Reina la tensión en las últimas horas que está viviendo el conflicto entre Rusia y Ucrania. Mientras unos intentan buscar la paz, otros siguen con sus ansias territoriales que defienden con todo su armamento y poniendo en riesgo la vida de muchos inocentes. Y como no podría ser de otra forma, este conflicto bélico que tiene paralizado el mundo sigue provocando importantes consecuencias en el universo del deporte.
Pero no solo a alto nivel, si no también en categorías más modestas como ha sucedido en la Copa de España de ciclismo. El damnificado en este caso ha sido una leyenda del deporte ruso como Kuznetsov, considerado el padre de la mayoría de talentos que ha dado esta disciplina al país en las últimas décadas, tanto en carretera como en pista.
Este especialista soviético estaba preparado junto a todo su equipo para disputar este fin de semana una prueba de la Copa de España Sub23. En ella se reúnen buena parte de las grandes promesas nacionales e internacionales del universo del pedal. Se trata de la Klasika de Aitzondo, una carrera de consumado prestigio que se disputa en Guipuzkoa y en la que no han podido tomar la salida por culpa de los efectos de la guerra.
Concretamente, al veto de la Federación del equipo ruso que lidera Kuznetsov y que pretendía defender los intereses de su líder Gleb Syritsa, un prometedor sprinter de solo 21 años. La formación soviética, que recibe el nombre de Lokosphynx, ha recibido la negativa de la Real Federación Española de Ciclismo con motivo de todas las restricciones que se imponiendo contra el deporte ruso en el mundo.
Un adiós con prisas
El Lokosphynx se disponía para hacer acto de presencia en la Klasika de Aitzondo, la tercera prueba de la Copa de España, cuando se enteraron que habían sido vetados. El motivo no era otro que las restricciones que se están llevando a cabo de todas las organizaciones que rigen el universo del deporte.
La situación ha sido muy comentada en el mundillo, ya que el conjunto ruso ya había reservado el hotel para alojarse durante la celebración de la prueba. Sin embargo, en vista de los rumores que había de que podían cancelar su participación, se vieron obligados a anular su reserva y posponer su desembarco en el País Vasco para enfado de todo el equipo ruso, pero en especial de su líder e ideólogo, Kuznetsov.
Finalmente, les llegó la confirmación de que habían sido vetados por la situación política provocada por las tropas de Vladímir Putin y aunque intentaron competir con maillots blancos, sin banderas y sin símbolos nacionales, recibieron una negativa rotunda.
"En coordinación con las federaciones deportivas españolas, se ha decidido prohibir la participación a selecciones deportivas, clubes y otras entidades deportivas y deportistas seleccionados por Rusia o que compitan bajo bandera rusa en todas las competiciones de carácter internacional que se organicen en suelo español". Este fue el mensaje hecho público por parte del CSD que confirmaba el fin de su viaje.
A pesar de que la Copa de España no es una competición internacional propiamente dicha, la Federación interpretó que al tomar parte en la misma atletas extranjeros, sí podía interpretarse como tal la normativa impuesta por el Consejo Superior de Deportes. Se podría decir que aprovecharon una especie de vacío legal para tomar una drástica decisión.
Una solución que ahora mismo está sobre la mesa para este tipo de casos es que los equipos se inscriban en países diferentes a Rusia y que los ciclistas compitan como apátridas desde estados como Azerbaiyán o Uzbekistán. Ahora mismo se encuentran suspendidos y sin saber qué carreras podrán disputar.
Kuznetsov, el ojeador de la URSS
Este veto al Lokosphynx no solo está provocado por la naturaleza y origen ruso del equipo, si no también por la de su fundador e ideólogo, Alexander Anatolyevich Kuznetsov. Este exciclista está considerado como un auténtico experto del mundo de la bicicleta, no solo de las pruebas de carretera, también de pista.
Sus funciones han sido las de ojeador, entrenador y captador. Y en su haber está haber impulsado durante décadas los éxitos conseguidos por la URSS con decenas de medallas olímpicas y decenas de títulos mundiales. Ahora, sus labores se centran en la gestión de esta cantera rusa que fundó en Tortosa, Tarragona, hace más de 20 años tras adquirir una granja de pollos sobre la que edificó todas sus instalaciones. Desde entonces, el trasiego de jóvenes talentos desde San Petersburgo ha sido una constante para ofrecer siempre lo máximo de su equipo continental. También posee un cuartel general en Albino, Italia.
Kuznetsov nació en el año 1941 en Dubrovka, en la frontera de Rusia con Bielorrusia. Sin embargo, creció en Nikopol, una ciudad junto al río Dniéper, en Ucrania. Se quedó huérfano muy pronto ya que su padre falleció en la guerra y se crió junto a su tía. Siempre fue un apasionado del ciclismo y se dedicó a ello hasta los 23 años, cuando se dio cuenta de que sus resultados no iban a ser precisamente espectaculares. Sin embargo, se pasó a la dirección y gestión de equipos y ahí rompió todos los libros de éxitos.
Su viaje a Leningrado, actual San Petersburgo, fue clave para este cambio de vida. Allí comenzó a trabajar con Galina Tsareva, una especialista en las pruebas de velocidad que fue seis veces campeona del mundo en la década de los 70. Su buena relación les llevó a ser pareja e incluso a casarse, relación en la cual tuvieron tres hijos. Nikolai, quien ahora mismo le ayuda con la gestión del equipo, Alexei y Svetlana, quien se hizo una de las mejores tenistas de su generación y que levantó varios títulos del Grand Slam.
La consolidación de su función llegó como técnico llegó en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, donde impulsó la conquista de cuatro oros por mediación de ciclistas que pertencían a su escuela. Unos años más tarde se convirtió en el doble seleccionador del equipo tanto de pista como de carretera. Sus métodos de entrenamiento, de lo más cuestionables para la salud mental y física y que dejaban en una broma cualquier programa militar, forjaron a muchos campeones que consiguieron resistir la batalla. Sin embargo, también se cobraron el futuro de muchos proyectos de estrellas que se quedaron por el camino.
La caída de la Unión Soviética, lo que parecía que sería su fin, terminó convirtiéndose en una vía para aumentar la financiación de sus proyectos y su expansión internacional. Y así fue cómo emprendió su mudanza a España, donde descubrió unos inviernos cálidos que le abrieron una puerta a la esperanza para la perpetuidad de su método, aunque también a una cierta modernización.
Ahora gestiona a dos bandas su cantera de ciclistas rusos con un pie en España y con otro en San Petersburgo, donde su hijo Nikolai le lleva la gestión del velódromo de Krestovsky donde testa a las grandes promesas que encuentran. Por sus manos han pasado a lo largo de su trayectoria nombres como Viatcheslav Ekimov, que fue gregario de lujo de Lance Armstrong, Evgueni Berzin, ganador del Giro de Italia de 1994 por delante de Pantani y Miguel Induráin, o Vladimir Karpets, Vladislav Bobrik o Dimitry Nelyubin.
Kuznetsov, tras una vida de éxitos y de métodos cuestionables, ahora se enfrenta a las consecuencias del veto al deporte ruso que de momento le han dejado sin competir en España, a donde aterrizó para dar una nueva dimensión de su equipo. Superando los 80 años, siempre podrá presumir de haber sido seleccionador nacional en cinco Juegos, de haber impulsado a once oros olímpicos es en diferentes categorías de ciclismo y a 60 campeones mundiales.
[Más información: La corrupción del Astana deja en shock al ciclismo: blanqueo, fraudes y el riesgo de la desaparición]
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