A usted le puede gustar el toque. No es nada descabellado. Al fin y al cabo, el mejor Barcelona de la historia, el único capaz de ganar seis títulos, se edificó sobre posesiones largas. Sin embargo, tal como reconocía Marcelino en una entrevista con EL ESPAÑOL, o como hubiera gustado de confirmar Guardiola, de poco sirve tener la pelota si no es para mandarla al fondo de la portería. Dicha tesis, seguramente, la podrían compartir los colchoneros. Eso tampoco sería raro. Porque el Atlético se emborrachó con el balón en los pies durante 90 minutos sin conseguir perforar la portería de Cuéllar. Ocurre, sin embargo, que entre las virtudes del toque se encuentra la paciencia. Y con ella, sumada a la fe de un equipo que todavía recuerda como ganó la Liga en el Camp Nou no hace tanto, se llevó los tres puntos el conjunto del Cholo contra el Sporting (1-0) con un gol de Griezmann en el último instante.
A estas alturas de la temporada, hay varias certezas con respecto al juego de este Atlético: mantiene la posesión, busca ser protagonista y difícilmente se echa atrás. Sin embargo, no consigue hacer demasiado daño arriba. Toca, toca y toca, pero sin encontrar el hueco por donde filtrar un pase de gol. Jackson pelea cada vez más, Griezmann no para de moverse y Carrasco -definitivamente titular- busca el disparo siempre que puede desde lejos. Sin embargo, ningún intento resulta decididamente peligroso. Ante el Sporting, llegando una y otra vez a la frontal del área, pero golpeándose sin cesar contra el muro asturiano. Con un rival cómodo, que casi saca petróleo en la primera mitad a pesar de las lesiones de Sergio Álvarez y Guerrero. Incluso, pudo ponerse por delante de no ser por Oblak, que sacó una mano de la nada para evitar que entrara un disparo de Halilovic antes del descanso.
En ese contexto, el Atlético fue a más en la segunda mitad, pero se encontró con Cuéllar, que primero atajó una doble ocasión de Griezmann y luego hizo lo propio en un uno contra uno de Jackson Martínez que resultó ser fuera de juego. ¿Y al otro lado? Más de lo mismo. Oblak, que ya había aparecido en la primera parte, voló hasta la escuadra para despejar un disparo envenenado de Jony. Sin tregua, pero sin pausa. El Atlético siguió a lo suyo: tocando. Eso sí, con un aire distinto tras la entrada de Correa, que cambió la dinámica del encuentro una vez más. Y ya van unas cuantas esta temporada.
No cesó de atacar el conjunto del Cholo Simeone a pesar de las dificultades. Pero, ya saben, entre las virtudes del toque está la paciencia. Y en el último instante apareció el de siempre, Griezmann, uno de esos jugadores que no necesitan tener demasiada incidencia en el juego para acabar colando la pelota entre las mallas. Y así fue. La fe Atlética, esa que mueve montañas, que diría alguna campaña publicitaria, consiguió llevarse el gato al agua. O, mejor dicho, ahogarlo del todo. El francés, en el último instante, le dio la victoria a los suyos. Y lo más importante, consiguió tres puntos de esos que sirven para ganar una Liga. Porque sí, las victorias contra Madrid y Barça son muy bonitas, pero los campeonatos se levantan ante rivales como el Sporting y en partidos sufridos como el de ayer.