Completamente roto y al límite. Así ha llegado Mathieu Van der Poel a la línea de meta en Castelfidardo que ponía punto y final a la etapa 5 de la Tirreno-Adriático, la carrera de los dos mares. La prueba italiana, que sirve como gran preparación para el Giro de Italia, está suponiendo uno de los mayores atractivos de la temporada.
Y lo está siendo por exhibiciones tan espectaculares como la realizada este domingo por el corredor neerlandés Van der Poel, que se ha adjudicado la segunda victoria de etapa en la carrera. Hay que recordar que en cinco días de competición, los vencedores en línea de meta han sido Wout Van Aert, Julian Alaphilippe, Tadej Pogacar y el propio Van der Poel. Esta lista de ilustres ganadores da buena cuenta del enorme nivel visto en carrera.
La etapa 5 estaba marcada en rojo por el corredor holandés al tratarse de un día muy duro, considerado de media montaña, pero con continuas cotas cortas y explosivas con ese final repetido en la dura ascensión a Castelfidardo. Van der Poel, que había guardado fuerzas en la etapa de alta montaña en la que Pogacar había tomado el mando de la carrera, se la quiso jugar desde lejos en una de sus habituales aventuras casi suicidas.
Este chico es una bendición para el ciclismo y para el deporte en general y gracias a su calidad y a sus locuras, el mundo de la bicicleta ha ganado a un gran ídolo llegado desde el ciclocross. Van der Poel atacó a 65 kilómetros de meta para seleccionar la carrera al paso por una de las exigentes subidas y consiguió romper el pelotón, llevándose consigo a los favoritos de la general. A su rueda se pegaban hombres como Pogacar, Landa, Bernal o Van Aert.
Una vez seleccionado el gran grupo, el empuje del corredor del Alpecin-Fenix terminó echando abajo la gran escapada del día con nombres como el imperial Filippo Ganna. Sin embargo, Van der Poel tenía decidido que fuera su día. Y así lo hizo, volviendo a atacar unos kilómetros después, esta vez con la intención de irse en solitario.
Se marcha solo
Su potente cadencia y su ritmo infernal no pudieron ser igualados por nadie y en cuanto arrancó en solitario empezó a abrir las primeras diferencias considerables. Comenzaron siendo de medio minuto, después de más de 60 segundos y al final terminaron superando holgadamente los dos minutos y medio. Su estratosférico demarraje había dejado a todos sin respuesta y le había lanzado como un misil a por el triunfo.
Sin embargo, tenía su lógica la permisividad mostrada, ya que Van der Poel no era un rival por la general. Con lo que no contaba el holandés era con el insaciable apetito de Tadej Pogacar, que después de poner al límite al resto de favoritos, atacó a menos de 20 kilómetros de meta para marcharse en solitario en busca del rey del ciclocross, que tenían una renta aparentemente amplia para gestionar a sus anchas.
El ganador del Tour de Francia 2020 emprendió su camino y pedalada a pedalada fue recortando la renta sin descanso, dejando para el recuerdo una genial persecución con Van der Poel por delante y Van Aert por detrás. El ciclista del Jumbo-Visma había saltado para no perder demasiado tiempo de cara a la lucha por la general.
Pogacar, a la caza
La disputa se mantuvo durante los últimos kilómetros de una sensacional etapa, ya que Pogacar fue recortando la renta a un roto Van der Poel, que veía peligrar su triunfo. Al final, el ciclista neerlandés consiguió llegar a la línea de meta casi sin fuerzas y con solo diez segundos de margen cuando había tenido una diferencia de más de dos minutos. El nivel mostrado por Tadej Pogacar fue tan superior que a punto estuvo de servirle para darle la vuelta al panorama de la etapa.
Finalmente, Van der Poel cruzó la línea de meta en primera posición, aunque no pudo levantar los brazos debido al tremendo esfuerzo que le habían supuesto los últimos tres kilómetros en los que había perdido más de un minuto y medio con el esloveno, absolutamente desatado.
Nada más ganar la etapa, Van der Poel cayó al suelo desplomado sin fuerzas y sin aliento, buscando abrir su boca y sus pulmones para recibir algo de aire tras un esfuerzo titánico y una victoria agónica. Sus auxiliares y mecánicos acudieron a su rescate y le ofrecieron bebida para reponer rápidamente sales y azúcares con los que recuperarse mínimamente y poder celebrar su estratosférico triunfo. Día colosal de ciclismo en Tirreno-Adriático.
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