Estoico y sigiloso, sin que nadie se diera cuenta, olía la sangre y mordía. Buscaba el momento oportuno en todos los partidos, ajeno al miedo de la historia que persigue a otros muchos jugadores, Raúl siempre estaba presente. Su nombre, un nombre que prescindía de apellidos, será parte del pasado. Desaparecerá definitivamente del carrusel de resultados y de goles, de la narración de los domingos, de los partidos virtuales del FIFA y otros videojuegos. Hoy, ocupará la penúltima portada antes de retirarse definitivamente el mes que viene.
Ha dicho adiós en un comunicado en la web de su club actual, el Cosmos de Nueva York. En un jueves sin fútbol, sin ruido, anunció su retirada con silencio, como silenciando todos aquellos fotogramas eternos que dejó por todos los estadios de España como jugador aquel chico de San Cristóbal de Los Ángeles. Ese chaval que debutó en Zaragoza fallo tras fallo, no volvería a fallar hasta su salida del club blanco, jugando su último partido en La Romareda con la camiseta del Real Madrid.
Raúl fue picardía, colocación y finalización. Nunca se escondía de sus debilidades técnicas y explotaba su genio táctico. Explotó eso mismo en la final de Champions del 2000 contra el Valencia, en la final de la Champions dos años después contra el Leverkusen y así, una infinidad de veces. Rugió por última vez con el Real Madrid en la temporada 2008-09 para intentar ganar su última Liga durante la hegemonía del Barcelona con 18 goles, pero no fue posible. Ese será su legado más allá del hardware que sus goles trajeron a las vitrinas del Santiago Bernabéu: siempre lo dio todo por sus equipos.
Buscando minutos huyó al Schalke 04 alemán, donde goleó en la Bundesliga a pesar de perder al entrenador a mitad de temporada, pero conquistando la Copa y llevando al club de Gelsenkirchen hasta semifinales de Champions, dejando en el camino al entonces vigente campeón Inter de Milán y a Valencia entre otros. Haciendo historia para el club teutón, la directiva y aficionados le despidieron con la ceremonia que nunca tuvo en Madrid.
Apagándose su vigor, Raúl agotó sus días en el Al-Sadd qatarí y el Cosmos americano. Regresó para ver a su club de toda la vida levantar la ansiada 'Décima', y poco más. Ante la ausencia de momentos decisivos que disputar, Raúl ha decidido marchar.