Ya han 30 meses del Mundial de Ponferrada. Tan pocos para una vida y tantos en el contexto del deporte profesional, devorador insaciable de personas que tan pronto son nuevos ídolos como viejas glorias o juguetes rotos. 30 meses y aún se recuerda con extrañeza que la selección polaca decidiera controlar la carrera reina, con su bloque de ciclistas modestos liderados por una rutilante promesa que ese día añadió ribetes arcoíris a su aura de mirlo blanco mediante un audaz ataque en el penúltimo descenso de la jornada.
Se llama Michal Kwiatkowski (1990, Torun, Polonia) y, aunque sólo tiene 26 años, tiene una larga trayectoria en la élite del ciclismo de carretera. Se cortó los dientes en el modesto Caja Rural español y después pasó por las mejores estructuras del mundo. Conoció la primera división con el RadioShack de Armstrong y Bruyneel; maduró en el Quick Step de Boonen y Lefevere. Cuando nos sentamos con él en el lobby de un hotel de Alicante, viste los colores negros y celestes del Sky de Froome y Brailsford.
Cualquier equipo del mundo querría a Kwiatkowski, conocido como ‘Flower Power’ por el significado literal de su apellido en polaco. La razón es su amplio abanico de cualidades. Sube, esprinta, rueda, bate al reloj, domina el arte de deslizarse sobre los adoquines tanto como el de volar cuesta abajo. No existe en el pelotón un corredor más versátil que él, y eso es un arma de doble filo.
La maldición de la polivalencia
Cada uno de los técnicos que han dirigido a ‘Kwiato’ han querido convertirle en su prototipo de ciclista perfecto. Por eso se le ha visto lanzado sprints, destrozando el pelotón en abanicos, defendiendo el liderato en la clasificación de los jóvenes del Tour de Francia, triunfando en las empinadas cotas de las Ardenas o ejerciendo de peón táctico en las clásicas de adoquines. Estos últimos destinos eran lo que deseaba para él Patrick Lefevere, mánager de Quick-Step. Kwiatkowski tiene aspiraciones distintas. Él sueña con el maillot amarillo.
“Quiero luchar por la victoria en Giro, Tour o Vuelta y tener la oportunidad de hacerlo como líder de un gran equipo”, responde sin titubear cuando le preguntamos por sus ambiciones a largo plazo. “Lefevere pensaba lo contrario y dijo a la prensa que yo no puedo ganar una ronda de tres semanas. Quizá tenga razón. Aun así, pienso que merece la pena intentarlo. Si no lo hiciera, al final de mi vida deportiva lo lamentaría seguro”.
Quiero luchar por la victoria en Giro, Tour o Vuelta
Fue por eso que los cantos de sirena del Team Sky, ganador de cuatro de los cinco últimos Tours de Francia mediante Bradley Wiggins y Chris Froome, le convencieron. “Ya ha demostrado su capacidad en pruebas de un día ganando Amstel Gold Race o Strade Bianche”, contó el gran jefe de la escuadra británica, Dave Braislford, cuando consumó su fichaje; “ahora pensamos que puede progresar en vueltas por etapas y queremos explorar ese camino junto a él”. “Siempre he dicho que quiero evolucionar como especialista en grandes vueltas y mejorar mis habilidades de escalador, y creo que Sky es el lugar adecuado para ello”, comenta ilusionado ‘Kwiato’. “Fichar por este equipo fue la mejor decisión posible… pese a que la primera temporada saliera mal”.
Un año de sobremotivación
Curiosamente, los mejores resultados de la temporada de debut de Kwiatkowski con los colores de Team Sky no llegaron en rondas por etapas, sino en pruebas de un día. El polaco empezó como un tiro, destacando en los trofeos de la Challenge de Mallorca y ganando el adoquinado Gran Premio E3 Harelbeke por delante del mismísimo Peter Sagan. Después desapareció. Mediocre en las clásicas de las Ardenas, no logró terminar el Tour de Romandía ni el Dauphiné. No le alinearon en el Tour y en la Vuelta a España se vistió de líder gracias a la victoria de Sky en la crono por equipos inicial, pero acabó retirándose en la séptima etapa. En pocas palabras: un año aciago para sus estándares.
¿Qué sucedió en 2016? “Empecé muy bien después de exprimirme hasta el límite en invierno, pero me resultó imposible mantener el nivel de los primeros meses durante todo el año. A partir de abril, enfermé y me lesioné a menudo”. ¿Quisiste abarcar demasiado? “No exactamente. Pasó que me considero un corredor capaz de todo y quise demostrarlo en unos pocos meses. Quise impresionar a todo el mundo en cada aspecto, en cada sesión de entrenamiento, en cada carrera. Quería ser el mejor y pensaba que 2016 iba a ser la temporada de mi vida. El problema es que, cuando uno se sobremotiva y pierde la tranquilidad, corre el peligro de que el camino se tuerza. Si vas demasiado lejos con el entrenamiento, con la dieta, con todo en general, acabas por pagar el precio tarde o temprano. Me di cuenta de que no soy un robot”.
Simplemente me equivoqué al enfocar la temporada
Algunas voces relacionaron la gripe del motor de Kwiatkowski con la atmósfera de excelencia, y altísima exigencia, existente en Sky. Se dice que los métodos de preparación y las estrategias en carrera del conjunto británico esquilman los organismos de sus ciclistas; que no todos los corredores valen para el conjunto británico. Kwiatkowski rechaza que fuera su caso. “No es una cuestión de los métodos de Sky. Es nuestra propia mente la que nos lleva a nuestro límite. Queremos ser mejores cada día y olvidamos que somos humanos. Simplemente me equivoqué al enfocar la temporada. Pero estoy feliz de que haya sucedido porque he aprendido mucho y comprobado cuánto confía Sky en mí”.
Unos meses de redención
Lo cierto es que Team Sky no parece haber perdido la fe en su joya polaca. Esta temporada le han permitido escoger su calendario a voluntad. ‘Kwiato’ ha elegido saltarse las clásicas de adoquines y aparecer en rondas por etapas como la Volta ao Algarve, en la cual fue 2º, o Tirreno-Adriático, en la cual fue un valioso gregario para Geraint Thomas. Entre medias, un día para gustarse: la Strade Bianche, una clásicas italiana caracterizada por largos tramos de tierra en los cuales se afrontan repechos terroríficos. ‘Kwiato’ se dio el lujo de batir en ella al campeón olímpico Greg van Avermaet y otras estrellas como Tim Wellens, Zdenek Stybar o Tom Dumoulin. Repitió su triunfo de 2014 y confirmó que, en efecto, su talento no se había esfumado en unos meses de desventura.
En el horizonte lejano de Kwiatkowski se dibujan la Vuelta al País Vasco y las clásicas de las Ardenas, citas en las cuales liderará a Sky, y el Tour de Francia, donde se pondrá al servicio de Froome. En el inmediato, una de sus carreras favoritas: la Milán - San Remo. Se trata de uno de los cinco Monumentos del ciclismo, de la prueba más larga del calendario mundial con 300 kilómetros que terminan con la subida y la bajada al Poggio, apenas una colina que supone una estocada para las piernas después de siete horas largas de pedaleo. La primera vez que ‘Kwiato’ recorrió el Poggio en competición acabó cayéndose en el descenso, pero contó que se le había puesto la piel de gallina en cada curva por la sensación de estar haciendo historia. En la segunda, la pasada temporada, se escapó en solitario: sólo le cazaron a kilómetro y medio de meta.
Este sábado tendrá lugar el tercer asalto del humano Kwiatkowski a La Classicissima. No será sencillo triunfar en la Via Roma, por cuanto también aspiran a los laureles el vigente campeón del mundo Peter Sagan, el fulgurante talento colombiano Fernando Gaviria, el boxeador Nacer Bouhanni y tantos otros ases del pelotón. El gaditano Juanjo Lobato, 4º aquí en 2014 y ahora líder del conjunto neerlandés LottoNL-Jumbo, es la mejor baza española. La prueba italiana será retransmitida en directo por Eurosport, con el tercio decisivo previsto en torno a las 16:30.
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