Cuando algunos ya le daban por muerto, Chris Froome volvió a lucir caché tras unos días alejado de su mejor nivel. El líder del Sky aprovechó uno de los momentos más señalados de este Giro de Italia, el final en el Monte Zoncolan, para renacer. La ocasión era inmejorable: una jornada montañosa de esas en las que el cinco veces campeón de grandes vueltas ha sobresalido tanto a lo largo de su trayectoria. Y el escenario, una de las ascensiones míticas del ciclismo, también. Aunque su triunfo de etapa no fue dulce del todo. Porque Simon Yates se llevó la victoria que realmente cuenta, la moral, este sábado [Así te hemos contado la decimocuarta etapa del Giro].
El líder de la Corsa Rosa salió aún más reforzado al frente de la general. Fue el único de los favoritos que reaccionó con maestría ante el ataque ganador de Froome. Letal para el 99% del pelotón, no lo fue para su compatriota. Mientras otros apretaban los dientes sobre la bicicleta, Yates era la tranquilidad personificada. A un ritmo constante, no sufría. Simplemente esperaba su momento.
A falta de cuatro kilómetros para la meta, Froome volvió a parecerse al que fue. Demostró toda la fuerza de la que había carecido desde que se inició la ronda italiana (a pesar de la aparición estelar de un 'dinosaurio' momentos antes de irse en solitario) y se fue a por la victoria. Algo que no pareció inquietar, de ninguna manera, al poseedor de la maglia rosa. Miguel Ángel López y Domenico Pozzovivo le acompañaron por poco tiempo. En cuanto la escapada del dorsal 181 empezó a ganar metros, Yates salió a darle caza.
Para desgracia de Tom Dumoulin y Thibaut Pinot, que se quedaron cortados ante los demarrajes de los dos grandes nombres propios del Giro (uno para mal y otro para bien) hasta la fecha. Los segundos de diferencia entre Froome y Yates eran demasiado escasos como para que el líder se preocupase en exceso. No debía hacerlo con una renta superior a los tres minutos en la general. Lo cual no significaba dejarle el triunfo del día en ventaja [Así está la clasificación general del Giro].
Entre túneles y la culminación de la ascensión al Zoncolan, Yates dio la sensación de estar muy bien de piernas. El 'molinillo' de Froome había causado estragos entre unos cuantos primeros espadas, pero el corredor del Mitchelton-Scott no se encontraba entre los damnificados. Si la etapa hubiese durado un poco más, quizá el nombre del vencedor habría cambiado. Pero hubo justicia poética con el gran favorito, al que tanto se había esperado sin éxito… hasta ahora.
Tras sus caídas, pérdidas de tiempo varias y falta de frescura en general, por fin hubo un día medianamente satisfactorio para Froome en el presente Giro. Aunque no redondo del todo, tan perfecto como a él le hubiera gustado. La realidad es que está a 3'10” de la cabeza de carrera (quinto). Y no sólo eso: también ve de lejos a Dumoulin (a 1'24” de Yates), Pozzovivo (1'37”) y Pinot (1'46”).
Froome aún tiene carrera para demostrar que lo de hoy no es una anécdota y que puede subir al primer cajón del podio de Roma. El problema es que, hasta ahora, Yates ha gestionado su posición privilegiada de forma inmejorable. Con algunos triunfos en forma de victorias y otros a nivel anímico. A estas alturas de Giro, quizá sean estos últimos los que más pesen.
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