Cavendish, el sprinter eterno: cómo rebelarse ante su propio equipo para agrandar su leyenda
El ciclista del Quick Step se llevó la primera llegada para velocistas puros del Giro de Italia y calla bocas tras su probable ausencia en el Tour de Francia.
9 mayo, 2022 13:49Noticias relacionadas
Mark Cavendish se llevó la tercera etapa del Giro de Italia 2022 tras un impresionante sprint con final en Balatonfüred. El británico fue capaz de acumular un esfuerzo titánico a una velocidad media de 72 kilómetros por hora en la eterna recta de meta. Fue la antesala de la atípica jornada de descanso que vive la carrera durante este lunes en el que la corsa rosa hace su traslado desde Hungría hasta Italia para retomar su camino en Sicilia, rumbo a las rampas del volcán Etna.
Antes de eso, quien entró en erupción fue el sprinter de la Isla de Man, que le dio una importante victoria a un necesitado Quick Step que ha cerrado de mala manera la temporada de clásicas. De momento, ya tienen un triunfo en el bolsillo y esperan conseguir alguno más, primero mediante más llegadas lanzadas y después mediante fugas.
Lo que estará más complicado es que el propio Cavendish pueda aspirar a llevarse la magia ciclamino de los puntos, ya que para eso tendrá que completar los 21 días de carrera. La última semana y media incorpora una importante dosis de montaña que será difícil de superar. Sin embargo, 'Cav' ya ha cumplido en parte su cometido que era demostrar que a pesar de sus 36 años sigue siendo uno de los sprinters más en forma del mundo. Para muchos, ya es el mejor de la historia.
"Hace mucho desde la última victoria y por eso es muy especial volver a ganar en el Giro. Sabía que era una buena oportunidad para mí, quería estar bien en este primer sprint y estoy muy contento". Esto decía un agradecido Cavendish que destacó el impagable trabajo de sus compañeros en un sprint de pura potencia y pulmones para aguantar un esfuerzo agónico durante muchos centenares de metros.
El fiasco del Tour
La de este domingo fue su victoria 160 de su carrera deportiva. Está a solo cuatro de otra leyenda como Mario Cipollini. La primera llegó en el Tour de Turingia en 2006 para dar forma a su extensa cuenta personal solo un año después de comenzar su eterna carrera que cuenta éxitos en las tres grandes. Una auténtica barbaridad solo a la altura de los más grandes.
Sin embargo, ha sido un triunfo muy especial para el británico, ya que le permite rebelarse, en particular, contra su propio equipo y contra su director, Patrick Lefévère. Mark ha tenido una relación de amor-odio con el patrón belga y en este caso no pasa por su mejor momento. De ahí que el velocista esté corriendo en las carreteras italianas y no preparando el Tour de Francia.
El rey de las volatas de la última edición de la Grand Boucle, acumuló cuatro victorias, pensaba que este año volvería a estar en la salida de la mejor carrera del mundo. Tenía un importante reto por delante: superar las 34 victorias que consiguió el 'Caníbal' Eddy Merckx. El belga, hasta el pasado Tour, era el corredor de la historia con más victorias en la general, con cinco, y con más triunfos parciales, esos 34 que consiguió igualar el cohete de Man. Por ello tenía el sueño este curso de poder ocupar su lugar en solitario en la carrera parisina.
Sin embargo, desde la dirección de Quick Step decidieron que este año no contarían con su punta de velocidad para las llegadas lanzadas y sí lo harían por un recuperado Fabio Jakobsen que se ha vuelto a consagrar como el mejor sprinter del mundo tras la gravísima caída que casi le cuesta la vida. Patrick Lefévère tenía una difícil papeleta que resolver. Por un lado, el récord de un Cavendish que se había ganado todo el crédito del mundo con su participación en la pasada edición. Y por otro, darle a Jakobsen el lugar que se merece tras su heroica vuelta y después del nivel que ha exhibido durante los últimos meses del 2021 y el principio del 2022.
Finalmente, parece que el damnificado ha sido Cavendish, ya que se antoja complicado que pueda estar en Francia teniendo en cuenta su participación en el Giro. No obstante, por el camino se está reivindicando a golpe de victoria por delante de nombres tan importantes como Caleb Ewan, Arnaud Demare, Fernando Gaviria o Giacomo Nizzolo. Mark consideraba que tenía que ir sí o sí al Tour de Francia y la noticia de su presencia en el Giro fue un palo muy duro para él. Pero en lugar de hablar fuera de la carretera, se está rebelando sobre la bicicleta demostrando que los éxitos valen más que las palabras.
Los fantasmas de 'Cav'
La trayectoria de Mark Cavendish ha estado marcada por los éxitos, pero también por sus graves problemas. El que fuera campeón del mundo se consagró como uno de los sprinters más brillantes de la historia hasta que una crisis psicológica provocó que decidiera bajarse de la bicicleta. No encontraba la inspiración ni dentro ni fuera del pelotón y finalmente decidió dar por terminada su carrera profesional, al menos de manera temporal.
Muchos le dieron por acabado después de atravesar una larga etapa de sequía antes de decir basta. Sin embargo, con la misma valentía que afrontó el momento de su adiós, apostó por su vuelta un tiempo después. Intentó ganarse un contrato de nuevo en el ciclismo profesional y su patrón de confianza, Patrick Lefévère, apostó decididamente por él. Le hizo un contrato de bajo coste eso sí para comprobar cuál era su estado de forma. Pero rápidamente, el mejor Cavendish volvió a ganarse un puesto en la élite del Quick Step.
El mismo Lefévère que le rescató es el que ahora le ha 'castigado' con el ostracismo de un Giro de Italia que para los velocistas no tiene el mismo glamour que el Tour de Francia. Salvo problema de Jakobsen, se antoja complicado que el mejor treno del mundo vaya a llevar a dos rematadores a Francia y Cavendish tendrá que ver por televisión la mítica llegada a los Campos Elíseos. Al menos, el británico ha conseguido, no solo sentirse ciclista, si no competitivo y dentro de los mejores del mundo, capaz de ganar en carreras importantes y dejando atrás esas etapas en las que no tuvo ni contrato ni ganas de subirse a la bicicleta por culpa de sus fantasmas.
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