Luis Enrique no es Guardiola ni se le parece: tiene algo más de pelo, es bastante menos simpático y acostumbra a no articular discursos largos durante las ruedas de prensa. Eso en lo personal; en lo futbolístico, en cambio, las similitudes son evidentes: ambos –con sus particularidades– han puesto el mundo a sus pies amasando la pelota. O lo que es lo mismo: los dos han hecho historia con un estilo made in Barcelona. Pero bien, yendo a lo importante: ¿Ha acabado Lucho definitivamente con la sombra de Pep?
La pregunta podría ser baladí, pero no lo es. Guardiola, sin estar presente, ha reaparecido de una u otra forma desde su marcha para ser comparado con todos: Tito Vilanova, Jordi Roura, el Tata Martino y, por supuesto, con Luis Enrique. Eso, hasta esta temporada, cuando definitivamente su sombra podría ser sepultada por la figura del asturiano, que desde este fin de semana ya puede incluir en su currículo una gran victoria ante el eterno rival (0-4).
No obstante, para calibrar la huella de ambos toca acudir a los datos. O mejor dicho: buscar en los comienzos de los dos a su llegada al banquillo del Barcelona. En su primera temporada, Guardiola se hizo con el triplete, con 87 puntos en la Liga, 105 goles a favor y 35 en contra. Y, sobre todo, sin temblar ante el eterno rival (2-0 en el Camp Nou y 2-6 en el Bernabéu, su cumbre). ¿Y Luis Enrique? Hizo lo propio, pero con mejores números: ganó todo y acabó primero en la competición nacional con 94 puntos (110 tantos y 21 encajados), pero sin arrasar frente al Madrid (3-1 y 2-1).
En base a lo anterior, y tomando sólo como referencia los datos, Luis Enrique consiguió superar a Guardiola en su primera temporada. Su Barcelona fue todavía más imponente que el de Pep. Incluso, su tridente (Messi, Neymar y Luis Suárez) fue netamente más productivo (122 tantos en 60 partidos) que el formado por Messi, Samuel Eto’o y Thierry Henry que marcó 22 menos en la 2008/09.
Eso sí, acudiendo a lo futbolístico, el aficionado no acabó de olvidar al único entrenador de la historia que ha ganado un sextete en esa primera temporada. El Barcelona de Lucho, a pesar de los títulos, fue estilísticamente inferior. Quizás, si quieren, más irregular en su propuesta. No controló tanto los partidos ni fue tan superior. Incluso, añadió a la posesión la variante del contraataque, con un Messi mejorado y un centro del campo renovado, con Rakitic acelerando el juego y buscando combinar en largo para calmar el atasco que en muchas ocasiones produce el control excesivo de la pelota. Es decir, renunció a la posesión, con lo que eso supone para su imagen en el Camp Nou.
La cima, esta campaña
Eso fue en la primera temporada. En la segunda, Lucho está, si cabe, en mejores condiciones de acabar con la sombra del Guardiola. Cierto es que no consiguió la Supercopa de España, como si hiciera el conjunto de Pep, y que en Liga, pasadas 11 jornadas, acumulan los mismos puntos (27). Pero, con el beneficio del porvenir, el asturiano tiene en su mano seguir postulándose como el entrenador a copiar en el futuro próximo.
Tras este inicio de campaña, Luis Enrique ha esgrimido argumentos que invitan a pensar que es igual o mejor técnico que el de Sampedor. En primera instancia, porque ha conseguido mantener el nivel a pesar del incesante número de bajas que ha acumulado durante esta temporada (hasta 14 jugadores han pasado por la enfermería). Y, además, ha encontrado a su Busquets, que no es otro que Sergi Roberto, que ha ocupado hasta tres posiciones en lo que va de año (centrocampista, interior y lateral derecho). Y en segunda lugar, porque ha sido capaz de que no se note en demasía la baja de Messi, en otro tiempo crucial.
En definitiva, que Luis Enrique no es Guardiola. Ni sus corbatas son tan finas ni sus pantalones pitillo son tan estrechos, pero su fútbol va camino de igualar al del mejor Barcelona de la historia. ¿Y de superarlo? Tras el 0-4 en el Bernabéu, parece más probable. En cualquier caso, el balance completo corresponderá hacerlo a final de temporada.