En una época en la que el Real Madrid no disponía de los mismos fondos económicos que en la actualidad, el club blanco usó los amistosos contra otros equipos como medio para pagar los fichajes. Y en esos encuentros comenzó a aparecer un chaval delgado que estaba brillando en las categorías inferiores. Fue el comienzo de una historia de leyenda que tras 21 años pone este domingo su punto y final. Raúl González Blanco supo elegir cuándo era su turno para emerger. Vicente del Bosque cuenta a EL ESPAÑOL que “desde chaval ha sido un adelantado a su tiempo que empezó a jugar con menos edad en niveles superiores. Cuando pasó al primer equipo, casi no se notó ese paso”. El don de la oportunidad ha sido la clave en su trayectoria, también en el campo. En el verde aparecía cuando y donde más lo necesitaba su equipo. Lugar preciso, instante adecuado. “Es el momento ideal para retirarme”, dijo al anunciar su despedida. Al maestro a la hora de elegir los tiempos es difícil discutirle su decisión sobre cuándo debe pronunciar su adiós.
El delantero español marcó su último gol, hasta el momento, la semana pasada en el partido que clasificó al New York Cosmos a la final de la NASL estadounidense contra el Ottawa Fury y aspira a tener un cierre de ensueño tras el largo camino recorrido. El del futbolista que miró los altares del Santiago Bernabéu, encontró el nombre de Alfredo Di Stéfano, y quiso colocarse junto a él. Raúl fue el protagonista de la segunda etapa dorada del Real Madrid, en la que ganó tres Copas de Europa. Tanto allí, como en el resto de clubs en los que estuvo, “se fue ganando la confianza de los entrenadores, adaptándose a las situaciones, y ése ha sido su mérito y su mejor virtud”, cuenta Del Bosque.
Para entonces, ya había respondido a lo que el club requería de él. La afición ansiaba y necesitaba de alguien así. Un canterano con el que sentirse identificado por su carácter. El Santiago Bernabéu quería esfuerzo y compromiso y allí estaba Raúl para dárselo. Iván Campo, con el que compartió la camiseta blanca durante cuatro temporadas, lo define así: “Lo que te pide la gente es dejarlo todo. Si tú das ejemplo, la gente te lo va a agradecer como se lo ha agradecido a ‘Rulo’ durante todos estos años”. Sacrificio constante mediante presión a todo lo que no fuese vestido de blanco. Sólo le faltaba desmarcarse de sí mismo. Sin lujos, pero con inteligencia y sobre todo esfuerzo. Eso siempre encandiló a su público. Y también al resto del vestuario.
“Raúl siempre ha sido una persona en la que la autoexigencia era muy grande. Y al hacer eso también te exigía a ti. En ese aspecto todos salíamos ganando. Si ves que es una persona que se sacrifica piensas: ¿Si lo hace Raúl, cómo no lo voy a hacer yo? Teniendo una persona así dentro del vestuario, al final, si tú no eres tonto, aprendes de él”. Iván Campo no es el único que piensa así. José Manuel Jurado, canterano blanco que coincidió con él en el Schalke 04, comenta cómo su compatriota logró enganchar al público alemán: “A la gente le gusta el futbolista que lo da todo por el equipo, que se deja el alma, que no da un balón por perdido. Todo eso lo reunía Raúl”. Y Ayoze, su compañero en el Cosmos y que le cedió el dorsal 7 a su llegada, destaca “la cercanía de Raúl y su compromiso, que transmite día a día. Vive cada día para ser el mejor”.
Ese carácter fue algo que los grandes jugadores que le acabaron acompañando no terminaron de entender. Pero él lo llevaba dentro. Como muestra, el gol que le hizo al Bayer Leverkusen para conseguir la novena Copa de Europa, tapado por la volea de Zinedine Zidane que pasó a la historia. Iván Campo le había golpeado el día anterior la zona del pie con la que remató el pase de Roberto Carlos. El defensor no recuerda ese dato pero asegura que prefiere “mil veces que él tuviese el pie dormido y haga lo que hizo en la final a que estuviese bien y no lo hiciese”.
Un emblema del Real Madrid
Un símbolo es un elemento sencillo que sirve para identificar algo más complejo. Y Raúl González Blanco es un símbolo del madridismo y de la selección española. En él, y en su lucha, se veían reflejados los aficionados, que apreciaban cómo una persona sin grandes dotes técnicas o físicas competía, y ganaba, entre los mejores del mundo. Los datos sobre su carrera enseñan al Raúl goleador. Al que ha sido el máximo anotador en Champions League y del Real Madrid hasta la llegada de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Además de ello, ‘el siete’ conectó a otro nivel con los aficionados, el emocional. Y sólo así se entiende su legado como jugador.
La mejor forma de conocerle es a través de sus celebraciones. La más popular, besando sentidamente el anillo que le unía con aquella novia que presentó como respuesta a las peores críticas. Las que le señalaban por sus salidas nocturnas y su mal momento en el 98, antes del gol en Japón al Vasco de Gama que le dio la Intercontinental al Real Madrid. “Esas jugadas se hacen y esos goles se marcan porque se llevan dentro. De lo contrario, no salen", definió Raúl sobre aquel tanto, con dos recortes mágicos, que le catapultó a lo más alto.
Más adelante, evolucionó. Pasó a celebrar los goles llevándose los pulgares a la espalda para señalar su nombre, en clara reivindicación. Era otro momento complicado el que vivía el delantero español. Luis Aragonés, seleccionador nacional, le había sacado del combinado del que fue estandarte durante casi una década. Esa decisión coincidía en el tiempo con las críticas más pronunciadas al jugador, que había bajado su rendimiento, y él decidió hablar con goles.
Fuera del campo, no se salía de tono. Al contrario, ofreció un mensaje para rebajar la tensión. Ambos protagonistas dieron una rueda de prensa conjunta para transmitir normalidad, ante los que lamentaban la salida de Raúl de la selección. El propio perjudicado quiso mejorar el ambiente dando la cara. “Era donante de sangre, daba lo que tenía” dijo Luis Aragonés sobre el futbolista en el libro de Enrique Ortego, Raúl, el triunfo de los valores. Una definición que nadie puede objetar.
Entre medias del beso al anillo y los pulgares a la espalda, se le pudo ver dando saltos tras una remontada al ser sustituido (R. Madrid 4 - Espanyol 3, 12-05-2007), en un ejemplo de ‘feeling’ por su equipo. Y, por supuesto, para comprender su trascendencia hay que observarle mandando callar al Camp Nou (Barcelona 2 – Real Madrid 2, 13-10-1999). Esa celebración fue una de las imágenes más icónicas, esta vez con un tanto al máximo rival.
Junto a los mejores
"El Madrid ha fichado a grandes jugadores, pero el mejor es Raúl, y lo tenían en la cantera.” Las declaraciones de Alex Ferguson resumen los años del Real Madrid de Florentino Pérez, en los que el jugador se convirtió en el capitán merengue. Él seguía compitiendo y ganándose el puesto junto a los mejores del mundo, que aterrizaban en el Santiago Bernabéu.
Al menos hasta que llegó Cristiano Ronaldo. Compartió un año junto a él y luego le cedió el testigo y el '7' de su dorsal. Su último gol fue a pase del portugués, lesionado minutos antes contra el equipo ante el que debutó, el Zaragoza. Los dos lo celebraron juntos, eufóricos por el tanto que abría el marcador aquel 24 de abril de 2010 en La Romareda. No es tan habitual ver a Cristiano celebrar goles junto a sus compañeros. Precisamente, el extremo portugués ha sido el que le ha superado como máximo goleador blanco, superando su cifra de 323 tantos.
Algo especial tenía Raúl, porque los que llegaban empezaban a admirarle. Quizás era su inteligencia, que en el futuro le permitirá triunfar como entrenador o directivo. O quizás su carácter, una de las dos palabras que no pueden faltar al hablar de Raúl junto al vocablo 'gol'. 388 tantos vistiendo las camisetas del Real Madrid, Schalke 04, Al-Sadd y New York Cosmos. Estos tres, últimos equipos de un futbolista que quería vivir una experiencia como jugador extranjero, mientras la luz de su fútbol se iba apagando.
A esos goles hay que sumar los 44 anotados con la selección española, de la que llegó a ser el máximo goleador hasta que David Villa le superó. Cuando otros agachaban la cabeza y miraban hacia otro lado con un combinado nacional que no llegaba a ninguna parte, apareció Raúl. Él no se escondía. Raúl giraba el cuello hacia arriba y miraba al cielo, orgulloso, y contagiando a compañeros y aficionados.
Mucho ha cambiado Raúl desde que Valdano, que le había anunciado su debut con el Real Madrid, fuese a tranquilizar a ese chaval de 17 años. Le esperaba nervioso y le encontró dormido, aceptando con naturalidad la presión. Muchas tardes de fútbol desde que Jesús Gil le definiera como su “bestia negra”, tras haberse escapado de la cantera del Atlético de Madrid, machacándoles con goles durante años. Y muchos tantos desde el primero, a Diego Díaz, del club rojiblanco, el 5 de noviembre de 1994. El guardameta fue el primero en recoger un balón de las redes tras anotar el jugador madridista.
En total, 21 años de carrera, que dan para innumerables anécdotas. Ahora que se va, quiere dedicarse a su familia. Tiene trabajo por delante con sus cinco hijos. Esa nueva etapa la marcará el colegiado al pitar el final de su último partido, con la presión de señalar la retirada de la leyenda. Al menos la de su faceta de jugador. “Los compañeros le piden consejo y él, como líder que es, les ayuda, sin entrar en la labor del técnico”, dice Ayoze sobre Raúl, que todavía no aclara si se convertirá en entrenador. “A él le gusta y tiene experiencia de sobra. Con lo que ha sido, lo tendrá mucho más fácil que cualquiera”, comenta Jurado. “Si tenía que dar instrucciones lo hacía, porque sabe de fútbol y la experiencia le permite leer los partidos”.
Para Del Bosque es “un auténtico líder”. “Le conozco desde los 13 años y lo ha sido siempre en sus equipos. Es aquel que a través del ejemplo manifiesta a los demás quién es el que manda y en eso ha sido fantástico”. El que le acompañó en su etapa como jugador blanco, Iván Campo, lo tiene claro sobre un posible futuro como entrenador: “ 'Rulo' vale para todo. Es una persona que tiene muchos valores y conocimientos del mundo del fútbol. Todos estos años en Alemania o ahora en Estados Unidos ha aprendido mucho. Viene muy preparado. Tiene ganas de seguir en el mundo del fútbol. Cuando él decida que está preparado, dará el paso. No sé de qué, de entrenador, de presidente o de lo que él quiera. Lo conseguirá.” Nadie duda de que cuando llegue el momento, tan oportuno como siempre, será el tiempo de conocer al otro Raúl, al que el Real Madrid esperaba con los brazos abiertos.