Hace nueve años que el ciclismo español no logra llevarse la general en el Critérium del Dauphiné (Dauphiné Libéré de toda la vida). Alejandro Valverde, en 2009, fue el último corredor nacional que inscribió su nombre en el palmarés del gran test previo al Tour de Francia. El murciano también ganó en 2008. Antes, Armand de las Cuevas (1998) y Miguel Indurain (1995 y 1996) ayudaron a cimentar los cinco triunfos del Movistar en la prueba. Más que los de Luis Ocaña (tres: ciclista patrio con mejor bagaje) y la mitad de los 10 con sello español en Francia. De ahí que el Dauphiné siempre sea una cita marcada en rojo para el equipo navarro y sus corredores.
Y, en este caso, para Marc Soler y Jaime Rosón, los dos jóvenes más prometedores a las órdenes de Eusebio Unzué. Es el primero, sobre todo, quien más opciones tiene de brillar en las carreteras galas durante el ensayo general por antonomasia (con escenarios repetidos incluidos) de la Grande Boucle. A sus 24 años, el catalán ha dejado muy buenas sensaciones en lo que va de su cuarta temporada como profesional. De hecho, el gran momento que ha protagonizado en 2018 tuvo lugar precisamente en Francia, ya que allí logró el hito más importante de su carrera hasta ahora: ganar la París-Niza.
Ese maillot amarillo que Soler se quedó en propiedad entonces resultó la mejor confirmación posible de que se pueden, y deben, esperar grandes cosas de este corredor. En busca de la disputa de su primer Tour en julio, será el líder del Movistar en el Dauphiné. Y no ante rivales de medio pelo, no. Los primeros espadas de la escuadra española tendrán un calendario distinto (Nairo Quintana, Mikel Landa y Alejandro Valverde disputarán el Tour de Suiza), aunque no será el caso de otras estrellas.
Vincenzo Nibali y Romain Bardet sobresalen en la nómina de 'capos' del pelotón a los que tendrá que hacer frente Soler a partir de este domingo. Nada menos que un ganador de las tres grandes (dos Giros, un Tour y una Vuelta), por un lado, y un habitual del podio del Tour en los últimos años, por otro. Aún hay más nombres selectos: Dan Martin, Warren Barguil, Adam Yates, Ilnur Zakarin, Bob Jungels, Pierre Roland, Jesús Herrada… Un cartel digno de una prueba con tanto renombre, desde siempre, como el Dauphiné.
En cuanto a savia nueva, Egan Bernal y David Gaudu parecen otros aspirantes jóvenes que, como Soler, podrían hacer saltar la banca en Francia durante los próximos días. Bernal viene de ganar el Tour de California, mientras que Gaudu ha estado bastante discreto en lo que va de año. Sin duda, el español ha cosechado mejores resultados que sus dos adversarios, más allá de haberse llevado la París-Niza: fue tercero en la Vuelta a Andalucía y quinto en la Volta a Cataluña, dos de las carreras por etapas con mayor entidad más allá de las grandes.
Otro joven que apunta maneras, pero que pasa más desapercibido que estos tres, es precisamente compañero de Soler: Jaime Rosón. Unos meses más mayor (Soler nació en noviembre de 1993 y Rosón en enero del mismo año), el Movistar es el tercer equipo en el que corre el zamorano desde que se hizo profesional. Eso ocurrió en 2014 en el Team Ecuador, para militar después en el Caja Rural entre 2015 y 2017.De momento, su primera experiencia en un equipo World Tour resulta más que satisfactoria.
Hace unos días, Rosón ganó la Vuelta a Aragón. Tampoco le fue mal en la Tirreno-Adriático (octavo) y en la Vuelta al Algarve (sexto). Aunque él parece partir con menos opciones de estar en el Tour, esta edición del Dauphiné puede venirle bien para reivindicar que él también puede ir a las grandes con Movistar en el futuro. Ya corrió la Vuelta en años anteriores, así que una buena actuación ahora podría darle réditos interesantes más adelante. Sobre todo, si se tiene en cuenta que su contrato con la escuadra telefónica también contempla 2019 (al igual que en el caso de Soler).
Imanol Erviti, Jaime Castrillo, Jorge Arcas, Jasha Sütterlin y Héctor Carretero completarán la formación del Movistar en este Dauphiné. Por delante, ocho etapas que arrancarán el domingo con una contrarreloj individual de 6,6 kilómetros. A esta le seguirán dos etapas más propicias para los sprinters (lunes y martes), una crono por equipos de 35 kilómetros (miércoles) y, desde el jueves, la montaña en su máxima expresión.
Los finales en alto arrancarán con la etapa entre Chazey-Sur-Ain y Lans-en-Vercors, de 181 kilómetros y con ascenso incluido al Col du Mont Noir (19,8 kilómetros al 6,7% de pendiente media). La jornada acabará en Valmorel el viernes (130,5 kilómetros de etapa) antes del verdadero plato fuerte de esta edición del Dauphiné: los 110 kilómetros entre Frontenex y La Rosière, que incluye cuatro grandes puertos de los Alpes, del sábado. Para terminar, 129 kilómetros entre Moûtiers y Saint-Gervais el domingo 10.
Seguro que en el Movistar intentarán añadir algún triunfo de etapa más a los 12 conseguidos con anterioridad en la prueba (Nairo en 2012 y Herrada en 2016 fueron los últimos en salir victoriosos). Aunque tampoco hay que descartar que Soler o Rosón (e incluso ambos) no cejen en su empeño de demostrar que cada vez tienen menos de cachorros y más de leones sobre la bicicleta.
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