La etapa monopuerto de este jueves en el Giro de Italia era muy tramposa. Demasiado. Casi todo el recorrido era llano... salvo una ascensión final rompepiernas a la estación de esquí de Prato Nevoso. El escenario de la primera muestra de debilidad de Simon Yates en la carrera. Líder con puño de hierro desde la sexta etapa, por fin demostró que él también es humano: su pájara a última hora, con la meta acercándose cada vez más, deja la Corsa Rosa totalmente abierta de cara a las etapas ya montañosas al cien por cien del viernes y el sábado [Así te hemos contado la decimoctava etapa].
El británico todavía no había apretado los dientes en ningún momento desde que pasó a comandar la general. Sí lo hizo en esta ocasión, quedándose cortado al poco de intentar seguir el ritmo a Tom Dumoulin, Chris Froome y Domenico Pozzovivo. Los tres salieron en persecución de Richard Carapaz y de Miguel Ángel López, en plena lucha por el maillot blanco de mejor joven. Pero Yates apenas duró en la amalgama de ataques final.
Las fuerzas abandonaron al británico por completo. Sus máximos rivales se alejaron cada vez más en el horizonte y mantuvo el tipo como pudo hasta la llegada. El suyo fue un bajón corto pero intenso, con consecuencias preocupantes para Yates en la general: perdió casi medio minuto con Dumoulin y Froome. La noticia fue especialmente positiva para el holandés, que ahora se queda a 28 segundos de volver a hacerse con la maglia rosa [Así está la clasificación general del Giro de Italia].
La carrera de los favoritos terminó unos cuantos minutos más tarde que la real, ya que la escapada del día fue la más fructífera de esta edición de la ronda italiana. Los aventureros sacaron hasta más de 15 minutos al pelotón por momentos y consiguieron el objetivo de disputarse la etapa sin aglomeraciones. La victoria recayó en el alemán Maximilian Schachmann, con Rubén Plaza segundo (mejor posición para un ciclista español en lo que va de Giro) y el local Mattia Cattaneo tercero.
Sin embargo, pesó bastante más el mal día, en sus propias palabras, de Yates. Había tenido tantas buenas jornadas en la primera grande del año que puede que hasta él mismo se sorprendiese de la visita del tío del mazo el día menos pensado. Su diferencia es muy pequeña de cara al bombo y platillo del viernes (Bardonecchia) y el sábado (Cervinia): todo el gran trabajo desarrollado durante buena parte de las tres semanas de competición aún podría caer en saco roto.
El gran nombre propio del Mitchelton-Scott en estos momentos fue muy consciente de lo inoportuno de su desfallecimiento. Apenas quiso hablar con la prensa al término de la etapa. Fue lo más escueto posible para no enseñar absolutamente ninguna carta sobre su estado, debutante en la flaqueza. Tras tantos momentos de ensueño con la carretera empinada, el día de montaña más 'flojo' resultó el peor para Yates.
Las dudas llegan a la vez que las urgencias, lo que no resulta nada alentador. El único consuelo es que sólo Dumoulin parece una amenaza real, con Pozzovivo a 2'43" y Froome a 3'22". Está claro que el vigente campeón tiene en su mano pelear por recuperar un trono que ya parecía perdido. No lo asaltó en la contrarreloj, su modalidad fetiche, pero está a tiempo de hacerlo entre puertos, donde las leyendas pasan a la historia.
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