Antes de que Kant apareciera sobre el escenario del Iglesias-Rivera, la semana nacional de la Filosofía la había abierto el Real Madrid con sus disquisiciones sobre la libertad y la memoria. Pese a la aparente urgencia perpetua, tienen el tiempo de su parte y pueden darse estos gustos. Mientras la vida sigue.
El Atlético avanza con solidez de plomo, otra vez tres puntos con un gol de ventaja. Salvo el desliz contra el Dépor, dominan los márgenes estrechos con la calma del funambulista veterano. Tampoco se desvía el Barcelona, otra vez 4-0. No es fácil decidir si lo más asombroso de Luis Enrique es cómo juega su equipo, el equilibrio de divos o la ausencia de aura a lo Guardiola, pese a todo lo anterior. Y mientras los dos primeros siguen a lo suyo, y lo suyo es algo sobre lo que no hay dudas, el Madrid, que también ganó en Eibar, se dedica al entretenimiento conceptual. Empezando por Florentino.
Dos días después del Clásico (no hace tanto), el presidente confirmó los mensajes que habían ido saliendo de la zona noble del Bernabéu: Benítez es libre. No quedó claro si se trataba de una concesión o una advertencia. Pero la bola reflexiva reapareció en Ucrania. Allí preguntaron al entrenador si había colocado a Bale en la izquierda, desde donde produjo lo mejor de la noche. Benítez, que pudo haber optado por el asentimiento ventajista, prefirió desarrollar las meditaciones presidenciales: Bale estaba allí porque le había dado la gana. Es libre, explicó, aunque dentro de un orden. El suyo (de Benítez). Como demostración, le faltó mencionar que, para no lesionarse más, el galés había dejado de conducir Lamborghinis.
Zanjado el asunto de la libertad, Benítez aún sacó tiempo en Ucrania para su gran tema del curso, la memoria; que parece que esté despidiéndose desde que llegó. El Madrid, que empezó ganando 0-4, terminó 3-4 y con el susto del empate. Me quedo con los primeros 75 minutos, dijo. Los del 0-4. También ha dicho estos días que se quedaba con los 14 partidos que estuvieron sin perder. Muy bien para el vídeo de partido homenaje. Pero está por ver quién querría quedarse con él en un lugar donde habitan también los primeros 93 minutos de la final de Lisboa. No hay quien pueda preferirlos al gol de Ramos. Y eso sí que no se le ha olvidado a nadie.