Omar di Felice (Roma, 1981) es conocido como el ciclista de los retos imposibles. Mientras leyendas como Tadej Pogacar o Mathieu Van der Poel hacen historia sobre la carretera o sobre el barro, él lo hace en los terrenos más inhóspitos del planeta y en las condiciones más duras posibles.
Este corredor italiano, que abandonó hace tiempo su pasión por el profesionalismo, participa ahora en las pruebas más extremas del mundo. Sin embargo, su mayor reto no ha sido ninguna carrera, sino que ha sido una batalla contra sí mismo y contra las inclemencias meteorológicas. Y siempre sin perder de vista la lucha por la protección y el cuidado del medioambiente.
Omar di Felice ha estado embarcado desde el pasado mes de octubre en el reto 'Antartica Unlimited', con el cual pretendía hacer la ruta en bicicleta más larga que jamás se había hecho en el Polo Sur. Este proyecto surgió durante el 2022. Sin embargo, en su primer intento, Omar tuvo que abandonar por cuestiones personales. Ahora, en este 2023 que acaba de concluir, ha conseguido cubrir una parte de su objetivo, hasta que los expertos le obligaron a abandonar la zona tras haber puesto en riesgo su vida.
48 días en la Antártida y 716 kilómetros de travesía
El ciclista italiano Omar di Felice acaba de poner punto y final a la gran aventura de su vida. Un reto mayúsculo en el que lo ha puesto todo en juego hasta que las condiciones climatológicas y las advertencias de los expertos han dicho basta. El deportista nacido en Roma pretendía cubrir una distancia de 1.500 kilómetros en plena Antártida y bajo temperaturas extremas.
Este reto, 'Antartica Unlimited', se puso en marcha en el año 2022. Sin embargo, en aquella ocasión, Omar tuvo que decir adiós a su sueño por culpa de unos problemas personales que llevaron a su evacuación. En 2023, Di Felice se propuso regresar con más fuerza, convencido de que esta vez sí podría conseguirlo.
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Sin embargo, las inclemencias meteorológicas han estado jugando en su contra desde el inicio. Su aventura comenzaba en Chile, donde tuvo que retrasar su partida hasta 8 días por culpa del mal tiempo. Una circunstancia que ha terminado siendo clave, ya que había una ventana muy pequeña de semanas en las que poder llevar a cabo su proyecto. Fuera de esa horquilla, los riesgos de sufrir algún percance se multiplicarían.
A pesar de que iría a contrarreloj, Omar decidió continuar. Su punto de partida sería la costa de Hércules Inlet y su primer gran objetivo era llegar hasta el Polo Sur. Después, el reto debía llevarle hasta el glaciar Leverett, intentando finalmente regresar al Polo Sur sin dejar de pedalear y sin ayuda. Pero las pésimas condiciones climáticas hicieron de su aventura un infierno desde el principio.
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Tanto es así que tuvo que pasar demasiados días encerrado en su tienda intentando sobrevivir a las bajas temperaturas, a los fuertes vientos y a las precipitaciones. Todo ha estado en su contra. A pesar de eso, cada vez que Omar conseguía subirse a su bicicleta, era capaz de recuperar buena parte del tiempo y del terreno perdido. Pero para ello tenía que hacer esfuerzos sobrehumanos que no estaban planificados.
Sin embargo, Omar siguió peleando contra todo, sin descanso, hasta finales del mes de diciembre. En ese momento, una perturbación con temperaturas anómalas - algo cada vez más frecuente en el territorio antártico debido a la crisis climática - trajo precipitaciones intensas y unas condiciones de la nieve que ralentizaron significativamente su marcha de nuevo.
Estos nuevos retrasos provocaron que la aventura del ciclista italiano quedara totalmente fuera de los plazos marcados, entrando en un serio riesgo que ponía incluso su vida en peligro. Al alcanzar los 86º de latitud sur, el equipo encargado de la gestión de la seguridad y la emisión de permisos y rescates en la Antártida comunicó a Omar que debía terminar su aventura de forma prematura.
Los pocos días que le quedaban no le permitirían llegar al Polo antes del fin oficial de la temporada, exponiéndolo al riesgo de quedar atrapado en un área donde el rescate sería complicado y peligroso. Llegado a este punto, el plan de emergencia dictaba que Omar tenía que ser rápidamente trasladado en avión. Sin embargo, aún en una situación extrema, siguió mirando por el bien del planeta y decidió regresar subido en su bicicleta.
"Elegí no coger un avión para moverme al Polo por unos pocos días restantes: quería terminar esta aventura como la comencé, solo con la fuerza de mis piernas, mi corazón y mi mente". Así fue cómo terminó esta aventura que pretendía lanzar un mensaje de concienciación al planeta de los daños que provoca el cambio climático en la Antártida.
A pesar de que Omar no ha podido cumplir con su gran objetivo, recorrer 1.500 kilómetros en el Polo Sur, sus registros han sido históricos y espectaculares. 48 días pedaleando sin descanso a temperaturas de 20 grados bajo cero y acumulando un total de 716,5 kilómetros. Es decir, la segunda distancia más larga jamás recorrida continuamente por un ciclista en la Antártida luchando contra los temidos vientos catabáticos.
"He vivido la experiencia más increíble de mi vida, cumpliendo mi sueño más grande pero, sobre todo, he aprendido algo: el verdadero objetivo ha sido lo que la Antártida me ha dejado dentro. Estoy orgulloso de cada metro de estos 716,5 km recorridos, viviendo constantemente entre -10°C y -25°C, enfrentando los feroces vientos catabáticos".
"Durante 48 larguísimos días viví y exploré el lugar más extremo del planeta. Pedaleé, empujé, sufrí. Reí, lloré, me alegré. El punto de llegada es solo un detalle. Logré permanecer aquí hasta el último segundo que se me permitió, sin rendirme ni siquiera en los momentos más difíciles: lo di todo".