La contrarreloj, prueba elemental del ciclismo, no engaña. No hay tácticas de equipo, ni rebufos, ni confusiones, ni más enemigos que los que el ciclista lleve dentro del cuerpo o de su cabeza. Y eso que esta contrarreloj tenía complicaciones técnicas, con tramos muy pedaleables que aconsejaban ‘cabra’ con lenticular y tres kilómetros más varios repechos picando por encima del 10% para los que era más apta la bici de carretera con acoples, un material más ligero y ágil. [Así te hemos contado la 18ª etapa del Tour].





Ganó Chris Froome (Sky) por 21” sobre el especialista neerlandés Tom Dumoulin (Giant-Alpecin). Pero, según el máximo responsable del equipo británico Dave Brailsford, que el anglokeniano ratificara su supremacía no fue cuestión de piernas. “La clave es que hemos elegido muy bien el material. Hicimos cálculos y convenía más la ‘cabra’”, adujo con la arrogancia intelectual que le caracteriza. A veces el conjunto británico lleva demasiado lejos ese ‘storytelling’ en que la tecnificación y las denominadas “ganancias marginales” (osease: cuidar los detalles) son mucho más importantes que el hecho de tener a una excelsa plantilla y un gran líder capaces de llegar en plena forma a los momentos clave de la temporada y ejecutar a la perfección las tácticas propuestas. Como si las calculadoras fueran más importantes que el talento. [Así está la clasificación general del Tour de Francia].

Decíamos de enemigos internos. “Me está pasando algo. No es normal en mi este rendimiento. No es fatiga lo que siento pero el cuerpo tampoco responde. Es posible que haya en este sector algún tipo de alergia que me ha venido afectando en los últimos días”, repone Nairo Quintana (Movistar) en meta. Ha sido el peor entre todos aquellos que luchan por el podio desde atrás, superado por Fabio Aru (Astana), Richie Porte (BMC) y Romain Bardet (Ag2R). Los tres le han infligido medio minuto, aproximadamente. Todos, Nairo incluido, han sido mejores que Bauke Mollema (Trek-Segafredo) y Adam Yates (Orica-BikeExchange), que actualmente se sientan en la segunda y tercera posición de la general y evidenciaron su relativa inferioridad.

Retratada su fortaleza, a Aru, Porte y Bardet les ha llegado el momento de capitalizarla. Tienen por delante dos etapas alpinas de alta montaña con perfil de serrucho, menos de 150 kilómetros recorrido y varios inoportunos valles. El viernes se termina en Saint-Gervais Mont Blanc, apenas un postre después de varios puertos bastante insidiosos, incluyendo uno no puntuable de salida que producirá escaramuzas muy potentes. El sábado se afronta la que probablemente sea etapa reina de esta edición de la gran ronda francesa, con puertos históricos como Aravis, Colombière, Ramaz y Joux Plane antes de la no menos legendaria bajada hasta Morzine.

 

Para completar el paisaje, un invitado inesperado que puede cambiarlo todo: el mal tiempo. La región donde se desarrollan la mayor parte de ambas jornadas estará el viernes en alerta naranja con bajas temperaturas, precipitaciones intensas y posibilidad de granizo. El sábado mejorará un poco el clima, pero la lluvia será inevitable. Esto supondrá un reto para los cuerpos de los corredores, que desde los Pirineos viven acostumbrados al sol, y también para sus habilidades técnicas en los complicados descensos que se vienen.

 

La gran incógnita será la actitud de Movistar Team. Es el único equipo sin nada que defender, clasificación por equipos aparte. En la general provisional, ni el 4º puesto de Nairo Quintana ni el 8º de Alejandro Valverde (que disputó la cronoescalada “sin ahogarse”) sirven de nada a la escuadra telefónica. Una actitud ofensiva por parte de los telefónicos obligaría a reaccionar no sólo a Sky, sino a cualquiera de los aspirantes a algo. Por suerte para el espectáculo, en la lucha por los puestos de honor ha quedado dibujado un panorama con rivales asequibles y aspirantes en estado de gracia. En los Alpes esperan varios giros teatrales.

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