. Después, siete finales consecutivas para James: cuatro con los Miami Heat y tres con los Cavaliers. Contando también la de 2007, primera de su carrera también con Cleveland, tenemos ocho tentativas de anillo para LJ. Las ha exprimido al máximo: es el líder estadístico entre los jugadores en activo en partidos y minutos jugados, puntos, rebotes de todo tipo, asistencias, tapones, robos, triples, tiros libres y pérdidas en las finales.
Sus Cavs llegan al enfrentamiento contra los Warriors con sólo una derrota por el camino, sufrida contra Boston en el duelo por la supremacía del Este. Presentan el mejor ratio ofensivo de los últimos 40 años (120,7 puntos por cada 100 posesiones), además del mejor porcentaje en tiros de campo (50,7%) y triples (43,5%) de estos playoffs. También son el equipo que ha conseguido más victorias ajustadas (5). Y, aunque LeBron lo acapara casi todo en 'The Land' (como para no anotando 30 o más puntos en un 46,2% de los partidos de esta postemporada), hay vida más allá de él.
Sobre todo, la que insuflan Kyrie Irving (24,5 puntos y 5,6 asistencias por encuentro) y Kevin Love, posiblemente en su mejor momento desde que llegó a Cleveland (17,2 puntos y 10,4 rebotes de media). Además de un Tristan Thompson que puede marcar las diferencias en el rebote ofensivo a partir de este jueves. Ellos y el resto de la corte del LeBron más 'jordanesco' que se recuerda tendrán que hacer bueno el amor que ahora parecen atesorar estos Cavaliers para llevarse el campeonato. Enfrente, los Warriors, cortesía de Durant, capitalizarán el odio que antes le pertenecía al Rey James. Quién lo hubiera dicho hace unos años.
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