Donald Trump felicitó vía a Twitter a los Astros de Houston por el título en las WorldSeries de beisbol el pasado 2 de noviembre. Pero lo que el Presidente no twitteó es que también tenía un ojo en el AT&T Center de San Antonio. El hombre más poderoso del mundo buscaba señales que confirmaran a sus colaboradores que el peligro que crece en la NBA es real tras un año del ‘American First’. Y no por el plantón que los campeones planeaban darle antes de que él mismo suspendiera la protocolaria visita de los Warriors al despacho oval hace apenas un mes. Aquel comportamiento definido como “cómico e infantil” por el hombre al que ahora miraba con recelo fue una señal más. “No iban a ir de todas formas”, ironizó entonces Gregg Popovich, entrenador de los Spurs.
Ahora, su imagen abrazado al también contestatario entrenador rival, Steve Kerr, era significativa. El bulo es real. A “Scrotus” como se empieza a conocer a Trump por algunas de las estrellas del deporte americano, le hubiera bastado echar un vistazo a la cuenta de twitter @popovichkerr o a la web www.popovichkerr2020.com donde se promueve la candidatura conjunta a las presidenciales de 2020 de los entrenadores de dos de los equipos de moda en la NBA. Hay partido.
Candidato Popovic
Pocos hombres son tan respetados en el deporte norteamericano como el entrenador de los Spurs. Podría llenar una de sus manos con los anillos de campeón que conquistó durante los últimos 21 años en los que ha dirigido a San Antonio. Todo un récord. Pero, sobre todo, es admirado por sus ideas. Representa la némesis de Trump. Gregg Popovich (68 años) es casi un hombre del renacimiento. Políglota, con formación en la armada, en actividades deportivas y un postgrado en estudios soviéticos. De él incluso se dijo que trabajó como espía en la frontera turca en los años 70. Además, es el actual Seleccionador Nacional para “USA Basketball” y, sobre todo, una suerte de alquimista al que jugadores de toda época y condición han seguido ciegamente. Otro ejército, pero este de convencidos embajadores.
Pau Gasol renunció a 14,2 millones de dólares en verano para poder seguir a las órdenes de una persona “especial. Un entrenador diferente y emocional. Involucrado política y socialmente al que ha sido un placer conocer”. El mismísimo Stephen Curry se atreve a manifestar públicamente que Pop “es alguien grandioso para la NBA y creo que también lo sería para el país”. La estrella de los Warriors sigue la estela de su entrenador, Steve Kerr, quién pidió en la CBS el voto para el ‘candidato Pop’: “De verdad, yo votaría a Pop. Sería un gran presidente. No es una broma. Honestidad e integridad. Esos dos factores deberían ser claves para cualquier persona que se quiera convertir en presidente. Sería fantástico ver honestidad e integridad (en la Casa Blanca). Él lo haría realidad".
La mecha que encendió Trump
Meses antes fue la incontinencia verbal del propio Trump la que acabó por encender a un Popovich tradicionalmente cercano a Barack Obama, que ya había definido al hombre más poderoso del mundo como “un mentiroso patológico, que no da la talla intelectual, emocional y psicológica para manejar la Casa Blanca. El mundo al completo lo sabe, especialmente aquellos que están cada día a su alrededor. La gente que trabaja con este presidente debería estar avergonzada porque saben mejor que nadie lo incapacitado que está. Sin embargo, han preferido no hacer nada al respecto. Esa es la mayor de sus humillaciones".
Pero unas controvertidas declaraciones sobre la armada, en las que Trump afirmaba que sus predecesores no se tomaron ni la molestia de llamar por teléfono a los familiares de los caídos en acto de servicio, desataron la furia del entrenador: "Este hombre es un cobarde desalmado que piensa que únicamente puede sentirse importante menospreciando a los otros. Este tipo de comportamiento es algo intrínseco a él, pero hacerlo de esta manera y mentir sobre cómo sus predecesores respondieron a las muertes de soldados supone que ya no puede caer más bajo”.
Aparecía en escena la formación en las Fuerzas Aéreas del posible candidato, que llegó a trabajar en operaciones por Europa Oriental y la extinta Unión Soviética antes de convertirse en el mentor del Almirante David Robinson, mito del imaginario Spur que también sirvió en la Armada tras conquistar el Campeonato del Mundo de España 1986 en Madrid.
El meteorito se acerca
Las adhesiones comienzan a ser recurrentes. Los nuevos apóstoles del ‘método Pop’ crecen a diario, tras comparar el entrenador de los Spurs las habilidades para dirigir un país con los códigos de su equipo: “Cada uno de mis jugadores tiene el derecho y la capacidad de decir lo que les gustaría decir y de actuar de la manera en que les gustaría actuar. Cuentan con todo nuestro apoyo y no importa lo que quieran hacer o no hacer. Si es importante para ellos es respetado por nosotros, y no hay recriminación. Sin importar lo que pueda suceder, a menos que nos conduzca a una situación imposible o a un ridículo atroz”.
Luke Walton, técnico de los Lakers, ex ayudante de Kerr e hijo del mítico Bill Walton (el mejor juego de pies blanco de la historia con permiso de Arvydas Sabonis), no ha dudado en apoyar la moción de su amigo promocionando la oficina no oficial de la candidatura y apareciendo en público con el merchandising de la causa. El también exjugador de Lakers y Cavs cree que “pocas personas reúnen actualmente el perfil de Popovich” para una misión en la que la ayuda de Kerr sería “el complemento ideal”.
El deber de hacer reaccionar al país
“Nuestro país es una vergüenza para el mundo. Tiene que haber un elemento incómodo en nuestro discurso para que todo cambie. Ya sea el movimiento LGBT o el sufragio femenino, la raza… no importa. Hay que hacer que las personas se sientan incómodas, y especialmente las personas blancas, porque nos sentimos demasiado cómodos. Todavía no tenemos idea de qué significa nacer blanco. Y si lees algo de la literatura reciente, te das cuenta de que realmente no existe la blancura. Nosotros lo inventamos. Tenemos un compromiso como personajes públicos y debemos utilizarlo para arreglar esto”, afirmó el entrenador nacido en Indiana, pero de padre serbio y madre croata, en una larga comparecencia en la que llamaba a la movilización ciudadana para cambiar las cosas.
Imbuido en tan trascendentes cuestiones el día a día Popovich parece alejar su mente de los banquillos, aunque en realidad no para de batir registros. Este ávido lector, poseedor de una de las colecciones de vinos más envidiadas del planeta, quitó importancia a su última victoria ante los Hornets el pasado fin de semana. Un día más en la oficina si no fuera porque es la número 1.155 en temporada regular, con la que supera a Phil Jackson. Sólo otros mitos como Don Nelson (1.335) su mentor en los Warriors donde ejerció de ayudante, Lenny Wilkens (1.332), Jerry Sloan (1.221) o Pat Riley (1.210) mantienen distancias lejanas. Mientras que George Karl (1.175), del que fue asistente en el equipo nacional de 2002 a 2004, será el siguiente reto superado por el candidato Pop. Aunque quizás el mejor entrenador de la NBA sólo busque emular a su admirado Bob Dylan pensando que “lo mejor siempre está por venir. Ocúpate de tus cosas, serás un rey si los perros corren libres”.
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