Nairo, Sagan, Kwiatkowski y Aru llevaban tiempo esperándole. También su compatriota Thibaut Pinot. La generación del 90 tomará el poder al asalto antes o después: Tom Dumoulin, Michael Mathews, Taylor Phiney... La lista era incompleta hasta que, por fin, Romain Bardet explotó en el Tour de Francia. El francés (Breioure, 1990) fue segundo en los Campos Elíseos en 2016 y tercero el pasado mes de julio, en ambas ocasiones por detrás de Chris Froome, quien precisamente será de nuevo su máximo rival en la Vuelta a España, donde el corredor del AG2R La Mondiale hará doblete de grandes por primera vez en su carrera.
Ávido lector de Les Inrocks, publicación cultural puntera en Francia que en su día se unió al boicot a Marine Le Pen, y fiel seguidor del filósofo Michel Onfray y su "capitalismo libertario", Romain Bardet es una de esas figuras atípicas en el pelotón, en el deporte profesional. Casi tanto como su mitomanía, focalizada en Serge Gainsbourg, quien junto a Jane Birkin enarboló la bandera de la libertad sexual de los años 60 con aquel Je t'aime moi non plus.
Con 27 años, él y Pinot son quienes deben resucitar el ciclismo francés y reverdecer los laureles que Laurent Jalabert saboreó por última vez en 1995. Fue precisamente en la Vuelta a España cuando Jaja consiguió la última grande para Francia y donde Bardet, quién sabe, podría conseguir su primera ronda de tres semanas. Improbable, es verdad, pero no imposible, sobre todo con el cartel de tapado que se le está asignando en su primera presencia en la prueba española.
El ciclista nacido en la región del Alto Loira, a los pies de los Alpes, va bien cuesta arriba y mejor aún cuesta abajo, se defiende contra el crono y a pesar del aquel abanico que le dejó cortado en los inicios del Tour de 2015 tiene cabeza fría y capacidad de análisis para planificar y ejecutar la estrategia en carrera. Un ciclista completo al que el recorrido de esta Vuelta le va como anillo al dedo. Por eso eligió España para su primer doblete y no el Giro de Italia antes de la Grande Boucle.
Etapas cortas y mucha media montaña, muchísima, con un par de finales en alto -La Pandera y Sierra Nevada- en los que puede hacer daño como ya ha demostrado en el Criterium Dauphine Libere o en el propio Tour. Eso sí, él se quita opciones y, por si acaso, el AG2R se presentarán en la salida de Nimes con el italiano Domenico Pozzovivo como jefe de filas alternativo y Julien Jurdie, director deportivo del equipo de Savoya, ya ha dejado claro que "sus objetivos serán muy diferentes a los del Tour".
No piensa lo mismo Chris Froome, que ya sufrió al francés en la cima de Peyragudes. Fueron 350 metros, un ataque mínimo, pero el británico nacido en Kenia se dejó 21 segundos y el amarillo. Desde aquel día (y mucho antes) sabe que no puede quitarle ojo a Bardet, menos aún en una Vuelta a España que se le resiste y le ha visto hasta en tres ocasiones en el segundo escalón del podio de Madrid (2011, 2014, 2016). Pero el líder del Sky no deberá mirar únicamente al líder del AG2R, pues el dúo italiano formado por Fabio Aru (Astana) y Vincenzo Nibali (Bahrein-Mérida) será su mayor amenaza y eso sin olvidar la despedida de Alberto Contador, porque si el pinteño puede será por todo lo alto.
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