Poco a poco la normalidad regresa al mundo del deporte tras la llegada del coronavirus a nuestras vidas. Aunque la ingente cantidad de casos ha remitido, el país está viendo como no se puede bajar la guardia con confinamientos en determinadas zonas. El ciclismo será el siguiente destinado a plantarle cara al Covid-19 en España y lo hará desde este martes.
Aunque en Mallorca se celebró la semana pasada una prueba de categorías inferiores, la primera prueba de fuego para conocer cómo será en el futuro más cercano este deporte en un entorno marcado por el maldito virus será la que comienza en Zamora. El Club Deportivo Ciclismo Zamora, junto con la Diputación, ha organizado la edición número 37 de la Vuelta a Zamora.
Esta competición de categoría Élite y sub23, que computa para el campeonato de España, ha conseguido salvar la pandemia y será la primera prueba ciclista con profesionales en el país. Además, ha recuperado otras dos competiciones que se hubieran disputado en los meses de confinamiento para organizar seis días del deporte de la bicicleta por las carreteras zamoranas.
Los ojos de todo el mundo que rodea a este deporte en el país clavarán su atención sobre esta ronda porque, bajo la batuta de la Real Federación Española de Ciclismo, estrenará el protocolo que imperará en las próximas grandes carreras previstas en el país. Sobre todo, en una Vuelta a Burgos que es la primera gran ronda del calendario internacional y que tendrá una importante nómina de estrellas que comenzarán a preparar el Tour de Francia, previsto para finales de agosto.
Mismos medios
"Nosotros somos una vuelta amateur, no somos como la Vuelta a Burgos o La Vuelta a España. Trabajamos con menos medios obviamente. Realmente, vamos a tener el mismo número de corredores que en Burgos, habrá público... tenemos que tener las mismas medidas de seguridad que cualquier otra prueba", explica Manuel Campesino, el director de la Vuelta a Zamora que, en los últimos días, no para de recibir llamadas de todos los rincones del país para conocer los detalles que han propiciado que se dispute esta carrera.
No será una Vuelta a Zamora más. Manuel y su equipo han tenido que reducir el número de etapas en una y la nómina de equipos en cuatro para poder afrontar económicamente el hecho de organizar la competición. "Nosotros nos solemos gastar unos 18.000 euros diarios. Quitando una etapa y traer cuatro equipos menos, el presupuesto es el mismo. El encarecimiento es ese. Hemos equilibrado ese gasto que invertimos en más vallas y en el protocolo", concreta Campesino.
"El cambio más visible es el del doble vallado entre la zona del ciclista y la del público como mínimo de metro y medio"
Para poder cumplir con las exigencias de Sanidad, la organización ha tenido que afrontar un nuevo gasto a través de una empresa de riesgos laborales. "Nos hicieron un plan de prevención del Covid-19. Todos los trabajadores han hecho un curso de riesgos laborales", explica el director de la Vuelta a Zamora, que reconoce que es lo que más trabajo le ha dado en comparación con otras ediciones.
Un impulso económico
La capital de provincia ha registrado un importante ingreso de personas con la llegada del pelotón, en una ciudad con una población muy envejecida pero que ha tenido una respuesta positiva ante el virus con 1.039 positivos y 92 fallecimientos. "Una vuelta como la de Zamora mueve a 300 personas. La diferencia con La Vuelta es la afluencia de público a las salidas y las llegadas. Los medios que tenemos son los mismos que los de La Vuelta en cuanto a la estructura. Los de transmisiones son los mismos, el speaker también, Radiovuelta igual...", desvela Campesino.
Todos estos se instalarán en una hostelería que no ha puesto problemas a la hora de sumarse a la celebración de esta cita. "No hemos tenido problemas con los hoteles porque cada uno tiene su propio protocolo. El hecho de reducir en cuatro equipos la participación, 40 personas menos, se nota y te da más margen", explica el director de la ronda que será la trigésimo séptima edición.
"El primer impulso ha sido la propia Diputación. Han querido que la Vuelta saliera adelante siempre y cuando pudiéramos cumplir con el protocolo. Era la manera de mover la economía. La Vuelta se mueve por toda la provincia y dejamos 40.000 euros en alojamientos. Entre la hostelería y la Diputación hemos recibido ese impulso para tratar de regenerar las pérdidas que ha dejado la Semana Santa, que es el principal impulso económico para la provincia", argumenta Manuel Campesino sobre lo que supone para Zamora esta cita.
Proteger al ciclista
Esta edición también presentará las novedades que verán los televidentes en las grandes rondas que se celebren en España y que, probablemente, sigan en el extranjero. El principal objetivo es proteger a los protagonistas, pero también tratar de que no se formen grandes tumultos alrededor de las competiciones. Evidentemente, en Zamora no hay un gran riesgo, pero aún así se tomarán precauciones.
"El cambio más visible es el del doble vallado entre la zona del ciclista y la del público como mínimo de metro y medio. La gente que esté en la valla no podrá tocar al ciclista", explica Campesino sobre esa protección en las salidas y en las llegadas. Será más difícil de controlar durante el recorrido de la carrera, con los puertos de montaña como el foco de riesgo. Las autoridades que acompañan al pelotón tratarán de poner orden, pero también se apela al sentido común del público de este deporte, el que más cerca está de sus ídolos.
También habrá cambios en la entrega de trofeos. "En el podium no habrá tanta gente ni se van a tocar. En siete metros de ancho, a un lado se pondrá el ciclista y nadie le pondrá el maillot. Solo cogerá el premio de una mesa. La autoridad competente también saldrá, pero guardando metro y medio de distancia. Se quitarán la mascarilla solo para la foto", concreta el director de la Vuelta a Zamora, un banco de pruebas para Burgos, que está previsto que arranque el martes 28 de julio.
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