Simon Yates está empeñado en ser uno de los grandes protagonistas de este Giro de Italia. Ya lo demostró en el primer final en alto de la carrera, cuando se marchó junto a su compañero Esteban Chaves para que ambos coronasen en solitario la meta del Etna. También este domingo en Gran Sasso, donde atacó a menos de un kilómetro para el final y aclaró por qué lleva la maglia rosa. Y, sobre todo, por qué luchará con uñas y dientes para retenerla. Mientras un británico celebraba, otro sufría una vez más en esta Corsa Rosa: Chris Froome perdió más de un minuto (1'07") con su compatriota, al que ya tiene a casi dos minutos y medio (2'27") en la general [Así te hemos contado la novena etapa del Giro de Italia].
El buen momento de forma de Yates se traduce en cuatro jornadas con el jersey de líder a buen resguardo, aderezadas con esta primera victoria de etapa en el Giro. El ciclista del Mitchelton-Scott tiene hambre de triunfo y hasta ahora ha sabido jugar sus cartas en las carreteras italianas. Además, lo ha hecho de forma sigilosa pero letal. Cuando ha atacado con fuerza y cuesta arriba en el presente Giro, nadie ha sabido controlarle ni pararle [Así está la clasificación general del Giro].
Después de que el pelotón neutralizase la escapada diaria en los últimos kilómetros, las hostilidades no tardaron en iniciarse. Fabio Aru fue el primero en sacar la bandera blanca de la rendición. Froome no tardó en acompañarle. Ciccone repitió el demarraje del Etna en busca de la victoria de etapa. Y, aunque las piernas le ayudaron durante algunos metros, la gasolina se le acabó rápido. Thibaut Pinot era el primero de los favoritos que imponía un ritmo con olor a triunfo de etapa justo tras el amago del italiano.
El grupo de corredores que iban a luchar por la etapa no podía ser más selecto: Yates, Chaves, Miguel Ángel López, Pinot y Tom Dumoulin. Cuando la línea de meta ya estaba a la vuelta de la esquina, el líder se había asegurado mantener su posición intacta. Y, sin embargo, Yates decidió escaparse hacia la victoria cuando no quedaba margen de reacción. Para dar un puñetazo sobre la mesa en las mismísimas narices de sus rivales. La jugada le salió más que redonda entre la nieve del Campo Imperatore.
A Dumoulin le sacó 12 segundos que posibilitaron que Chaves le adelante en la general y sea ahora el segundo clasificado del Giro. A Froome, directamente, una minutada. Las diferencias con el holandés (38") y su compañero de equipo (32") son más que recuperables a estas alturas de carrera. Menos asequibles, aunque aún quedan etapas de sobra, parecen los 2'27" que debería neutralizar Froome para superar a Yates.
Se confirma que o la situación cambia mucho o este no será el Giro del líder del Sky. Ya acarrea demasiados malos síntomas juntos sólo en la primera semana: la caída inicial en Jerusalén, las primeras pérdidas de tiempo importantes en el prólogo y en Sicilia, la estrategia poco o nada ofensiva del Etna, la caída entre la lluvia durante la octava etapa... Ya remontó casi seis minutos de desventaja para hacerse con el Tour de Francia en 2016, pero sus fuerzas actuales no se acercan, ni por asomo, a las de entonces. Aunque todavía queda montaña, y Giro, para reaccionar.
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