Robert Millar fue un gran ciclista entre los años 80 y 90. Un corredor que gracias a su esfuerzo y dedicación, partió desde una tierra ajena a grandes campeones como era el Reino Unido para brillar en las más importantes del mundo del ciclismo. Con un estilo propio y particular, fue capaz de cuajar actuaciones de mucho mérito en las grandes vueltas.
En España dejó un recuerdo agridulce, ya que honró a la ronda nacional en la década de los 80, pero le puso las cosas muy difíciles a un ídolo nacional de la época como era Perico Delgado en uno de los mayores triunfos de su carrera. Sin embargo, Robert abandonó el ciclismo al poco de terminar su carrera y prácticamente desapareció sin dejar rastro.
Nadie volvió a acordarse de él en la esfera pública sin saber que nunca más lo volverían a ver tal y como lo habían conocido. Porque Robert pasó un profundo proceso de introspección y búsqueda personal con el fin de poder salir de la vida en la que había estado encerrado durante mucho tiempo. Por ello, la vida de Robert Millar cambió, o mejor dicho, terminó para siempre, para dar comienzo a una nueva etapa, la de una vida por vivir, la que tenía por delante Philippa York.
El gran Robert Millar
Antes de la aparición de Philippa York, el mundo conoció a Robert Millar, un ciclista de enorme calidad que tuvo un éxito considerable entre los años 80 y 90. Nunca llegó a ganar una gran vuelta por etapas, pero sí tuvo victorias notables y rozó los grandes triunfos.
En los años 1985 y 1986, Millar estuvo a punto de proclamarse ganador de la Vuelta a España, ya que consiguió dos segundos puestos que le dejaron con la miel en los labios, pero que hicieron que su nombre se quedara grabado para siempre en la memoria de los aficionados nacionales.
Fue precisamente, en ese primer año, en 1985, cuando Robert Millar mantuvo un gran pulso con uno de los grandes ídolos del ciclismo en la historia de España, con Perico Delgado. Millar su puso como líder de la clasificación general tras una etapa que finalizaba en Tremp. Esa vuelta había tenido líderes tan ilustres como Miguel Indurain o Pello Ruiz Cabestany, pero todo hacía indicar que sería Robert quien se alzara con el triunfo.
Sin embargo, tras ocho días vistiendo el maillot de líder, a falta de dos etapas para que concluyese la carrera, Perico Delgado, que ya había ocupado la primera plaza con anterioridad, fue capaz de arrebatarle el liderato tras la etapa madrileña que comenzó en Alcalá de Henares y que finalizó en la localidad segoviana de Palazuelos de Eresma. Aquella etapa, ganada por José Recio, coronó a Perico Delgado y privó a Robert del gran triunfo de su carrera.
En esa edición, en la de 1985, Millar se quedó a tan solo 36 segundos de la victoria y se prometió que al año siguiente lo volvería a intentar. Sin embargo, en 1986, volvió a saborear las mieles del segundo cajón del podio, ya que volvió a terminar segundo a poco más de un minuto de un Álvaro Pino que, esa vez sí, no dio opción al británico ya que comandó la clasificación general desde la undécima etapa, una crontrarreloj en Valladolid, hasta el final de la carrera.
Millar había llegado a esas dos vueltas con las buenas sensaciones que había dejado en París un año antes, ya que en la edición de 1984 había ocupado la cuarta plaza de la general quedándose a tres minutos de un podio que habían formado corredores del nivel de Greg LeMond, Bernard Hinault y Laurent Fignon. Sin embargo, aquella edición también fue recordada por el tirunfo de Robert Millar en la clasificación de la montaña, algo que fue un hito histórico.
A esos resultados hay que añadirle su segundo puesto en el Giro de Italia del año 1987, sus 24 triunfos como profesional y victorias de prestigio como la general de la Volta a Catalunya, la general del Dauphiné, la Vuelta a Gran Bretaña o el Campeonato Nacional en ruta de su país, en el último año de su carrera profesinal, en 1995, en el ocaso de su antigua vida.
Una misteriosa 'desaparición'
Tras retirarse del ciclismo con la espinita de no haber triunfado en una gran vuelta, Robert Millar no se desvinculó por completo de la bicicleta. Permaneció un tiempo siguiendo las carreras desde la barrera, con la intención de transmitir a los corredores la experiencia de una persona que había estado inmerso en grandes batallas, con enormes victorias, pero también con dolorosas derrotas.
Por ello, se hizo director de equipo y estuvo un tiempo ejerciendo, pero ese solo fue el paso previo a una desaparición casi absoluta. Tras su periplo en la dirección, Robert Millar decidió borrarse del mapa sin dejar rastro. Nadie volvió a saber nada de él, se desvaneció como un espejismo, como una sombra. Solo los libros de historia del ciclismo y la memoria de algunos aficionados eran capaces de dibujar a ese escalador británico que volaba por las cumbres, pero que ya nunca más volvería desde las tinieblas.
Como si se le hubiese tragado la tierra, Robert Millar desapareció del primer plano y del mundo del ciclismo y nadie más volvió saber de él, especialmente tal y com se le conocía. El Millar que todo el mundo había conocido se había ido para siempre y había dejado tras de sí una estela de lamento que le había acompañado durante toda su vida, una vida que abrazó el anonimato para dar el mayor paso de toda su existencia. Robert Millar decidió dejar de ser un hombre para ser lo que siempre había sentido ser, una mujer. Nunca más volvería a ser Robert, sino que a partir de su desaparición, quien volvería desde la oscuridad sería Philippa York.
Tal y como se conoció muchos años después, Robert decidió cambiarse de sexo en el año 2003, sin embargo, la noticia no salió hasta cuatro años después. Después de más de un lustro en la completa oscuridad de los focos, Robert había conseguido dar el paso, y no fue hasta después de unos años cuando esa noticia consiguió abrirse paso hasta hacerse pública. Sin embargo, el periodo escapismo no terminó ahí, ya que no fue hasta 10 años después, en 2017, cuando Robert Millar se presentó como Philippa York para reconocer que efectivamente había cambiado de sexo, algo que su más profunda existencia le había pedido desde su niñez, tal y como explicaba ella misma en una carta.
Aun así, Philippa había realizado hacer apariciones públicas hasta que este año 2020, en el presente Tour de Francia que está a punto de resolverse en favor de Primoz Roglic, decidió volver a aparecer abiertamente analista de la carrera francesa para los medios de comunicación. Una aparición que ha sido noticia en todo el mundo y que ha servido para rescatar la historia de uno de los ciclistas más atípicos de la historia, y que ha tenido que superar miradas críticas y vejaciones incluso de los medios de comunicación tras tomar la decisión que cambió su vida, mucho más que tras aquel cuarto puesto y aquella clasificación de la montaña en el Tour de Francia.
El precursor del éxito británico
Robert Millar, conocido así en su etapa como ciclista, no solo se convirtió, con el tiempo, en uno de los deportistas que cambió de sexo, algo muy poco habitual, sino que también está considerado como uno de los grandes personajes del deporte británico, especialmente del siglo pasado, y especialmente en el mundo de la bicicleta.
El mítico corredor del equipo Peugeot se convirtió en el primer corredor nacido o que representaba al Reino Unido que era capaz de ganar una clasificación oficial y mayor del Tour de Francia, aquella lucha por el maillot de lunares del año 1984. Con aquel triunfo, su cuarto puesto en La Grand Boucle y sus éxitos en La Vuelta y en el Giro de Italia, Robert Millar puso a Gran Bretaña en el panorama del ciclismo mundial y sentó las bases para que todo un país se interesara por un deporte que tenían olvidado.
Con sus hazañas en la montaña, Millar encandiló a toda una generación e hizo que muchos jóvenes británicos decidieran probar suerte con la bicicleta. Por ello, se convirtió, años más tardes, en el precursor de la mejor hornada de ciclistas que ha dado el Reino Unido en su historia, con enormes campeones que empezaron inspirados por las hazañas de Millar.
Gracias a su éxito y a la visibilidad que le dio al ciclismo, hoy su país tiene campeones de la talla de Bradley Wiggins, Chris Froome, Geraint Thomas o los hermanos Yates. Por su parte, 'Wiggo' se convirtió en el segundo ciclista británico que ganaba una clasificación del Tour, cuando superó al propio Millar llevándose el maillot amarillo en el año 2012, dando comienzo al monopolio del imperio británico en el que no se ponía nunca el sol de París.
Tras el enorme éxito de Wiggins llegaron los cuatro Tour de Francia de Chris Froome, elevado ya al Olimpo histórico del ciclismo gracias también a sus dos Vueltas a España y a su Giro de Italia, el de Geraint Thomas, y el protagonismo de otros corredores nacidos en las islas como los hermanos Yates. Adam ya ha conseguido igualar la cuarta posición de Millar y Simon ya ha levantado los brazos en una grande, la Vuelta a España.
Todos estos ciclistas y muchos que lo intentaron y otros que llegarán le deberán gran parte de sus éxitos y, sobre todo, de su afición por la bicicleta, a un tal Robert Millar, hoy conocida como Philippa York, que les abrió el camino del ciclismo, una vía que tuvo que cerrar con el tiempo para poder abrir la de su propia vida, su nueva vida.
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