En Yokohama se jugaba un trozo de historia. La directiva de River Plate ya había calificado el encuentro como el partido más importante de la historia del club. Los argentinos, inferiores como todo rival campeón en Sudamérica que se enfrente al campeón europeo, atisbaban una posibilidad pequeña de dar la sorpresa ante el todopoderoso Barcelona, pero no iba a poder ser. Después de buena media hora de River, en la que desplegó una presión cuasi perfecta ante el Barça, apareció Messi para adelantar a los culés, y todo cambió.
La grada abrigaba el calentamiento de River antes de empezar el partido, que tenía el factor cancha a su favor en la final. Miles de aficionados argentinos que había volado hasta Japón a presenciar la batalla por el título que se les resiste desde hace casi 30 años abarrotaban el graderío del Estadio Internacional de Yokohama. El Barcelona, que salía del túnel de vestuarios con todo el arsenal dispuesto a llevarse el trofeo, no diluía la presión proveniente de una barra totalmente entregada. Los de Luis Enrique, con tridente arriba y once de gala, no asustaban a los de Gallardo.
River devolvió el entusiasmo de la grada a su afición, ejecutando una presión bestial sobre el conjunto culé. Con un gran Kranevitter en la medular, River comandó unos geniales treinta minutos. Pero cuando mejor estaban los argentinos, Messi marcó un gol de ‘9’ puro dentro del área pequeña y adelantó a los de Luis Enrique en el minuto 35 de la primera parte.
Con el gol azulgrana en el electrónico se llegó al descanso. Los jugadores del Barcelona hablaban en el pasillo que conduce a los vestuarios donde Messi sonreía de oreja a oreja. El vendaval del Barça estaba a punto de comenzar.
Cinco minutos después, Luis Suárez culminaba una contra instalando el 0-2 en el marcador. El disparo tocó en Barovero, pero poco pudo hacer y el balón acabó en el fondo de la red. El gol mató a River en lo futbolístico y el Barcelona tomó total control del partido en los siguientes 25 minutos, donde pudo marcar en infinidad de ocasiones del tridente, especialmente con un Neymar en estado de gracia.
El broche final lo puso Luis Suárez con un golazo de cabeza a pase del brasileño que entró por la derecha de Barovero. El arquero argentino no podía hacer más que resignarse ante la superioridad del conjunto de Luis Enrique.
Con el partido hecho, el Barça se relajó y River empezó a jugar su mejor fútbol, pero era muy tarde. Con diez minutos y 0-3 en el marcador, el partido ya no iba a cambiar. Luis Enrique dio minutos a Vermaeelen, Sergi Roberto y Mathieu en un encuentro que culminaba un año casi perfecto -con el bache de la Supercopa de España-.
El Barcelona levanta su tercer Mundialito, más que nadie en el actual formato. El conjunto de Luis Enrique vuelve a España con otro título en su bolsillo y comienza la Navidad con todo a su favor: gran estado de forma, la incorporación de Arda Turan y Aleix Vidal a la plantilla, y líder en Liga con un partido menos.