Tadej Pogacar sacó pecho con el Giro y el Tour, Remco Evenepoel hizo lo propio con dos oros en los Juegos de París y ahora La Vuelta busca rey que porte su corona. Y ninguno de los dos opta a ella. Tampoco Vingegaard. Se abre entonces un amplio abanico de posibilidades para conorarse en Madrid.

Roglic, van Aert, Kuss... todo opositan al relevo del estadounidense y a ataviarse con el tan ansiado maillot rojo. Un jersey de líder que ha ido evolucionando desde su inicio, en 1935. Es más, las primedas ediciones de La Vuelta no contaban con un maillot distintitvo para el líder de la general.

No fue hasta 1941 cuando se introdujo el naranja para diferenciarlo. Fue seguido de varios cambios de color -blanco y amarillo- antes de establecerse en el dorado y llegar al rojo actual. El de montaña fue introducido en 1935 y se entregó bajo el sistema de puntos actual a partir de 1974.

Mientras que el de puntos para los sprinters ha sufrido modificaciones de color. Desde el blanco al verde pasando por el naranja. Todos ellos, de diferente tonalidad, pero bajo un mismo diseño, el establecido en 2019. Uno implantado con elementos culturales y geográficos de las regiones por donde pasaba la carrera que cumple medio lustro. 

Los maillots de la Vuelta a España no solo representan el liderazgo en diferentes aspectos de la carrera, sino que también cuentan la historia y la evolución de esta prestigiosa competencia. Desde el maillot rojo de la clasificación general hasta el maillot blanco del mejor joven. Cada maillot es un símbolo de historia y numerosas curiosidades.

Actualmente se reparten cuatro maillots, distinguidos por colores, durante La Vuelta. El verde se otorga al líder de la clasificación por puntos, generalmente sprinters. Lleva introducido desde 1955 y representa la consistencia y velocidad de los ciclistas en los sprints intermedios y finales de etapa. 

El jersey de blanco identifica al mejor joven de La Vuelta. El ciclista con mejor clasificación general, menor de 25 años, portará el maillot que representa la versatilidad el rendimiento constante del ciclista en todas las facetas de la etapa. Tras un uso intermitente, fue reintroducido de manera definitiva en 2019.

Por otro lado, el maillot de lunares se entrega al líder de la montaña, al escalador que suma más puntos en las cumbres más elevadas de la carrera. Representa la destreza en las alturas. Comenzó a utilizarse en 2010, emulando el diseño del que entrega el Tour de Francia al experto en montaña.

Con la variante de que los lunares son azules en lugar de rojos. Todos los ciclistas pelean por el maillot rojo, el que les erige como líder de la general. Un jersey que en las primeras ediciones carecía de significado, pero actualmente es el más preciado de La Vuelta.