El empate, así de primeras, no luce en exceso. De hecho, visualmente, para los seguidores, es el peor espectáculo posible, sobre todo, si no se marcan goles. Eso es verdad. Pero también es cierto que es un buen resultado para el Atlético de Madrid, que lo dejó todo para el Calderón y mantuvo su portería a cero. Es decir, hizo lo que manda el manual de estilo de las eliminatorias: no encajar y ganar el factor campo. Porque lo normal, ya saben, es que el equipo del Cholo tampoco conceda un metro en el Calderón y el genio de Griezmann consiga catapultar a los suyos a semifinales.



Más allá del resultado, óptimo, el que volvió a dejar dudas fue Jackson Martínez. Simeone le dio la titularidad y, aunque va entrando poco a poco en la dinámica del equipo y entendiendo el juego, sigue sin ver puerta. Lucha, pelea y concede ocasiones a sus compañeros. Pero no logra cumplir con su cometido, para el que lo ficharon. Da igual quien le rodee. Ante el Celta fueron Griezmann y Carrasco. Y dio igual. Porque el día que no aparece el francés al Atlético le cuesta horrores que los de arriba rematen a puerta. De hecho, sólo remató tres veces entre los tres palos.



Las ocasiones, también una vez más, llegaron con la inclusión de Correa, que entró en la segunda mitad y revolucionó en parte el partido. Porque sí, él fue el que tuvo las dos ocasiones más claras: una con un disparo dentro del área y la otra con un remate de cabeza. El argentino entró en la segunda mitad junto a Vietto y Thomas, y el centrocampista estuvo a punto de poner en peligro a los suyos con una mano dentro del área que no vio el árbitro.



En definitiva, con este resultado, el Atlético se asegura dejarlo todo para el Calderón, con un buen resultado, y con la certeza de que no va a recibir goles (lleva tan solo ocho esta temporada en Liga). Y es que lo normal, con este panorama, es que el Atlético esté en semifinales.