El dinero, ya saben, no da la felicidad, pero obviamente ayuda a conseguirla. A estas alturas no se puede negar la evidencia. Cuando se habla de fútbol, incluso, se puede llegar a argumentar que sin billetes es imposible levantar un trofeo a final de temporada. Eso es lo normal. Sin embargo, a veces, dicha máxima no se cumple. El ejemplo, de nuevo, lo ofrece el Arsenal. Un club de contrastes, capaz de lo peor (perder contra Dinamo de Zagreb y Olympiacos en Champions, o ayer ante el Sheffield en la Capital One Cup) y de lo mejor (ganarle al Bayern y acumular cuatro victorias consecutivas en liga). O lo que es lo mismo: la temporada pasada, a estas alturas, los Gunners eran cuartos tras gastarse 119 millones de euros en verano y esta campaña son segundos siendo el tercer equipo que menos ha invertido en la Premier League (16 millones de euros) –sólo han gastado menos Swansea (13) y Norwich (15)–.
Puestos en contexto, predecir qué puede ocurrir el presente curso es entre arriesgado y temerario. Arsene Wenger, como su equipo, está acostumbrado a dar una de cal y una de arena. Porque sí, el francés ha ganado 15 títulos en 19 temporadas con el Arsenal, pero sólo ha levantado cuatro trofeos desde la 2004/2005. Y sí, él ha clasificado a los Gunners durante 18 campañas consecutivas para la Champions, pero no los ha metido en cuartos en las últimas cinco.
Entre esa dualidad se ha balanceado el Arsenal con Wenger, uno de esos entrenadores que no dejan indiferente a nadie. “En ocasiones caerle mal a determinada gente es una buena noticia”, venía a decir Paco Jémez en una entrevista con EL ESPAÑOL. Y, obviamente, la frase podría ser patrimonio del entrenador Gunner. Al francés o se le odia o se le quiere, lo que significa que algo ha debido hacer bien. Él rescató al “boring, boring Arsenal” fabricando un equipo campeón de dos dobletes (1998 y 2002) y capaz de ganar la Premier sin perder un solo partido (2004).
Todos esos antecedentes, obviamente, invitan a la prudencia. Sin embargo, en el Emirates Stadium todos creen que definitivamente este año sí. Al menos, en la Premier. ¿Por qué? En gran parte, porque es el único club que ha actuado con algo de lógica. Es decir, la directiva del Arsenal no se ha vuelto loca fichando. Seguramente podrían haber seguido los impulsos del resto de equipos de la Premier y gastar ingentes cantidades de dinero. Como el Liverpool (111 millones de euros). O el Chelsea (90). O cualquiera de los restantes 15 equipos de la competición. Sin embargo, no lo han hecho y les ha ido mejor. En primera instancia, porque los mismos jugadores, con un año más, son un bloque más sólido que el de la pasada temporada; y en segundo lugar, porque han sumado la pieza que les faltaba, el portero Petr Cech. Con estos mimbres -suficientes- dan una de cal quedando eliminados en la Capital One Cup y una de Arena con su buen hacer en la competición doméstica.
A estas razones, entre económicas y futbolísticas, se les une la recuperación definitiva de Özil, que ha regresado tras vagar por el desierto: en los últimos cinco partidos ha marcado dos tantos (por cinco de la anterior temporada) y lleva siete asistencias (por las nueve del curso pasado). Es decir, con él comandando el equipo y Alexis Sánchez a ritmo de gol (siete), el Arsenal ha vuelto entre los mejores parcialmente. Sin gastar tanto como en las dos últimos años (170 millones de euros en total) y haciendo suya la máxima de que lo importante no es tener dinero, sino saber cómo gestionarlo. ¿Le servirá para ganar la Premier y dar un pasito más en Champions? Dependerá de la cara que muestre ese día. En la Capital One Cup, al menos, no ha dado resultado.