Trentin fue el mejor de tres italianos
La primera etapa del tríptico definitivo del Giro d’Italia deparó una nueva jornada de transición para los contendientes de la general y una oportunidad para los aventureros.
26 mayo, 2016 18:05Noticias relacionadas
“No he visto gran cosa hoy: sólo a mis compañeros en cabeza del pelotón, rodando delante de mí, controlando”. Lo dice el líder Steven Kruijswijk (LottoNL-Jumbo) en la entrevista de meta. Constituye una buena síntesis de lo que fue para el pelotón la 18ª etapa del Giro d’Italia. Rodar y rodar durante cinco horas para pasar nervios en los 45 minutos finales; nervios que no se tradujeron en prácticamente nada. Etapa neutralizada: sólo quedan dos más para que ‘La Percha’ se marche a casa con la ‘maglia rosa’ colgada.
A la veloz molicie del pelotón y los favoritos se contrapuso el frenesí de la escapada del día. Dos docenas de sospechosos habituales se escaparon muy pronto. Entre ellos, el joven español Julen Amezqueta (Willier-Southeast), que está solventado con nota la papeleta de debutar en el Giro d’Italia en su primer año como profesional. Otro tanto está haciendo su coequipier Cristian Rodríguez, otro escalador bisoño destinado a la gloria, cuya llegada hasta Turín está en suspenso por un maldito resfriado que no se cura porque a estas alturas de ‘corsa rosa’ el cuerpo está, sencillamente, en el límite.
Los fugados tomaron quince minutos de ventaja y comenzaron los cálculos. Había velocistas como Matteo Trentin (Etixx-Quick Step), Sacha Modolo (Lampre-Merida) o Nikias Arndt (Giant-Alpecin) y terreno para descolgarlos con el ‘rush’ final del empinado Pramartino y el endiablado ‘strappo’ adoquinado de San Maurizio. No obstante, en la tercera semana de competición cuentan más las energías que las características. Quien tiene la virtud de atesorar mecha en estos momentos puede ser el mejor escalador del día pesando 80 kilos o el más rápido midiendo 1,60m.
La resolución se prometía espectacular y no defraudó. Los más fuertes, quedó claro pronto, eran Moreno Moser (Cannondale) y Gianluca Brambilla (Etixx-Quick Step). Son dos ciclistas transalpinos opuestos. Uno es rodador de construcción potente; otro, escalador de chasis ligero. Uno lleva sobre los hombros el peso de un apellido de abolengo; el otro está escribiendo su propia historia. Uno fue la gran promesa de su generación; el otro ha crecido sin estridencias. Uno es individualista; otro, hombre de equipo. Uno está buscando retornar por sus fueros; otro se encuentra en el momento más dulce de su carrera, dos días de ‘rosa’ inclusive.
La pareja hizo camino en los momentos más duros mientras la fuga se desgranaba por detrás. Modolo, Arndt e Ivan Rovny (Tinkoff) les pisaban los talones pese a la insistencia de Trentin en perturbar su caza. En el último paso por San Maurizio, Moser y Brambilla se midieron demarrándose en paralelo; firmaron tablas y se abocaron a resolver sus diferencias al sprint. Por detrás, arrancó Trentin…
El kilómetro final fue, sencillamente, de alarido. Brambilla se cobijaba a la rueda de un Moser que, ignorante de la ignición de Trentin por mor de un pinganillo sin batería, contemporizaba pensando en la arrancada final. Mientras, el otro italiano de Etixx se plantaba a su altura a 200 metros de meta y, sin coger aire ni preguntar, disparó. Moser no pudo sino sonreír ante la exhibición de Trentin, experto cazaetapas con dos triunfos parciales en el Tour de Francia ya en su haber, y la gran maniobra táctica del conjunto belga.
14 minutos después, en la misma línea de meta, Alejandro Valverde (Movistar Team) dio tiempo al grupo de favoritos que había aguantado el par de Kruijswijk. Mañana sí tocará agresión entre ellos: la jornada concluirá en la sostenida subida al complejo invernal de Risoul previa ascensión al durísimo paso fronterizo del Agnello, montaña más alta de esta edición del Giro d’Italia con 2744 metros sobre el nivel de mar de los cuales 1000 se escalan prácticamente en los últimos 10 kilómetros.