Como cualquier otro año, La Vuelta a España es la última grande. Pero, evidentemente, no es un año más. Javier Guillén ya suma 12 al mando de la dirección de la carrera y ha sido, sin duda, el más difícil. Ni pagar la novatada de la primera vez se compara a organizar la ronda española en tiempos de coronavirus. Mientras el Tour de Francia se mostró como una barrera, el Giro de Italia ha enseñado más debilidades contra el virus. Con la segunda ola de la pandemia azotando, este madrileño se atreve a recorrer la Península Ibérica con la caravana más pequeña desde que está en el cargo.
También tendrá que imponerse a las inclemencias climáticas de querer subir por encima de los 1.500 metros cuando el otoño ya se empieza a evidenciar en los árboles. Está convencido de que en la primera semana subirá el Tourmalet, pero tiene planes para afrontar la situación de que no pueda mandar al pelotón a las rampas míticas del puerto francés. También habrá que ver cómo afecta el frío en general y la más que probable lluvia en la mayoría de las etapas.
Es una Vuelta para valientes, aunque el que ha demostrado ser el más valeroso no estará. Partirá este martes el pelotón desde Irun sin Tadej Pogacar. El campeón del Tour de Francia no tenía en la cabeza venir este año y su éxito solo reafirmó esta condición. Aún así sí que estará un Primoz Roglic que quiere revalidar su jersey rojo de la temporada pasada para olvidarse de la amarga cronoescalada que le apeó del 'maillot jeune' de la ronda francesa.
Guillén también tendrá en carrera a un Movistar con todos sus gallos en busca de que en esta temporada de transición puedan cazar etapas y, por qué no, que Enric Mas confirme sus buenas sensaciones del final del Tour y Alejandro Valverde nos vuelva a hacer disfrutar con una arrancada de las suyas. Este domingo se cumplían 400 días de la última victoria española en una grande: fue en La Vuelta del año pasado. Sobre todas estas cuestiones, el director de la ronda española ha charlado con EL ESPAÑOL a poco más de 24 horas de dar el pistoletazo de salida.
¿Es el año que más entrevistas ha hecho desde que es director de La Vuelta?
Pues no las cuento, no sé. Te diría que no (Risas). Cuando sales al extranjero son más porque a las entrevistas con medios nacionales se suman las de los internacionales. Sí que es verdad que estoy recibiendo más llamadas de medios que antes no me llamaban. Eso sí es cierto.
¿Cómo ha dormido los últimos días?
Bueno, yo soy de dormir poco de forma natural. Sí que es verdad que estos días previos a la carrera la cabeza da muchas más vueltas, lo quieres tener todo controlado... Sobre todo quieres controlar lo que no puedes: la evolución de la pandemia, la climatología... Eso te crea cierta desazón. Dormir poco, pero en todas las Vueltas se duerme poco. Es verdad que en esta Vuelta el nivel de preocupación es distinto a otras ediciones.
¿Cómo ha sido el último mes de su vida?
Intenso. Ha sido un mes de recorrer todos los territorios de La Vuelta otra vez, sobre todo para exponer a las conserjerías de salud cuál es el protocolo. Además, había que recabar muchas autorizaciones, sus impresiones, sus comentarios... Ha sido un mes en el que todo se ha comprimido mucho.
Era muy importante que terminara bien el Tour de Francia, que ha sido un éxito. De alguna manera, como seguimos ese protocolo y en algunas cosas lo reforzamos, pues nos enfrentábamos mejor a esas interlocuciones. Por cierto, todas han sido muy satisfactorias. Nos han aportado muchas cosas. A día de hoy, ha sido un mes intenso pero que nos permite estar en Irun.
Se supone que el protocolo es muy similar al del Tour de Francia pero, ¿cuántas vueltas le ha dado al protocolo de la Covid?
Nosotros incidimos mucho en la no presencia del público en la carretera. Es la cuestión más reseñable. Además, no llevamos acciones promocionales. No llevamos la caravana publicitaria, el Parque Vuelta en las llegadas, la fan zone en la salida... Todo eso se ha eliminado con la vocación de reducir personal y seamos menos en la burbuja. La mayoría son acciones destinadas al público. Como les pedimos que no vengan, sería un contrasentido.
¿Es difícil ponerle puertas al campo?
Si por poner puertas al campo te refieres a controlar al público, obviamente es difícil. Una etapa recorre muchos kilómetros. Lo que hemos hecho es identificar los posibles puntos de aglomeración del público: la zona de salida, la zona de llegada y determinados puertos de montaña, sobre todo los finales en alto.
Allí se hará una restricción muy estricta y se pide al público que no vaya andando a ver la carrera. Hemos hecho ese eslogan 'La Vuelta en casa' para que nos vean desde la televisión, pero entiendo que en determinadas poblaciones habrá público.
Lo que queremos es que sea el menor posible, que cumplan con las medidas sanitarias, por las normas de seguridad y por el interés general de la carrera. Tenemos que evitar las aglomeraciones. Hemos implantado unas medidas y, si hubiera que implementar más, trataremos de hacerlo. Es un planteamiento de medios, el resultado ya se verá. Evidentemente, la perfección desgraciadamente no existe.
¿Qué se le pasaba por la cabeza al ver la situación en el Giro?
Cada uno está en su vorágine. Si esta pregunta se la haces al director del Giro te dirá que no está pendiente de La Vuelta. Hasta hace unos días seguía más la carrera que ahora. Lo que tenemos que hacer es evaluar las cosas con objetividad. En el Giro se dieron tres positivos de los que al final solo han sido dos. No es tanto desde el punto de vista de lo que se podía tener programado. Han hecho test a toda la burbuja de carrera y todo salió negativo.
Es una cuestión de cómo gestionas esa circunstancia. Nadie lo quiere, pero quién puede garantizar que no va a haber positivos. Si existiera esa garantía, desde el punto de vista social, los Gobiernos nos llevarían hacia un camino de cero positivos. Lo que existen son barreras que hacen que haya menos contagios, pero no los evitan. No es agradable que haya positivos, pero nadie está exento. El Giro está tomando muchísimas medidas. Les deseo, como deseo con La Vuelta, que lleguen a Milán y la que la carrera continúe.
Por esta circunstancia un equipo en el Giro ha amenazado con marcharse, ¿teme acuerdos entre los equipos para abandonar la carrera si aparecen positivos?
Esas circunstancias se pueden dar, pero no hacen falta que alcancen ningún acuerdo. En nuestro caso hay una reglamentación que dice que si hay dos positivos de dos corredores de un mismo equipo en un plazo de menos de siete días, el equipo se vería necesariamente obligado a retirarse de carrera. Me parece una norma lo suficientemente estricta como para que todo el mundo se sienta seguro. Que luego un equipo decida quedarse o irse, es algo que habrá que estudiar en su momento.
Los equipos tienen ganas y la necesidad de correr, el organizador lo único que le pide es que entendiendo la situación adopten las mayores medidas posibles como así vamos a hacer. Se ponen tantas situaciones... no temo un acuerdo de los equipos, temo una situación negativa que nos haga tomar decisiones drásticas. Trabajamos para no tener que llegar a eso.
En lo deportivo, el cuadro de participantes solo mejoraría con Pogacar
La verdad es que sería la única ausencia destacable dentro de las posibilidades. Bernal está lesionado, otros corredores han ido al Giro... así que es la más destacable.
Ya sabíamos que no vendría antes de empezar el Tour, le hemos pedido al equipo que haga todos los esfuerzos para que venga el año que viene. En cualquier caso, es muy difícil en una temporada tan complicada como esta que un ganador del Tour viniera. Entiendo que una vez que ganas el Tour, la concentración que necesitas para afrontar otra grande, por los homenajes, todo lo que supone ganar el Tour, hace que no tengas tanta motivación. Es algo que ha pasado con muchos corredores.
Por lo demás, ahí están Roglic, Dumoulin, Froome, Carapaz, Sosa, Valverde, Pinot, Mas, Soler... Astana trae un equipo muy potente con carácter español... No nos podemos quejar.
Precisamente este domingo se cumplían 400 días sin una victoria de etapa de un ciclista español en una grande, ¿qué le pasa a los nuestros?
Está pasando que el ciclismo internacional está subiendo mucho. Está pasando que estábamos muy mal acostumbrados, pero el nivel ha crecido una barbaridad. Ahí tienes un país como Eslovenia que son dos millones de habitantes y tiene a dos auténticos cracks como son Pogacar y Roglic. Tienes a gente joven como Bernal o Evenepoel. Hay un montón de ciclistas que lo ponen muy difícil. Los nuestros siguen estando ahí. Ahora tienen 18 etapas por delante para romper esa tendencia y ojalá que sea en La Vuelta.
¿Está Roglic muy por encima del resto o espera la igualdad del Giro?
Yo espero igualdad, mucha igualdad. Es una temporada tan rara, que hay que gestionar los esfuerzos. El calendario ha quedado muy condensado en muy pocos meses, entonces tenemos que verlo. Hay que ver en el Giro a ver cómo se comportan en la tercera semana. En La Vuelta va a pasar lo mismo.
Roglic viene en un muy buen estado de forma, pero es una Vuelta dura. Va de menos a más. Ahí hay que verlo. Si me dices si Roglic es el máximo favorito, yo creo que sí, es uno de ellos. Pero veo a Dumoulin con muchas ganas en su mismo equipo, no sé cómo van a gestionar ese liderazgo. En la primera semana veremos quién es el líder.
El tiempo también va a ser un problema y por ello se han establecido rutas alternativas, ¿cómo trabajan esa previsión?
Yo sé que a esto se le está dando un poco más de noticia porque estamos en octubre y la climatología es distinta. Pero siempre se trabaja con alternativas. Quizá este año con algo más de previsión. Lo que ocurre es que se establecen en base a un par de etapas, en aquellas en las que podemos entender que los puertos tienen una altura lo suficientemente alta como para prever que si hay nieve la etapa puede sufrir modificaciones.
Lo que necesitamos saber es si acudimos a un plan B en el sentido de cambiar totalmente la etapa porque sepamos que no podríamos hacer la etapa, o bien otro plan en el que iniciemos la etapa y luego las circunstancias climatológicas impidan el desarrollo de la misma y haya que recortar el recorrido o modificarlo; lo que pasó el año pasado en el Tour de Francia.
Tenemos hechos esos ejercicios, pero no queremos hablar de ellos porque es distraer la cuestión, es desilusionar con respecto a la etapa e ilusionar con otro recorrido. No es algo que nos guste manifestar. Se nos pregunta si las tenemos y decimos que sí, pero no las ponemos en la palestra.
De todas formas, no voy a desvelar ningún recorrido alternativo entre otras cosas porque nos apetece es, por ejemplo, la más inmediata es la del Tourmalet y queremos hacerla tal y como está prevista. Además, la previsión que vamos teniendo cada vez nos informa de un pronóstico más favorable. A día de hoy yo veo posible que se pueda celebrar.
Qué le preocupa más a Javier Guillén, ¿llegar a Madrid con cero positivos o con las 18 etapas al completo?
A mí el Covid. Es lo que más me preocupa porque afecta a la salud, eso es lo más importante. El hecho de modificar alguna etapa habría que verlo. Son cuestiones que lo único que pides es que sea por motivos razonados y razonables. Pero, en términos jerárquicos, lo que más me preocupa es lo del Covid.
¿Ve posible que un corredor nacional lleve el maillot rojo en la Cibeles?
Muy difícil es, lo digo honestamente. Pero los españoles corren en casa. Yo creo que va a ser una carrera abierta, distinta, hay tres etapas menos, todo queda más concentrado, tenemos una llegada el primer día en alto... Es una Vuelta para escaladores, habrá que gestionar muchas circunstancias.
Yo lo veo muy difícil, porque no quiero ir de iluso, pero una Vuelta la puede ganar cualquiera. Por qué no se va a meter un español. No me preocupa tanto eso, me preocupa que haya batalla, que haya espectáculo y, hombre, que un español esté peleando contra un extranjero siempre da mucho juego. Quien gane, será el mejor.
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